¿Enamorado?

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Decir que nuestra confianza había mejorado era poco, nuestra confianza había alcanzado niveles insospechados desde aquel día en que nos besamos, después de hablar, Caín me confesó que esa noche salió de fiesta, renuente a quedarse en casa y deprim...

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Decir que nuestra confianza había mejorado era poco, nuestra confianza había alcanzado niveles insospechados desde aquel día en que nos besamos, después de hablar, Caín me confesó que esa noche salió de fiesta, renuente a quedarse en casa y deprimirse, dijo que no quería seguir llorando por alguien que no valía la pena, esa tarde deje que llorará todo lo que quisiera con la promesa de que al día siguiente se levantaría con ánimos renovados, me dijo que se pasó de copas y que por pura curiosidad acepto un poco de droga de uno de sus amigos con los que se topó en aquel antro, y al tener ya la droga en su sistema decidió ir al bar donde trabajo sólo para verme, obvio me moleste mucho pero no tenía ningún derecho a decirle nada cuando yo no me encontraba en mejores condiciones.

Al principio me fue difícil acostumbrarme a nuestra nueva rutina, la cual consistía en que cada vez que Caín me veía se lanzaba a mis brazos y deboraba mis labios, los primeros días fue muy incómodo pero con el paso del tiempo creo que me acostumbre, no tenía ni la menor idea de en que nos habíamos convertido y tenía muy claro que no debía mal interpretar sus acciones, pero igual eso no me quitaba la sensación de que me estaba usando para superar a su ex, lo cual era más que obvio, decir que me dolía no era lo indicado, sólo me hacia sentir un tanto inquieto y confundido.

Deje ambas tazas de café sobre la mesita de la sala y me sente en el sillón que estaba a un lado de donde esta sentada mi hermana, su mirada azul no se apartaba de mi anatomía y eso me estaba poniendo nervioso.

-¿Cuándo me dijiste que regresan los niños? -tomo la taza que le correspondía y le dio un pequeño sorbo.

-No han de tardar en llegar, se pondrán muy felices de ver que su tía por fin se dignó a visitarlos.

-No es mi culpa, el hospital ha estado como loco desde hace semanas, por más que quiera tener una hora de descanzo no puedo, y ahora que estoy aquí, en lugar de estar en mi casa disfrutando de mi día libre, ¡me reprochas!, me dueles, ¿dónde quedo mi dulce hermanito que siempre se alegraba de verme?.

-Él nunca existió -inmediatamente después de murmurar aquéllo, sentí un golpe en la cara, uno de los cojines del sillón fue a dar al suelo.

-Tarado.

-Ya, sabes que me alegra verte, y que los niños se alegrarán igual.

-Eso espero, hace tiempo que no los veo y de verdad que los he extrañado, ¿Cómo han estado?.

-Bien, Nathan no deja de comer y Dalia sigue creciendo, afortunadamente ninguno se ha enfermado.

-Me alegro mucho de orilo, ¿y tú?.

-¿Yo qué? -le di otro sorbo al café y observe a mi hermana, Teresa es mi única hermana, es mayor que yo por cinco años, trabaja como doctora en el hospital de la ciudad, físicamente nos parecemos demasiado, sólo que ella es un poco más baja de estatura que yo, su cabello corto, negro como su corazón, le hace parecer más madura de lo que realmente es, su figura delgada encanta a los hombres que la vean, y sus ojos azules hipnotiza a cualquiera.

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