C A P Í T U L O X

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D I C I E M B R E, 1 9 5 2

Frank está sentado en una sala de desayunos improvisada del hotel, formada por unas pocas mesas y sillas que no combinan, y una miserable cantidad de café, jugo y panecillos. Él nota a la mujer joven del día anterior sirviéndose una taza de café desde el dispensador de hielo, llevaba consigo un gran estuche negro. Ella se voltea, y cuando ve a Frank sonríe ampliamente.

– Buen día. Me alegra de ver que no te congelaste o algo por el estilo.

– A mí también... – Antes de que pudiera dar una respuesta completa, ella ya había colocado su taza sobre la mesa y sentado a su lado. Frank observa a Gerard entrar al lugar mientras lee un mapa que muestra ciertas carreteras, dirigiéndose en línea recta a servirse un café –...No es el mejor café del mundo el de este lugar.

– Al menos está tibio.

– ¿Qué hay en el estuche? – Pregunta curioso el menor.

– Oh. Enseres. Yo los vendo- o al menos lo intento.

Gerard llega a la mesa donde está Frank y se desploma en la silla.

– Pésimo café.

– Disculpe...– La mujer, sorprendida por su llegada, hace la tentativa de levantarse.

– ¿Perdón?

– Sólo estábamos conversando – Menciona el más bajo.

– Mi nombre es Shields... Kim – Frank le sonríe y le extiende su mano.

– Frank Iero. Él es Gerard Way.

– Un placer conocerlos – Exclama mientras responde el saludo.

– La señorita Shields vende enseres.

Frank hace un gesto apuntando hacia su bolso, y Gerard asiente notándolo.

– Ya veo – Kim busca qué decir después del comentario del más pálido.

– No sé realmente qué es enseres, de forma exacta. Pero nos enseñaron a usar siempre esa palabra. Dicen que atrae a la gente, entonces... Ayer le vendí un calzador a una costurera en Wheeling.

– ¿Vendes alguna cuchilla para afeitar? – Pregunta el menor intentando ayudarla en su negocio.

– No... Pero tengo un mini kit de herramientas – Se queda un rato procesando lo que dijo – Un kit de herramientas no es lo que necesitas, ya veo.

Gerard sonríe de manera cortés, pero le vuelve a dar su atención al mapa.

– Deberíamos estar en Chicago a las cinco o seis, si es que nos vamos pronto – Dice el pelinegro dirigiéndose al menor.

– Ahí es adonde me dirijo. Hay un atajo a través de las carreteras interestatales, se pueden llegar a ahorrar hasta dos horas.

– Dos horas... Suena bien – Susurra el mayor.

– ¿Podemos hacer una parada para comprar revistas?

– Tengo Field & Stream – La mujer hace una pausa para seguir rebuscando en su maleta –... ¿National Geographic?

– ¿Qué tal Popular Photography? – La de lentes le dedica una sonrisa apenada.

– Nope. Por supuesto que no. Estoy condenada a seguir sin ni una venta.

Frank le muestra una pequeña sonrisa a Gerard, mientras Kim negaba con su cabeza.



Ya en la carretera, el camino abierto se extiende hacia los hombres mientras que el coche del mayor pasa deslizándose. En el interior, Frank disfruta del dulce aburrimiento y la compañía de Gerard, mientras que examinaba el dial del radio. Luego, ambos deciden darse un descanso, bajando del auto envueltos en abrigos y bufandas, sentándose en la rama baja de un árbol, junto a la carretera, compartiendo sándwiches y café en termo.

GERARD// frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora