"Su final feliz."
"Foto tomada por Ángel, sus amigos estaban muy tomados, Ali había huido de la casa de sus padres que no aceptaban que tuviera una novia, Fernando era un experto escuchando y emborrachándose, según el, lo hacía solo por su mejor amiga."
Día 2,870.
30-04-2018.
Alicia no sabía decir cosas como aquella, las cursilerías nunca habían sido su especialidad. Ella era más de hechos que palabras. Le irritaba de sobremanera que los demás se dijeran una y otra vez lo que el otro ya sabía. A ella no le gustaba decir lo que sentía y menos en lugares públicos, evidenciar lo obvio era absurdo.
Las palabras cariñosas habían salido de su boca una que otra vez, nada que no fuese necesario y siempre iban dirigidas a sus chicos o a Rubí.
Pero la tarde que estuvo frente a la tumba de su amigo lo repitió hasta que se quedó sin voz, su garganta le ardía horrores a causa del llanto pero ella no paraba de sollozar lo mucho que lo quería, él nunca le contesto.
Fernando entre sollozos podía imaginarse a Antonio recargado en la lápida con sus brillantes ojos azules llenos de lágrimas, nunca le había gustado ver a su niña herida, nunca se había permitido que alguien la hiciese llorar, pero esa tarde él era el único culpable de sus lágrimas.
Ambos habían perdido gran parte de sí la noche en que los ojos del dulce chico prometieron no volver a brillar, el dúo dinámico ahora solo era de uno.
Todo siempre había sido perfecto para el grupo de amigos; el inicio fue feliz, el medio ni se diga, pero el final feliz no se sentía por ningún lado que lo buscaran...
Alicia no podía concentrarse más que en la fuerte lluvia que se perdía con sus lágrimas. Antonio odiaba la lluvia, los rayos le asustaban y el frió le molestaba. Ese día llovía como nunca lo había hecho, porque el príncipe azul de la historia ya no estaba para quejarse y al parecer la vida odiaba de sobremanera a la pelinegra.
Fernando pasa su brazo por el hombro de pingüino para abrazarla, nunca en la vida se había sentido tan solo. Ambos se muerden el labio buscando no llorar más mientras veían al hombre anciano comenzar a enterrar a su amigo.
Habían hablado mucho del tema, era una posibilidad real. La muerte y sus consecuencias, pero ninguno en realidad había creído que de verdad pudiera pasar, y es que en sus cabezas la vida aún era un juego. El juego se les había acabado.
En el cementerio no estaba Adamaris, jamás lo volvería a estar. Dafne siquiera puso un pie para preguntar qué había ocurrido. El paradero de Isaac y Ángel era desconocido, no se habían contactado con ninguno de los dos. Carlos, bueno el tal vez estaría dándole una alegre bienvenida a su hermano de otra madre arriba de las nubes, antes de las estrellas.
Alicia veía destrozada como el señor arrojaba tierra al que alguna vez fue un chico dulce y feliz, en su mente aún estaba su fantasma, gritándole disculpas por hacerla llorar tratando inútilmente que dejara de hacerlo. Si estuviera ahí probablemente se refugiara en sus brazos temblando de frió, diciendo maldiciones y estupideces tratando de hacerla reír. Él se preocupaba por ella. Se preocupaba.
Los amigos dejan una última rosa justo frente a la lápida. Era simple, solo su nombre, nacimiento y un epitafio que ellos habían elegido "No importa cuántos aquí quedemos, yo recordare por todos lo que fuimos", era lo que el solía repetirles cuando hablaban de sus vidas a futuros mientras Dafne y los chicos limpiaban sus lágrimas y Ali junto a Adamaris solo fingían que no les dolía.
Se sentía destrozada y traicionada, pero aún más que todo se sentía enojada. Enojada con sus amigas por ser unas malditas egoístas y olvidarse de quien siempre había estado para ellas, enojada con Carlos y Antonio por irse sin despedirse, con January por haber desecho todo su mundo y por culpa de su Viernes no haber podido ir a la fiesta, tal vez así proteger a su amigo. Con Ángel e Isaac por que alguno de ellos bajo efecto de una droga había apuñalado al chico de ojos azules hasta que quedó inconsciente, estaba enojada con los doctores por no poder salvarlo y con los policías por no poder dar con el culpable. Porque sí la vida es bella como muchos dicen no hubiera sido un chico tan bueno y puro como él quién tuviera que marcharse.
El rubio fue enterrado cerca de Carlos solo con un pequeño espacio vació, ahí iría ella cuando su hora llegara, alrededor de ellos estarían los restantes. Pero ahora Ali estaba decidida de que ninguno aparte de Fernando merecían un lugar cerca de ellos, pero tal vez eso con el tiempo cambiaría porque a pesar de todo Dafne y Adamaris aún tienen su lugar apartado en el cementerio. Todo ese sufrimiento ya le había durado demasiado.
La pelinegra recordó las botellas de vino y los cigarrillos al fondo del armario que todos habían comprado con la ahora inalcanzable idea de ir a divertirse el fín de semana.
Sentarse en el sofá a beber y fumar no sería mala idea así que tomo a Fernando de la mano para juntos tratar de olvidar un rato esa amarga sensación en su pecho. Tal vez llamaría a Dafne, y luego de gritarle y golpearla hasta el cansancio, se permitiría llorar en sus brazos, tal vez se sentaría en la ventana como solía hacerlo con el dúo dinámico solo para ver las formas de las nubes, o subiría al tejado como solía hacerlo con Carlos para reír de las idioteces que ambos decían.
Mientras juntos caminaban lejos del cementerio rumbo a la casa que ahora era solo del moreno, Alicia recordó lo que le había dicho una vez un chico con aproximadamente dieciocho años de ojos azules en el suelo del bar con la cabeza en las piernas de la chica "No me importa lo que digas, linda, sí existen los finales felices y aunque no lo creas yo me encargare de que consigamos el nuestro..."
"Seguro que existen, cielo" pensó con sarcasmo.
-Aquí está tu final feliz, príncipe azul- le susurro al viento, pidiendo que alguien a lo alto la escuchara.
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Presentate las veces que hagan falta.
Teen FictionEl trastorno bipolar; la hizo morir viva, la hizo olvidar. Es una maldición en forma de persona, se hace llamar Viernes. No tocó la puerta, sólo entró, sin pedir permiso. La encontró dormida en aquel sofá y decidió no despertarla, jamás. Le robó ros...