El Campeón del Este aún tenía una promesa que cumplir.
》Descargo toda la responsabilidad de los personajes, solo soy dueña de esta historia.
》Capítulos cortos, pero frecuentes.
》Yaoi/BL.
Disfruten.
Lo primero que vino a la mente de Eli al regresar a su tierra natal, fueron todas esas películas que planteaban el posible fin del mundo.
Bueno, ahora podía comprobar que no estaban tan alejadas de la realidad.
Su mayor preocupación al pasar por el Descenso fue el llamar la atención de la gente de la Superficie. Vaya sorpresa al encontrarse con las calles desiertas.
Más que desiertas, desoladas. Parecía como si algo hubiera arrasado con todo, destrozando lo que se puso en su camino. Adineradas casas, árboles, imponentes edificios: nada se había salvado.
—Eli... —empezó hablar Tad, usando ese tono que sugería una pregunta no dicha: "¿qué demonios pasó aquí?"
El chico Shane alzó su arma, esta emitió ese sonido con el que estaba muy familiarizado. El resto de la banda y los demás protectores de las cavernas imitaron sus acciones.
El tenso silencio se cortó abruptamente por un movimiento entre unos troncos de árboles caídos. Con los nervios crispados, todos apuntaron.
—¡Ustedes! —una niña salió de los escombros, en sus manos tenía una pistola firmemente agarrada. A pesar de su postura, parecía más calmada que los demás.
—¿Quién eres? —preguntó el Shane mayor, bajando levemente su lanzadora.
—Romina, ¿quién pregunta? —la atención de la chica pasó al interior del arma de Will, abrió sus ojos con asombro y embozó una sonrisa que, a simple vista, se notaba que no asomaba mucho por su cara—. ¿Esa es...? ¡Esa es una babosa! ¡Y... y un troll!, ¡oh... apuesto mi porción de la cena a que eso es un topoide!
>¡Sabía que eran reales! ¡Sí!
—¿Tú... conoces sobre las babosas?
—Bueno... solo eran una leyenda, un cuento que inventaron las madres de los refugios para darle esperanzas a sus niños... o más bien, un consuelo vacío para que puedan dormir en paz. ¡Pero son reales! ¡En verdad podemos salvarnos!
Romina caminó al titubeante hasta el grupo de extraños. Will se agachó a la altura de la joven, tendiéndole la babosa electroshock; ella la agarró suavemente entre sus delgadas manos, contemplando la mítica criatura.
—Vengan, tienen que venir al refugio.
...
Decir que no se armó un pequeño relajo en el refugio era una mentira más grande que el orgullo de Twist. Y no, eso no está a discusión.
Los sobrevivientes estaban conmocionados por las extrañas criaturas que pisaron sus cuarteles. Y aunque ya pasó la peor parte, algunos aún miraban de mala forma a la niña que había traído a seres tan extraños.
—¡Romina! ¡Vine en cuanto me avisaron! —entró corriendo una chica albina, aparentaba más edad que la otra.
—¡Stary, no entres así!
—Es muy temprano para que empiecen a pelear, ¿no creen? —entró otra muchacha con un mechón de cabello pintado de color violeta.
—¡Jeny! ¿No andabas de excursión?
—Acabo de llegar, justo a tiempo antes de que empiece la masacre.
Las jóvenes charlaban amenamente, dejando de lado a la banda de extranjeros, quienes analizaban el lugar con mucha curiosidad.
Eli veía cómo Junjie quedaba fascinado tras ver el cielo por una ventana que había en la habitación. Se recordó a sí mismo que aún le debía una visita a las estrellas, y estaba más que emocionado por cumplir su promesa.
Todos voltearon a la puerta al escuchar a alguien entrar. Ante ellos, se mostraba un hombre de expresión seria; las jóvenes irguieron su postura en señal de respeto, Will fue a dar cara por todos.
—Tenemos que hablar —había dicho el hombre antes de hacer una señal para que le siguieran. El Shane mayor volteó hacia su hijo, quien le dio una mirada decidida.
Igor, Junjie y Tad no tuvieron que preguntar. Ya sabían que también les concernía a ellos.
