A B R I L, 1 9 5 3.
Llegando el anochecer, se escucha el ruido del tren que llegaba. Un enjambre de sombras sale de la estación y entre la multitud se puede divisar a un hombre joven con abrigo y sombrero. Ray Toro, de 20 años, pasa a través de la línea de comunicadores, mientras algunos transeúntes abren sus paraguas ante el cielo irregular. Ray compra un periódico y se abre camino a través de la estación.
Entra al hotel y camina a través del lobby hacía el bar, encontrando fácilmente un taburete donde sentarse, saluda al bartender con la cabeza y coloca el diario encima del mesón. El bartender le apunta hacia una botella de alcohol y Ray le da una señal positiva. Por mientras, escanea el salón adyacente al bar – no había mucha actividad ahí, tampoco.
Divisa un par de mujeres bebiendo, una pareja anciana y dos hombres alejados en una mesa de esquina. Ray afina su vista y el bartender le ofrece su trago.
– No hay mucha actividad para ser viernes – Comenta Ray.
– Bueno, aún es temprano – Le contesta el hombre.
Ray bebé su whisky escocés y desliza el vaso vacío hacia el bartman, empieza a tocar rítmicamente el borde de la mesa.
– ¿Me podrías hacer otro doble? Y uno para ti. Iré a hacer una llamada – Le dirige Ray mientras se pone de pie.
Hace su camino hacia la línea telefónica, pero le echa otra mirada a la pareja de hombres en la esquina, sumidos en una conversación. Piensa haber reconocido a uno de ellos, y se les acerca.
– ¿Frank? ¿Eres tú? – Pregunta Ray hacia Frank, el más joven de los dos, quien se voltea hacia él – ¡Quién lo hubiera imaginado! – Se aproxima más hacia ellos – Me decía a mí mismo, conozco a este chico.
Pareciera que a Frank le tomara un segundo reaccionar para pararse y saludar a Ray con un pequeño abrazo.
– Ray – Dice Frank, ausentemente.
– Dios, que bueno verte Frank. Parecen haber sido meses.
– Sí, meses – responde.
La otra persona en la mesa enciende un cigarrillo. Frank lo observa, y ambos se sostienen una tensa mirada. A Frank le vienen recuerdos de las costumbres de ese hombre.
– Ray, él es Gerard Way – Ray le extiende su mano y Gerard la recibe.
– Un placer conocerlo.
– Lo mismo digo – Gerard vuelve a sus pensamientos mientras fuma.
– Oye, Ted Gray y otros más iremos a la fiesta de Brian esta noche ¿Irás verdad? – Le pregunta Ray a Frank.
– Bueno- Sí. Sólo pensaba en quedarme un poco más... – Le responde mirando ligeramente a Gerard.
– Deberías ir, adelante – Le interrumpe Gerard.
– ¿Viene usted también? – Le pregunta Ray
– No, no – Gerard dirige su mirada hacia Frank – Debería hacer unas cuantas llamadas antes de cenar, de todas formas. Debería irme.
– ¿Estás seguro? – Le pregunta Frank.
– Por supuesto – Gerard aprovecha de levantarse de su asiento. Mientras que Frank se voltea en dirección a Ray.
– Bueno... no me quejo si me das un aventón – Gerard camina unos pasos hacia Frank pero no mucho más.
– Espero que la pasen bien los dos. Un placer conocerte Ray – Gerard les sonríe a ambos.
– También es un placer conocerte Gerard – Ray le responde. Y Gerard se aleja, pero antes reposa su mano en el hombro de Frank por unos cuantos segundos, que parecieron eternos y significativos entre ellos, pero para los demás en la habitación no era más que un simple gesto de despedida. Gerard se fue y Frank no se había movido de su lugar, ni siquiera para verlo irse.
– Bueno, voy a asegurarme de que los chicos vienen en camino. Vuelvo en seguida – Ray se aleja. Un momento después, Frank se voltea para visualizar todo el comedor buscando a Gerard. Pero él se ha ido.
Ray cierra la puerta de la cabina telefónica que se encuentra dentro del lugar. Vuelve al salón pasando por el bar en su camino, el bartender lo divisa y alza el diario del que se había olvidado.
– ¡Lo tengo! – Ray se devuelve hacia donde había visto a Frank por última vez, pero no lo ve por ningún lado. Estaba a punto de preguntarle a algún empleado si lo había visto, pero lo logró visualizar saliendo del baño de hombres. Se notaba pálido.
– ¡Ahí estás! Pensé que te habías arrepentido ¿Estás bien? Me dijeron que nos estarían esperando al frente.
Los dos subieron a un taxi, ya había oscurecido y caían unas pocas gotas de lluvia que pintaban la ventana del automóvil. Frank iba mirando por esta misma, sin poner atención a la conversación que desarrollaba su amigo con los otros pasajeros del taxi que iban al mismo lugar.
El auto se detiene en una luz roja, y Frank focaliza su atención en una elegante pareja que iba cruzando la avenida con sus brazos entrelazados. Una fuerte ráfaga de viento hace que el hombre tenga algunas dificultades amarrando su bufanda marrón. Su atención se concentra en él por las similitudes físicas que tiene con otra persona que ha estado ocupando su mente desde que lo conoció. Finalmente, llegan a la acera y él se da vuelta para mirar la avenida, y la pareja pasa a ser tragada por las luces y reflejos.
Recuerda la primera vez que vio a Gerard, observando los trenes de juguetes que estaban en vitrina en su lugar de trabajo. Los recuerdos lo consumen.
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GERARD// frerard
FanfictionFrank Iero es un veinteañero aspirante a fotógrafo que trabaja como empleado en una tienda departamental en Manhattan, en los años 50's. Sueña con una vida mejor cuando conoce a Gerard Way, un hombre seductor atrapado en un convencional matrimonio s...