Junjie

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Eli había despertado antes del romper del alba. Se había posicionado en los escalones de la entrada, tratando de despejar su mente.

"Primer día en tierras nuevas"

Tenía la misma sensación de aquella vez en las Cavernas del Este, por lo que agradecía mucho el no estar solo en esta situación.

—Te levantaste temprano.

Esa voz le hizo embozar una sonrisa entusiasmada mientras contemplaba cómo el dueño descendía a su lado.

—Te gané.

El paisaje de un eterno invierno era conmovedor, surtía el mismo efecto que Bajoterra en Eli. Pensó que mañanas hermosas como esas siempre son fugaces, por lo que no quería desaprovechar.

—¿Quieres hacer un duelo?

—No puedo rechazar esa oferta viniendo de ti.



...



Eli mentiría si dijera que no puso todo su empeño en impresionar al asiático en el duelo. Y de hecho, se había asombrado a sí mismo al verse resistir tanto ante la fuerza de su contrincante.

—¡Chicos, tenemos que irnos!

"Bueno, no todo es para siempre".

No sabía si Junjie le había entendido, pero quería resolver esto más tarde.



...



El camino hasta la dichosa tienda de ropa se estaba haciendo largo. Notó que Junjie lucía algo incómodo ante el entorno, supuso que no le agradaba la multitud. Él tampoco era fan de estar encerrado con muchas personas en una caverna, pero lastimosamente, no podía hacer nada.

—Oye, Eli.

—Dime, Kord.

—Necesito encontrar algo que Pronto me pidió, y necesito a Trixie para conseguirlo. ¿No hay problema en que nos vayamos por un rato, cierto?

—Claro. Son libres, chicos.

—¡Genial!

Un Kord alegre y una Trixie con actitud reacia hacia lo que sea que fueran hacer, se encaminaron en otra dirección. 

—Parece que quedamos tú y yo.

"Solo él y yo... Con eso me basta".



...



Eli juraba que hasta hace cinco minutos estaba junto a Junjie.

Se había distraído con una linda chaqueta azul, y no había dudado ni un segundo en tomarla y probársela.

—Parece que te gusta mucho el azul.

Volteó rápidamente al reconocer esa voz. Al verlo, no pudo evitar arquear un ceja.

—¿Sabes? Prefiero el amarillo —ni siquiera sabía de dónde sacaba el valor para hacer ese comentario, pero agradeció que el otro no reaccionara de mala forma.

—Y yo el azul.

Se fijó en la mirada analítica que Junjie le lanzó por unos segundos antes de darse cuenta de lo que este hacía.

—Mejor así.

Solo pudo reír junto a su amigo al ver sus prendas intercambiadas. Definitivamente, el amarillo no estaba nada mal.

Al ir a pagar por la ropa y ver la sonrisa de la dueña del local, sabía que debía haber algo detrás de esos ojos juguetones, mas no esperaba aquello:

—Tomen su cambio. Se me olvidó decirles que hay descuento para parejas.

Casi se ahoga con la nada al oír aquello. Ni siquiera fue capaz de ver a Junjie.

—Ya saben, pares de ropa —esa sonrisa permanecía ahí.

—Cla... claro.

Nunca estuvo más avergonzado.





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