Capítulo 26

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—Oye, me tocaba a mí contarlo—. Se queja, es lo primero y único que dice después del insufrible silencio que se forma entre las cuatro. Luego, como si nada hubiese dicho, vuelve a hacer lo que se encontraba haciendo, como si lavar los platos fuera la cosa más interesante del mundo, cuando ella misma no era muy fanática de hacerlo. Era más que evidente que solo estaba evadiendo, inexplicablemente, el tema.

—Es que tu forma de contarlo nos saca de dudas—. Comenta, con notable sarcasmo, la chica deportista.

—Sí quieren saber, lo mejor es que me ayuden a terminar esto primero—. Repone, haciendo que la castaña se queje en desaprobación.

—Eres una aburrida.

—Gracias, doña nosotras limpiamos los trastes y yo no hago nada—. Insta, girándose a verla un momento.

—Ahora está cambiando de tema—. Acota, como protesta—, pero no te puedes quejar, ya te estoy ayudando—. Agrega, y cuando la pelirroja se gira para comprobar, presencia que la chica se encuentra, por fin, secando los platos.

—No es que me estés ayudando, es que te toca hacerlo—. Recuerda, pero esta vez tomándola del pelo.

—Haz estado más bipolar de lo normal, Caroline—. Señala ella.

—Créeme, ni yo sé que me pasa—. Confiesa ella—. Tal vez son demasiadas confesiones por un día... Estoy harta. Quiero acostarme y relajarme un rato.

— ¿Paso algo además de lo de Stevan? —. Interroga, Isabella, posesionándose a su lado.

—Sí...—. Manifiesta, con la voz ligeramente apagada—. Ha sido un día de locos, demasiado largo y emocionante para mi gusto—. Murmura, desviando un poco el tema, al tiempo en que una pequeña lagrima resbala por su mejilla, y con todo, y las manos llenas de espuma, la aparta de inmediato, tratando de tener cuidado con las gafas—. ¡Ah! Eso no ha sido una gran idea—. Se lamenta, cerrando el ojo, quitándose las gafas e inclinándose hacia el lavaplatos, buscando enjuagarse el ojo.

— ¿Mejor? —. Asiente—. ¿Quieres hablar de lo sucedido? —. Inquiere, Jake, sonriéndole desde su posición, o al menos eso supone, ya que como no trae las gafas, y su vista no es la mejor desde lejos, ve a la chica un poco borrosa.

—No creo que tenga nada de emocionante hablar sobre cómo me metí jabón en el ojo—. Bromea, pero al mismo tiempo lágrimas iguales a las de esa tarde se derraman por sus ojos. Recuerdos de la conversación con Nidia llegan de repente.

Ambas dentro de la biblioteca vacía, mirándose la una a la otra, no teniendo más que hacer. Stevan las había dejado solas, había dicho que se iba a cambiar y cuando le pregunto si la esperaba, ella había respondido que no, aunque él no se fue sin antes haberle recordado que podía llamarlo por cualquier cosa, y obviamente sabía a qué se refería, pero en ese momento no podía pensar en eso. Debía, y estaba, más conmocionada por lo que su mejor amiga tenía para decir, que su instinto le decía provocaría un caos en su interior.

— ¿Qué sucede, Nidia? Sé que a veces solemos adivinar lo que piensa la otra, pero no creo que eso funcione por ahora, más si no sé qué es lo que viniste a decirme—. Decide hablar, tratando de aligerar un poco el ambiente.

—Tú forma de hablar ha cambiado un poco—. Murmura—. Ya no es tan cuadriculada

—No considero que eso sea cierto—. Repone, apoyándose contra la pared, y acomodándose el vestido, que hasta el momento no recordaba. Debía cambiarse una vez terminara esta conversación.

—Y allí estás—. Replica ella, sonriendo, suponía que recordando algo—. Carol, sé que solo tratas de protegerme...

—Esto me trae un deja vu—. Musita en voz baja, acomodando un mechón de cabello rojizo detrás de su oreja.

Uniendo Fuerzas [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora