Humanos

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Los humanos somos una escala de grises. Algunos, más oscuros que otros. Eso hace que en realidad, la extinción del hombre sea una opción viable dentro de lo que cabe.

Eso Eli lo sabía, eso Junjie lo sabía. Todos los presentes lo sabían. 

Y nadie lamentaría la posible derrota de hoy.

Un hombre hace la diferencia. Si no me creen, pregúntele al sujeto que dio fondos a para una investigación acerca de el sobre-desarrollo de caracteres genéticos en seres humanos.

Ah, espera. Ya está muerto.

La avaricia lo mató. La idiotez dirían algunos. Fuera lo que fuera, todos pagaron caro por su ignorancia. Por eso se encuentran ahí, esperando la orden de ataque, sin saber si vivirían para contarlo.

Traer desde Montana a un monstruo de más de quince metros de alto hasta Colorado sonaba fácil, ¿no? ¡Ja!

Verdaderamente una locura. Pero era eso a llevar el (enorme) dispositivo a un objetivo que estaba en constante movimiento. Así que sí, llevar a la cosa por tres Estados, juego de niños.


...


Se levantaron a las seis de la mañana, con el cielo gris dándoles un frío saludo. A pesar de eso, Eli se encontraba con ánimos, tratando de mantener la fe en que podrían salir de esto sin tantas bajas.

Sabía que esta sería la jugada final de los sobrevivientes de la Superficie. Que esta era la oportunidad que habían estado esperando desde que se vieron obligados a vivir entre los escombros. Su última esperanza.

Tan positivo como podía ser, iba dar todo de sí para ganar en nombre de la humanidad.

—Buenos días, Eli —había escuchado a sus espaldas. Dando la vuelta, se había encontrado con esos ojos oscuros que, ahora que podía verlos más de cerca, eran de un suave avellana.

—Buenos días, Junjie —respondió antes de envolverlo en un abrazo.

Estas son las pequeñas que cosas es que el asiático amaba del lindo chico de azul, estos pequeños momentos que hacían una diferencia en su día a día. Seguía pensando que la vida era injusta, dándole lo que verdaderamente deseaba en un momento tan fácil de perderlo.

Suspiró, apoyando su frente en el hombro del más bajo. Sentía como si el momento se le escapara por las manos, tal agua entre sus dedos. No quería soltar a Eli; no mientras sea real, no mientras esté vivo.

El Shane sentía la angustia del mayor. Sabía que no había nada que pudiera decir, nada que no haya dicho ya en sus escapadas del refugio.

Podían ser héroes, pero ante todo, eran humanos. Y nunca cuentan esta parte de la historia, pero no quiere decir que no haya pasado: todos lloran detrás de cámaras, sufren detrás del telón, lamentan las pérdidas al final de la obra.

Por eso, las sonrisas son más brillantes, sus ideales más fuertes, y sus recuerdos más valiosos. Pues la esperanza está ahí, nadie dijo que la abandonaras.


...


Kord había pasado un año junto al chico Shane y realmente podía decir que lo conocía bastante bien. 

Ya habían transcurrido tres horas desde que dejaron la base, aún faltaban nueve horas más para llegar a su destino: el Estado de Montana.

Aún no entendía muchas cosas de la Superficie, pero supuso que era algo similar a las cavernas. 

Durante su estancia en el llamado "bus", pudo observar (mientras se acomodaba en los pequeños asientos. Porque, viejo, ¿en serio tenían que hacer tan pequeñas estas cosas?) como los ojos de Eli reflejaban una discusión interna.

No era tan bueno en descifrar conductas como Trixie, pero uno se hace psicólogo por los mejores amigos.

—Amigo, ¿estás bien?

Hacer que Eli le contara de sus problemas no era tan difícil como pensaba, al menos no para él. Así escuchó atentamente al chico, mientras recordaba al muchacho de quince años que conoció hace tiempo; el mismo que le dijo que estaba feliz de conocer a un troll.

La mayoría de humanos le temían a su especie: a su enorme y ruda apariencia. Por mucho tiempo, no comprendía que era lo que los hacía diferentes, y con el pasar de los años, simplemente se fue resignando. 

Entonces aparece este muchacho, diciéndole que no había nadie más leal y confiable.

—No sé cómo decirle a papá.

>Son las primeras veces que lo veo desde hace años. Y otra vez estamos en medio del fin del mundo.

>Solo quiero decirle todo. Quiero que conozca al hijo que dejó atrás.

No le sorprendió mucho el enterarse de que había prejuicios humanos... entre los mismos humanos.

Pero nunca había escuchado a Eli tan preocupado por la opinión de alguien. Sí, era su papá y eso... Le parecía erróneo que fuera algo a lo que debía temer.

Kord ya sabía las preferencias del chico. Todavía recuerda esa tarde en el taller, esa cuando el chico, afligido, se le acerca para hablar; confesándole que era gay y el pequeño enamoramiento que tuvo con un chico de la Cavernal Comercial.

Aquella vez, vio a Eli y se vio a sí mismo cuando era un niño. Nuevamente, una pregunta había llegado a su mente: ¿qué era diferente?

¿Por qué de pronto era más importante los gustos de una persona, que la persona en sí?

¿Por qué importaba más la especie, que el sujeto en sí?

Al final, todos eran los mismos: humanos, trolls, topoides. Inclusive, ¿qué mérito daba el hecho de ser humano?

Y, ¿qué mérito quitaba ser diferente a la mayoría? A veces, simplemente no entendía cómo funcionaban las cosas.

—Bueno, es tu padre. No creo que pudiera odiarte, siquiera.

>Aún si no lo acepta. Eres tú, y no hay nada que diga que ser tú es malo. Solo dilo, y que pase lo que tenga que pasar.

—Tienes razón, Kord. Gracias.

—Siempre, hermano.

Vio como el chico se sentaba junto a su padre. Solo esperaba que todo salga bien.
























Ya casi llegamos al final ewe

Cualquier error, culpen al celular. Hoy no pude conseguir la computadora ;-;

Más tarde lo editaré.

Karx fuera.



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