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Las decisiones que más duelen son las que más se evaden; sin embargo, están lejos de ser las más erradas.

Mna.n

—No es justo, majestad—

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—No es justo, majestad—. La princesa no derramaba lágrimas, pero su existencia estaba a punto de ser determinada.

Toda su vida se centraba en eso—complacer a su progenitor—y no concebía la idea de perder todo su progreso por una antigua regla insensata.

•••

Era 13

— ¡Necesitamos irnos ya! —gritó una joven a la muchacha detrás de ella con voz cargada de urgencia. — ¡Corre! No podemos permitirnos ser descubiertas.

— Nadie osar puede tocarme, Elara, yo soy...

— ¡Cállate! —interrumpió Elara, visiblemente asustada. — Puede que seamos parte del árbol central, pero nuestras tierras están protegidas por los habitantes del sol. Debemos mantener la guardia baja hasta que te hayas ido.

— No hay celestes, Flamers o Vapors que puedan castigarte por ayudarme. Y aunque no tenga mi sombra conmigo, si alguna apareciera, no sería capaz de tocarme. —dijo Alyssa con una mezcla de desafío y desesperación. — Soy una princesa, y de ellos se presume su bondad. —concluyó con una sonrisa forzada, intentando mantener el valor.

— No son los seres perdidos los que me asustan, sino mi propia raza, que fue casi completamente exterminada por los tuyos —replicó Elara, su voz temblando de resentimiento. — Te estoy ayudando porque parte de mi ser es de un oscuro, pero no estoy contenta con ser descubierta y generar más odio hacia mí. —dijo, clavando su mirada en los ojos de Alyssa.

— ¡La barrera se está cerrando! —exclamó Alyssa, con los ojos muy abiertos. — Ha sido un placer, Elara.

— ¡Ten cuidado! —advirtió Elara, el temor palpable en su tono. — Recuerda que estás sola. Detrás de esa frontera, no tienes aliados.

Alyssa asintió, aunque la verdad era que nunca había sido bien recibida en ningún lugar. La diferencia entre un sitio y otro, para ella, era el sentido de libertad. En su tierra natal, aunque estaba sola, podría vivir con una cierta tranquilidad. Aquí, en esta tierra extraña y cruzada, la realidad era otra. Cada paso fuera de su escondite se sentía como un riesgo constante.

El mareo la sorprendió de repente mientras avanzaba hacia la abertura, aspirando el aire fresco que parecía revitalizar su cuerpo agotado. El bosque se alzaba a su alrededor con árboles imponentes y densos, bloqueando la luz del sol y creando un laberinto de sombras. Caminó un poco en línea recta buscando orientarse hasta que Un gruñido gutural rompió el silencio, y la sensación de ser observada se volvió una amenaza concreta. De entre las sombras, surgieron lobos con ojos resplandecientes y colmillos afilados como cuchillas. Su pelaje negro estaba salpicado con manchas de sangre seca, y sus movimientos eran inquietantes y calculados. El aliento caliente y nauseabundo de los animales llenaba el aire, y su presencia era una amenaza palpable.

Alyssa sintió un estremecimiento de repulsión y odio hacia los lobos por sus acciones pasadas lo que la llevó a actuar sin pensar poniéndose en una posición defensiva. Su corazón latía con fuerza mientras trataba de invocar su sombra para protegerse, pero se dio cuenta con desesperación de que había desaparecido.

Los lobos rodearon su posición, sus miradas estaban fijas en ella de forma amenazante. El más grande de ellos; que parecía un guardia real y tenía una cicatriz prominente en el rostro, mostró sus colmillos en una mueca cruel, como si disfrutara de su desesperación.

Sin tiempo para pensar en un plan, Alyssa se lanzó hacia adelante, tratando de escapar de la amenaza grotesca. Corría con desesperación, el suelo húmedo resonando con el ritmo frenético de sus pasos. Los árboles, altos y frondosos, bloqueaban la luz y creaban un laberinto de oscuridad que parecía interminable.

— Necesito llegar a casa —murmuraba para sí misma, su voz apenas audible sobre el ruido de su huida. El pánico le daba alas, pero también le nublaba el juicio.

Se adentró más en el bosque, sintiendo cómo la distancia entre ella y los lobos se ampliaba. Se apoyó en un árbol que le parecía familiar, pero el alivio fue breve. La debilidad la invadió, y una paz extraña y perturbadora la envolvía, como si el bosque intentara tranquilizarla antes del próximo peligro.

Miró el árbol buscando una explicación. Era el árbol central, le estaba succionando la fuerza vital. De repente, un murmullo de voces distantes la sacó de su trance. "¿Príncipe?" "Morir." Las palabras flotaban en el aire, confusas y alarmantes, mezcladas con ecos de su propio miedo.

Abrió los ojos y distinguió dos siluetas borrosas. Se levantó lentamente sabiendo que nadie se acercaría a ella mientras estuviese dentro de los límites del árbol. Gateó en dirección contraria esperando que no la sugieran y salió de la barrera que el central proporcionaba.

— ¡Cuidado, príncipe! No se acerque a ella! —no pudo girarse completamente cuando unos brazos fuertes la rodearon y no tuvo tiempo de prever el pinchazo en el cuello antes de perder la conciencia.

Le habían inyectado sangre de vampiro.

Le habían inyectado sangre de vampiro

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Oscuros: El Árbol Del Centro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora