Promesas bajo las estrellas

1.3K 156 53
                                    

El origen del mal que yacía en las profundidades, estaba en lo más arriba.

"Irónico, simplemente irónico", había pensado Junjie.

Como humanos, todos nos equivocamos. Pero este era un error demasiado grande, y sabían claramente lo que hacían.

La avaricia ciega a las personas. Junjie siempre se había esforzado por permanecer estable sobre sus ideales, y aunque en algún momento lo había perdido todo, valió la pena. Pues, una vez tocó fondo, sus amigos le ayudaron a subir.

Y bueno, aquí estaban ahora, elaborando un plan de ataque hacia lo desconocido. La vida sí que da vueltas.

Salió de sus pensamientos un momento, observó su habitación en un refugio de la famosa Superficie. Sentía algunas miradas curiosas en su espalda, probablemente la de sus compañeros asignados al mismo cuarto. Optó por ignorarlos, si seguía despierto, era por esperar a Eli.

—Hey, Junjie.

Hablando del chico.

—Vaya, demoraste un poco.

—Sí, bueno..., ya tienes una idea de cómo es papá.

Rieron un poco, ignorando la atenta mirada de los demás chicos del cuarto. Estaban extrañamente orgullosos de mostrar lo bien que se llevaban.

Nadie de los sobrevivientes dijo algo, solo se encogieron de hombros ante la peculiar atmósfera que los extraños formaban.



...



Media noche, cuando las estrellas son más brillantes. Eli no demoró en asomarse por la litera en la que supuestamente dormía hace unos segundos.

Contempló las hermosas facciones del chico que lo traía torpe los últimos meses. No queriendo perder más tiempo, le despertó.

—Junjie... —había susurrado únicamente para el oriental.

—¿Eli...? —respondió algo adormilado, una vez su vista enfocó al muchacho, su corazón latió enternecido por el panorama ante sus ojos: Eli parecía un ángel bajo la luz de la luna.

—Ven, te quiero mostrar algo —dicho esto, aterrizó silenciosamente en el suelo, se colocó sus botas y esperó pacientemente a su compañero.

Junjie no tardó en imitarle. Ambos se escabulleron hábilmente por el refugio, porque claro, colarte en instalaciones privadas y palacios orientales te entrenaban para estas cosas. En fin, llegaron a la entrada principal sin ningún contratiempo.

Una vez salieron, Junjie casi da un pequeño salto del susto. Ante él, lo que Eli llamaba "cielo" se extendía infinitamente. Aquellos destellos amontonados en el aire lucían amenazantes para él.

Espera, no son destellos. ¿Acaso...?

—¡Mira, Junjie! ¡Estrellas!

Con algo de temor, avanzó a través del descuidado pasto, su mirada seguía fija en el cielo nocturno.

La sonrisa de Eli no cabía en su cara, estaba tan emocionado y enternecido de ver a Junjie en esa faceta. Estaba feliz de tener la oportunidad de enseñarle una parte de él a su amigo.

Eli recordaba esas noches sin dormir luego de quedar "totalmente" huérfano, por un largo tiempo, las estrellas fueron sus únicas amigas aparte de Burpy. Y por un momento, regresó a aquellos años de su infancia, en los que la soledad daba golpes más duros y su armadura estaba demasiado desgastada como para cubrirle.

Ahora estaba con Junjie, y por una vez, se sintió realmente imparable.

—Sentémonos ahí —el chico azul señaló uno de los pocos árboles que se mantenían de pie.

El aire frío de la noche susurraba una suave canción. El par de chicos aún miraban las brillantes estrellas del firmamento, hoy estaban más hermosas que otras noches, pero eso ninguno lo sabía.

—Junjie... Cumpliste tu promesa.

Apartó la vista del cielo para ver a Eli, este no le dirigía la mirada.

—Bueno..., tú también.

El asiático respiró profundamente. Si iba a hacer algo, era ahora o se acobardaría más tarde. Entonces se paró temblorosamente, el contrario hizo lo mismo, extrañado por las acciones de Junjie.

—Eli, tengo algo que decirte...

Pero las palabras quedaban atrapadas en su boca. Preso de una pequeña (pero creciente) desesperación, tomó su siguiente curso de acción.

Se apoyó delicadamente en los hombros del muchacho. Se inclinó levemente hasta rozar los finos labios de Eli con los suyos. Esperaba que el otro se apartara, le detuviera, que le gritara...

Pero no, le correspondió.

Un dulce beso: sin lujuria ni segundas intenciones. Solo un par de chicos que no creían en limitaciones para amar. Solo un par de chicos unidos por las promesas de un cariño que no había sido profesado.

Solo un par de chicos que se besaban bajo las estrellas.  





PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora