Sus largas manos acariciaron su vientre con delicadeza dejándose envolver por el tierno sentimiento de que un ser vivo, con características de Namjoon y de ella, ahora crecía. Mordió su labio reprimiendo una sonrisa al observar su reflejo en el espejo.
Sus mejillas estaban coloradas e incluso podía jurar ver un poco más de peso en esa zona. Sus ojos portaban un brillo inigualable y ahora prefería optar por una postura diferente. Se decía así misma que cuando aquella panza llegara a los 8 meses caminaría sosteniendo su cintura, sus pies se hincharían y su piel se vería fresca y lechosa, sobre todo muy suave.
El viaje a Japón solo le confirmó sus errores en el pasado pero ella ahora tomaría la decisión correcta. No volvería a abortar aún si Namjoon no elegía estar a su lado, aquello estaba borrado de su mente. Nayeon estaba totalmente decidida a tener su bebé y empezar su vida, aunque claro, si Namjoon decidía dejar todo y empezar de nuevo, ella lo aceptaría con los brazos abiertos. Nayeon haría las cosas correctas.
No esperaría más, una semana era suficiente para poder planear su viaje a Seúl.
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Todo en él le parecía un completo asco; empezando por lo hinchados que se encontraban sus parpados esa mañana. Pero aún así tuvo la fuerza de tomar una ducha e ir al trabajo.
— ¡Oh por Dios, Jimin! ¿Qué te sucedió? — Fue Sana quien limpiaba un termo de café quien al ver a su amigo dejó todo lo que estaba haciendo para ir hasta dónde el pelinaranja se encontraba.
Jimin apenas sonrió al ver la expresión de preocupación de su amiga. Sana en cambio le tomo de sus hombros y trató de estudiar su rostro para encontrar cualquier respuesta.
— ¿Por qué estuviste llorando toda la noche? — Jimin bajó su mirada con vergüenza por su acertada pregunta.
— Solo están hinchados mis ojos, no es para tanto. — Contestó tratando de desviar la conversación pero Sana frunció sus labios negando al instante.
La pelirroja le miraba alzando su mirada debido a que Jimin le llevaba unos cuantos centímetros de altura pero aún así, el chico se sentía intimidado por los ojos de su amiga.
— La cara, los labios resecos y mordidos, tu cabello apenas lo cepillaste y vamos, de cuando aca Park Jimin usa ropa extra grande y que evidentemente es muy vieja.
Bien, en eso su amiga tenía toda la razón. Sus ganas de vivir se quedaron en la cama y solo tomo la sudadera vieja de Jungkook pues aquella le quedaba enorme y pensó que cubría perfectamente su estado ánimo.
— No quiero hablar de esto. — Dijo con voz entrecortada. Sana frunció sus cejas creando un pequeño puchero, negó con su cabeza y dio un ligero apretón a los hombros de su amigo. Jimin no pudo con aquella imagen tan tierna que estuvo a punto de romperse a llorar. — Vamos, Sana. De verdad que no quiero hablar de esto.
Sana bajó su mirada y soltó sus hombros y asintió comprendiendo la insistencia de Jimin.
— De acuerdo. — Dijo por fin y le regaló una sonrisa reconfortante. — Prométeme que acudirás a mi en cuanto necesites desahogarte.
Jimin soltó un fuerte suspiro y con su cabeza dio un leve asentimiento, Sana no se quedó tranquila pero lo aceptó. A lo largo de su turno se vio envuelto de problemas como llevar mal la cuenta, las bebidas y los pedidos. Estaba hecho un caos, lo único que deseaba era llegar a su casa y hundirse en su cama.
Chaeyoung llegaba hasta la tarde junto a Hoseok, Namjoon había entrado a medio día y Sana se iba solo una hora antes que él. Fácilmente podía evadir a todos en la salida, sabía que cualquiera de ellos iba a preguntar sobre su deplorable estado y Jimin no se sentía con las ganas de hablarlo.
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LOVE WHO LOVES YOU BACK •YOONMIN•
FanfictionJimin había dejado un grave problema en Seúl a sus cortos 18 años. Fue un golpe a su realidad, así que no se opuso cuando su padre fue furioso en busca de él y lo llevó de regreso a Busan, donde pertenecía junto a su hermano menor. Desde ese moment...