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"Sus ojos miel"

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"Sus ojos miel".

"Foto tomada por Alicia porque ella dice que January se ve aún más hermosa cuando nada la preocupa."

Día 3,144.

30-12-2018.

Alicia.

Hablar de sus ojos es todo un dilema, uno muy complejo, y es que, estos ya llevan cien vidas, su alma es de la chica más longeva en la tierra. Si vez atenta dentro de ese extenso laberinto verás algo más que demonios, verás a una niña que quiere jugar a las atrapadas, sentarse para esperar a que mamá le lea un cuento.

-Son todos- le digo a Rubí terminando de meter mis discos a su mochila.

-Te extrañare mucho, Ali pingüino.

-Lo sé, princesa- la atraigo hacía un abrazo- a la sirenita le conviene mantener sus manos quietas, a menos que las quiera perder.

-¡Ali!- me reprocha ruborizada- No le digas así a Ariel, aparte él nunca me pondría una mano encima. Lo conoces, ni para que te cuento.

Escuchamos un auto llegar por lo que ambas bajamos a despedir a la pareja.

-Cuídala. ¿Quiéres?- le digo al pelirrojo mientras subimos las maleta al coche- Cuídate también tú.

-Tranquila, vamos a estar bien- me dice abrazándome fuerte para que después mi niña hiciera lo mismo- nos vemos en dos semanas.

-¿Qué harán en lo que no estamos?- me pregunta la pecosa desde el asiento del copiloto.

-Me llevare a tu hermana a dar un paseo.

-¿Aprovecharan que estoy en la playa para divertirse juntas?

-De hecho, sí- le dice Jany saliendo de la casa. Rubí solo se había despedido de ella con un frió asentamiento de cabeza.

-Bueno es hora de irnos. Adiós señorita January. Adiós Ali, te amamos- se despide el pelirrojo con un movimiento de mano que le devuelvo hasta que los pierdo de vista.

Ambas comenzamos a subir las cosas en la camioneta prestada por Tony. Emprendemos nuestro viaje con la música de Shawn Mendes de fondo. Iríamos a acampar en algún bosque que nos encontráramos en el camino y nos divertiríamos en algún lugar que nos llamara la atención en el trayecto. Estaba aprovechando a January, su doctora me había advertido que pronto se vendría días realmente malos, eso me llenaba de miedo.

-¿Qué tanto piensas?- me pregunta mientras entrelaza nuestras manos sacándome de mis pensamientos.

-Nada que valga la pena.

-Tengo una idea- me dice con una sonrisa traviesa para luego sacar la cabeza por la ventana del lado del copiloto simulando ser un perro- ¿Te imaginas vivir aquí?

- Sería hermoso- le digo viendo las altas montañas- pero Rubí no soportaría estar aquí ni cinco minutos.

-¡Vista al frente!

-¡Tú fuiste la que me hablo!- me defiendo de sus regaños.

Saca la cámara de mi mochila para comenzar a fotografiar todo lo que ve.

-No quiero olvidar nada de esto- me dice tomándome una foto. Besa mi mejilla- tan hermosa como siempre.

Nos detenemos antes del anochecer, a Jany siempre le gusto ver la apuesta del sol. Abrimos la cajuela de la camioneta para poner nuestras cobijas y sacar la comida. Nos recostamos en nuestra cama improvisada y recargo mi cabeza en el hueco de su cuello, ella me abraza por la cintura.

-Te amo mucho, pingüino.

-Lo sé, mujer- le digo viendo como el cielo comenzaba a verse cada vez más oscuro.

Quería odiarla para olvidar que la amo, despreciarla porque yo siempre estuve ahí; desde sus noches más oscuras hasta sus días más brillantes, aunque ella ni siquiera supiera quién era, y cuando la necesite no supe donde encontrarla. Ella prometió una vez protegerme con su espada, pero me encontré de rodillas en el suelo preguntándome donde estaba, y aun así yo trataba de llegar a ella para volver a caminar de su mano, bailar en media carretera, acariciar su cabello en días de melancolía, susurrarle promesas al oído, cantarle al estar solas, compartir café en la madrugada, silencios, insomnios y miedos, ignorando juntas que esto es solo temporal.

-Vi una feria cuando veníamos, podríamos ir un rato- me dice haciendo gestos tiernos tratando de convencerme- tal vez esta vez sí acepte subirme a los juegos extremos contigo.

-Solo si después vamos una librería... y por helado de yogur.

-Hecho.

Esa noche toque para ella la guitarra hasta que quedó dormida. Al día siguiente fuimos a la feria y a recorrer la desconocida carretera parando en cada lugar que a simple vista se viera divertido. No volvimos a casa hasta que no pasaron dos semanas. No éramos turistas, éramos viajeras. Dormíamos en el auto en cualquier sitio que encontráramos, yo tocaba para ella todas las noches y mientras Jany dormía yo solo le pedía a quien escuchara que me permitieran ver sus hermosos ojos miel al despertar.

Sí. Hablar de sus ojos era todo un dilema, uno muy complejo a decir verdad, porque los adjetivos me llegan solos y me veo en la obligación de inventar nuevas palabras dado que ninguna le hace competencia a su mirar y es que es difícil de explicar la poesía en sus ojos color miel, dulces y amorosos como toda ella, porque, con ellos puedo llenar un poema entero, y el que sigue, porque si escribo más, solo quiero que hablen de ella porque el café me sabe mucho mejor cuando es a su nombre.

 Hablar de sus ojos era todo un dilema, uno muy complejo a decir verdad, porque los adjetivos me llegan solos y me veo en la obligación de inventar nuevas palabras dado que ninguna le hace competencia a su mirar y es que es difícil de explicar la ...

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