Epílogo

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Silencio

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Silencio.

Eso fue lo que se escuchó seguido de un horrible estruendo, como la calma antes de la tormenta justo después de que se escuchará el resonar de los truenos, el viento rugió furioso, el edificio se tambaleo asustado o quizás, sólo fui yo el que se sintió flaquear al ver tambalear su mundo hasta caerse a pedazos, por que eso era Caín para mi, era mi mundo y éste se acaba de caer a mis pies, su piel ha comenzado a perder rápidamente su color y su cuerpo se siente un poco frío, la sangre sale por montón por todas partes, una tos sacudió su pecho provocando que escupiera una gran cantidad de sangre, sus ojos estaban fijos en el techo, sin saber que hacer simplemente lo sostuve entre mis brazos, acariciaba su cara y ambos brazos en un intento de proporcionarle calor, pero parecía que lo hacía en vano.

Nunca me había sentido tan aterrado en toda mi vida, no que recuerde en este momento, tenía el corazón acelerado por el pánico y un enorme nudo en la garganta que me impedía poder respirar bien, no tenía ni la más mínima idea de que hacer, sentía que con cualquier mínimo movimiento de mi parte todo empeoraría, hasta que llego Teresa y comenzó a inspeccionar a Caín, intentando hacer que la sangre deje de brotar en gran cantidad, mientras yo sólo me dedicaba a observar.

Pero todo empeoró cuando en un susurro a penas audible Caín dijo que no podía verme, entré en otro nivel de pánico y ansiedad, lo estaba perdiendo y no podía hacer nada, la impotencia me dominaba por completo, estaba desesperado al ver que los para-médicos aún no han llegado, pero lo que rompió el hilo de mi cordura fue ver como me sonreía y susurraba un suave te amo para luego cerrar los ojos.

Grité...

Lloré...

Maldije...

Me rompí de nuevo, pero no sabía si en esta ocasión aún existía la forma de volver a juntar las piezas rotas, no sin Caín.

Todo se volvió un caos cuando por fin hicieron acto de presencia los para-médicos, les grité que hicieran algo, que lo estaba perdiendo, Teresa se levantó y comenzó a dar ordenes como toda una profesional, lo que me dio esperanza fue escuchar como ella grito que aún respiraba y que el pulso era débil, pero eso me bastó para creer en que todo estaría bien.

Necesitaba creer que todo estaría bien, necesitaba creer que Caín saldría de esta batalla como el hábil guerrero que era, necesitaba creer que al abrir los ojos el estaría ahí, a mi lado en la cama, sonriendo como sólo el sabe hacerlo, necesitaba creer que él aún tenía mucho por que vivir, necesitaba una sola razón para creer que este no era el final.

Necesitaba aferrarme a un pequeño rayo de esperanza, por muy delgado que fuera.

Pero mis esperanzas caían con forme pasaba el tiempo, todo parecía ir más lento al ver como levantaban a Caín y lo bajaban lo más rápido que podían por las escaleras hasta llegar a la ambulancia, lo último que vi de él fue su rostro sereno con una imperceptible sonrisa, como si con ese gesto me intentará decir algo, su mano llena de sangre colgaba por uno de los costados, rogando porque no lo dejase solo, pero los estúpidos para-médicos no me dejaron ir con ellos al ver el estado en que me encontraba, lo cual me hizo enfurecer, ¿cómo se supone que debía de estar al saber que el amor de mi vida se encuentra entre la vida y la muerte?, ¿cómo me pedían que me calme? si lo único que quiero es saber que él esta bien, ¿cómo me piden lo imposible?, Mateo fue el que me detuvo antes de meterme a la fuerza a la ambulancia, desde mi lugar vi como Teresa movía los labios diciendo, yo lo cuidaré, y no me quedo otra opción que regresar, al llegar al pasillo me quede viendo la mancha de sangre que seguía fresca y eso sólo me puso peor, lloré, lloré mucho, caí de rodillas y me abrace destrozado, Nathan no dejaba de gritar por Caín mientras Dalia le susurraba con cariño que todo iba a estar bien y que debía dejar de llorar, quería acercarme y abrazarlos mientras yo también les decía que todo iba a estar bien, pero no podía mentirles. Ya no, pues estaba más que claro que ya nada estaba bien.

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