C A P Í T U L O V

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D I C I E M B R E, 1 9 5 2.

Estacionaron afuera de una venta de árboles de navidad, Frank prefirió quedarse dentro del auto mientras cargaba su cámara con la película. Cuando termina su tarea, divisa a Gerard junto a un jovencito que trata de atar el árbol que compró, un Douglas Firlaid. El niño sufría un severo resfriado y Gerard se ofreció a ayudarlo con el árbol. Frank sale del auto con su cámara en mano y toma un par de fotos.


El auto va en camino hacia la casa del mayor, con el Douglas Firlaid atravesado entre los asientos traseros y delanteros justo en medio de Frank y Gerard. El castaño ama la sensación de las ramas rozando su piel y ropa, la manera en que el árbol huele, y que de alguna forma Gerard se encuentra detrás de este aunque él no logre verlo.

El auto se detiene en frente de la casa de Gerard. Es un lugar enorme, probablemente la casa más grande a la que Frank haya entrado alguna vez. El pelinegro apaga el motor.

– ¿Entras conmigo?

– Sí.

Gerard abre su puerta y sale del carro. Frank está a punto de hacer lo mismo hasta que ve la puerta principal de la casa ser abierta por Bandit, que sale a recibir a su padre. Florence también se asoma por la puerta, lista para acompañar a padre e hija dentro de la casa.

– ¡Papi...!

– ¡Hola corazón! ¿Sabes qué te compre? Apuesto a que nunca adivinarás...

Frank observa como el mayor y su hija proceden a entrar mientras conversan.


Más tarde en la cocina, el menor preparaba una bandeja con té y galletas. Pasando por la puerta principal se podía ver a Gerard y Bandit en el living, decorando el árbol de navidad. Casi terminando, Gerard coloca una escalera a un lado del árbol.

– ¿Dónde está la estrella? – Bandit remueve la pila de ornamentos y la encuentra.

– Aquí está, papi.

– Esa es mi chica.

Frank observa como Gerard asciende en la escalera y coloca la estrella en la punta del pino.

– ¡Mira qué hermoso! – El pelinegro desciende de la escalera y se une a Bandit, tomándola en brazos – ¿Has visto alguna vez un árbol tan hermoso? Y ahora... ¿Qué viene después de colocar la estrella?

– ¡Más estrellas!

– ¿Sí? Pues... ¡No lo creo! – Responde Gerard haciéndole muchas cosquillas a su hija.

– ¿Encontró todo lo que necesitaba, caballero? – Dice Florence dirigiéndose a Frank, quien observaba la escena ensimismado. Este se voltea a ver la empleada que se encontraba en la parte trasera de la cocina, justo al lado de la puerta de entrada.

– Dios, me asustó. Que idiota.

– Lo siento, señor – Ella en verdad, no lo sentía – Le llevaré eso al señor Way.

Florence toma la bandeja de las manos de Frank y se dirige al living.


La chimenea estaba encendida mientras que Gerard, sentado debajo del árbol, lucha por envolver el set de trenes. Frank está sentado en el piano, improvisando, saltando de una melodía a otra. Una botella medio vacía de vino blanco y un par de copas se encontraban cerca.

– ¿Fueron fotografías mías que estabas sacando? ¿Mientras compraba el pino? – Frank deja de tocar y se queda en silencio.

– Lo lamento, debí haberte preguntado.

GERARD// frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora