Capítulo 3: Fobias

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Por un momento solo hubo silencio, pero después cambió un poco ese ambiente.

— ¿Dónde estabas?— me preguntó. —Saliste muy temprano hoy, siendo...ya sabes...sábado por la mañana

Lentamente, levante mi rostro, solo para ver una cara seria y sin ninguna sonrisa forjada en ella y solo sus encantadores ojos color olivo, resaltaban en su rostro.

—Solo...salí a caminar por ahí...en el pueblo— respondí serenamente, encogiendo en hombros

—Y, ¿por qué te trajo Michael? —preguntó intrigado

—Me los encontré, paseando en el pueblo, me invitaron a desayunar y me ofrecieron traerme a casa —le dije con tranquilidad. No quería molestarlo

— ¿Por qué no avisaste antes de salir o hubieses dejado una nota pegada en la cocina, señorita? —preguntó

Deseaba tanto salir de aquí, que no me importaba si mis padres, tíos o mis hermanos se preocuparon por mí, porque para ellos yo...aún me seguían tratando como la niña pequeña, la menor, la chiquilla indefensa; y de vez en cuando podía sentir lo que sentía mi tía Sofía, están a la sombra de mi madre, estando yo bajo la sombra de mis hermanos, pero yo quería cambiar un poco eso, quería cambiar la forma en que mi familia me miraba desde que había nacido. Yo ya no era una niña o chica, si bien lo era por fuera...por dentro quería ser otra Madison. Quería cambiar mi forma de ver las cosas, quería verlas como...como las veía mi mamá.

No quería que mi tío sospechara el motivo de mi desespero, por el cual me había ido de esa manera al pueblo. Así que actué rápido.

—Uhm, lo olvide— mentí, y muy bien para ser la primera vez

No respondí por un momento, solo suspiró, bajó la cabeza y volvió a mirarme.

—Mmm...ya veo... creo que te estás siendo un poco...rebelde, Maddy —afirmó, cruzando sus brazos

— ¿A qué te refieres con "un poco rebelde"? — pregunté confundida ante eso.

Se rió secamente, mirando hacia abajo y luego me volvió a ver a la cara

—Debiste llamar...al menos al teléfono de la casa, Maddy— me reclamó, pero no parecía un regaño. Al escuchar su tono de voz tan sereno y suave en sus palabras, no parecía un regaño, sino más bien una sugerencia. — ¿Es que no traes tu celular? —preguntó

—Lo olvidé en mi habitación— dije relajada.

—Tu madre se empezó a preocuparse por ti cuando no te vio en la mañana —comentó mi tío

— ¿En serio? —pregunté. — Luego la iré a ver, bien— le dije, sin mayor preocupación. —Y... ¿los demás?, ¿dónde están? —

—Tus tíos y tus hermanos se fueron a llenar los recipientes de sangre. — me informo

— ¡¿Ya no quedan más?!

—Correcto, ellos se fueron a recargarlos. Tu padre salió a la ciudad por unas cosas que atender con unos de sus clientes, cuando tú te fuiste, Troy y Carter se fueron a jugar un partido de baloncesto con los Corbett al pueblo y tus tías Sofí y Vanessa están aquí, con tu madre—me explicó. — ¿Algo más? —ofreció el muy gracioso

—No nada, gracias, tío Jesse —mascullé entre dientes, mientras le daba la espalda

—Bien, te veo a la hora del almuerzo, querida—respondió a mis espaldas

Este día era terrible, lo podía sentir, pero aun así tuve que irme a mi habitación con la rabia y el desagrado, aún más grandes de lo que estaban cuando había salido de mi casa, esa mañana temprano. No quise ver a mi madre en estos momentos, así que me fui directo a mi habitación. Quería cambiarme las horrendas y fastidiosas ropas que tenía ese día. Fui a toda prisa sobre los escalones y pase de largo la habitación de mis padres; abrí la mía y la cerré de un portazo.

Luz y Oscuridad © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora