"Día sabor café"
"Foto tomada por Carlos a Ali mientras ella buscaba con la mirada a su pingüino, momento que lo conmovió."
Un día del cual solo algunos se acuerdan en el otoño del 2017.
Alicia...
Rubí tiende a burlarse de mí todo el tiempo cuando comparo cualquier cosa que me rodea con el café. "No todo en el mundo es café, Ali" suele decirme entre risas. Pero si de algo sabía yo, era de esa bebida caliente, fría en ocasiones, con un sabor tan peculiar así como inolvidable.
Decidí levantarme temprano hoy, el día estaba gris, como si advirtiera que llovería en un par de minutos más, lleno la cafetera y sacó el periódico. Llevo desde el cumpleaños de Jany sin empleo, la cafetería ha cerrado ya que el dueño falleció y su hijo no quiere hacerse cargo de ella, la ha vendido para la construcción de una clínica.
No he tenido valor para darles la noticia, mucho menos con los materiales que Rubí requería para sus clases de pintura, además de Viernes visitando a January cada vez más constantemente y todas las veces que he tenido que llevarla al psiquiátrico debido a sus ataques de ansiedad.
Recientemente olvidó quien era, quienes éramos nosotras y que éste era su hogar, no quería que nadie la tocara, tuve que sedarla y llevarla al hospital hasta que Viernes se fuera.
-¿Pingüino?- me llama una dulce voz a lo que apurada escondo el periódico en mi mano con varios anuncios de empleos encerrados- ¿Otra vez no fuiste a trabajar?
Lo único que hago es negar con la cabeza evitando hablar, soy mentalmente incapaz de mentirle.
-¡Eso es genial!- dice entusiasmada- podrás ir a verme a la competencia de hoy.
Siempre me iba muy temprano y pedía permiso para poder llevar a mi niña a la escuela para después regresar por lo que nunca la había visto en uno de sus concursos. Le preparo el desayuno y la ayudo a hacerse sus dos moños en el cabello para que después ella vaya a hacer su mochila. Subo a la habitación que comparto con January.
-Mujer- la llamo besando su frente para después hacerlo con sus mejillas y nariz.
-Deja dormir, cielo- se queja tapando su cara con la cobija.
Salgo de la habitación con sonrisa divertida para ir a la de mi pingüino.
-Linda, Viernes se ha ido. ¿Quiéres que Jany también vaya?
-Este día no puede ser mejor- gritó feliz.
Regreso para intentar despertar a mi novia, una vez que me doy cuenta de que es un caso perdido tomo la esquina del colchón para elevarlo y hacer que ella caída al suelo ganándome un golpe en el brazo de su parte. Ambas nos arreglamos para ir a la escuela de mi pequeña.
Lejos de las gradas donde nos encontramos estaba Rubí viendo con una sonrisa el lugar en el esperábamos ansiosas.
-Linda- la llamo su profesor- parece que tu hermana llego acompañada ¿Quién es?
Rubí mira atentamente a la chica de cabello negro y corto, con una sonrisa cariñosa viendo atenta a todas partes y cuando al fin da con ella le regala una mirada llena de amor, de esas que solo podía dar Alicia, está estaba acompañada por cinco chicos que reían con ella, una rubia y una castaña de ojos miel, al lado de Dafne estaba el lugar de Adamaris, vació como casi siempre.
-Mi mamá...- contesta la niña pecosa sin dudarlo.
Se sentía la tensión que rodeaba a la pequeña pecosa, pero solo hasta que su mirada se topó con la mía.
Muchas veces me había sentido sin camino por el cual caminar, sin un destino al cual llegar, sin una meta por la cual pelear.
Medite el marcharme, tal vez cuando se apagaran la luces. Solo tomando unos cuantas camisetas, mis botas y una cuantas fotografías. Huiría cuando estuvieran dormidas, nunca me gustaron las despedidas. Prendería la radio, así no escucharían mis pasos, no abriría la puerta, saltaría por la ventana. Eran pensamientos que tenía muy a menudo y nunca confesaría.
Por la noches mis demonios compartían una taza de café conmigo, repasábamos los momentos más importantes del día y me sentía más sola que nunca. Llegue a llenar una de mis viejas mochilas, caminaba varias calles pero siempre terminaba regresando, siempre en el mismo punto. Y es que unas pecas que, fácil pasan por constelaciones, me hechizaron. Una dulce risa era la razón de mis mejores canciones.
Volvía con remordimiento, no por January. Sabía que lo nuestro nunca sería, aunque quisiéramos, porque nosotras éramos como un número telefónico; algunas veces llevaba el nombre de mi amada Jany, otras era solo un número desconocido el cuál era imposible de identificar. Pero sí regresaba por Rubí, ella era mi meta, la pequeña que me había robado el corazón y por la que no descansaría hasta que tuviese la vida que merece.
-Para celebrar el triunfo del pequeño ratón- ofreció Jany- yo cocinare la cena.
-Paso- digo al unísono con mi niña- mejor yo lo hago.
No era una sorpresa que mi novia era pésima cocinando, sin embrago por esa sonrisa que últimamente no veía gracias a Viernes haría mis sacrificios. Ambas estábamos juntas en la cocina y Jany me robaba besos de vez en cuando. El teléfono comienza a sonar, mi princesa se apresuró a contestar.
-Ali...- dice llegando junto a nosotras- llamaron de la cafetería, dijeron que debes ir mañana a recoger tu último pago... ¿Cuándo nos ibas a decir que ya no tienes trabajo?
Si, era un día sabor café, no importa que tanto intentes endulzarle, cuanto trates de disfrutarlo o con cuantas galletas lo acompañes, siempre te deja un sabor amargo al terminar. Vaya día sabor café...
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Presentate las veces que hagan falta.
Teen FictionEl trastorno bipolar; la hizo morir viva, la hizo olvidar. Es una maldición en forma de persona, se hace llamar Viernes. No tocó la puerta, sólo entró, sin pedir permiso. La encontró dormida en aquel sofá y decidió no despertarla, jamás. Le robó ros...