Nueve

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Lisa estaba preparando un café, se quedó dormida después de que Jisoo la llamará y le diera la noticia, hasta está alturas Lisa estaba frustrada, de nuevo la vida le daba otro golpe, acaso Dios ya se había olvidado de ella. Dio un suspiró pesado y se fue a sentar a su sillón, su idea para este día era no contestar llamadas, no mirar la televisión ni el internet.

Se recostó sobre su sillón, puso sobre su rostro una almohada, sus lágrimas pronto se resbalaron. Tocaron a su puerta, molesta contestó.

- ¿Quién? - preguntó.

- ¿Está la señorita Lalisa? - preguntó un chico al otro lado de la puerta.

Lisa no tuvo otra opción y se levantó, limpio sus lágrimas, se acomodó lo ropa y abrió la puerta, encontrándose con un chico joven con un sobre en sus manos.

- ¿Usted es la señorita Lalisa? - preguntó el chico quien acomodó sus lentes.

- Si... - respondió temerosa, pues sabía a qué venía el chico.

- Esto es para usted - le entregó el sobre - dentro de dos semanas debe presentarse en el juzgado.

- Entiendo, gracias - no dejó de ver el sobre.

- De nada, me retiró.

- Está bien - Lisa cerró la puerta y dejó el sobre la mesa, no quería leer, no quería saber nada de nadie, por el momento.

(•••••)

Rosé estaba en el parque vino con todos sus empleados a pasar el rato. El pequeño bebé observaba detenidamente el árbol grande del cual estaban debajo cubriéndose del sol.

- Rosé, ten mucho cuidado Bibu se puede enfermar - aconsejó Wooseok a la chica que le aplicaba protector solar al pequeño.

- Vamos Wooseok, a él le gusta estar aquí, además lo estoy cuidando muy bien - le sonrió.

- Estoy dejando en tus manos al pequeño - la miró amenazante.

- Si, lo que digas.

- ¡Vamos Wooseok! - gritó Mimi quien tenía en sus manos una pelota.

- ¡Voy!, sobre de ti me voy si le sucede algo.

Rosé rodó los ojos.

Wooseok fue con los demás, Rosé sigo mirando la revista que tenía en sus piernas. Bibu solo miraba el cielo y reía cada vez que un pájaro pasaba volando.

Después de varias horas, los chicos volvieron cada quien a sus casas, Rosé llegó a su casa y como siempre dejó al bebé en su cuna especial que había comprado para él.
Rosé preparó su alimento para el bebé, después de este, acomodó su cama para por fin descansar. Cuando el bebé comenzó a llorar por un malestar, Rosé al oír su llanto corrió a su auxilio.

- ¿Qué sucede Bibu? - preguntó angustiada.

El bebé sólo lloraba por la molestia.

Rosé no sabía que hacer, por un momento se quedó en blanco. El llanto del pequeño hizo sacarla de su trance, tomó su teléfono y llamo a la persona que creyó que le ayudaría.


- Por favor contesta - mordió su labio.

Complejo De Madres | ChaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora