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La muerte es un susurro inminente que respira en nuestras nucas, una lágrima solitaria que acaricia un jardín de rosas pulcras, una gota de agua que seca ríos, un silencio ruidoso donde la sed domina.
Es una foto vieja y arrugada, una roca seca y desarmada, un recuerdo inexistente, una puerta sin cerradura.
La muerte es la flor marchita que crece, es el mar dulce de nuestros corazones, es el miedo que impulsa, la tristeza que expulsa.

La muerte es una cucharada de verdad, sin disfraces que oculten su veracidad. Es un suelo frío de lava seca, un glaciar de aire mojado, una ráfaga de viento en un día soleado. Es la vida floreciente, tulipanes hechos de mentes, es lo oculto en la mirada, una vela puesta en llamas.

Mna.n

La princesa ya tenía algunas Eras cuando en las montañas conoció a un muchacho

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La princesa ya tenía algunas Eras cuando en las montañas conoció a un muchacho. Estaba desorientado, pero no parecía temerle.

Ella era una niña en ese momento, y sin medir consecuencias formó amistad con un vampiro, un ser inferior a ellos.

Por muchos años estuvieron juntos, pero cuando su padre lo descubrió, le dió un castigo que ella no pudo soportar.

•••

El rey había acudido con sus consejeros a una prisión donde mantenían cautivos a los pocos demonios que quedaban; le proporcionaba un perverso placer verlos sufrir en esas condiciones.

Necesitaba averiguar quién era esa oscura.
Todos en ese lugar tenían una identidad, ella no sería la excepción, especialmente después de comprobar que no podía matarla, algo se lo impedía.

Descendió por cientos de escalones hasta sumergirse en las sombras. A los oscuro les gustaba la oscuridad, pero detestaban vivir en ella.

— Maldito lobo — profirió uno de los prisioneros tan pronto como el rey llegó.

— Más respeto a tu monarca — ordenó uno de los ancianos a su lado.

— Solo vengo de paso, basura — el rey odiaba a los demonios, como se les había apodado con el pasar de los años—. Les traigo una nueva compañera — sonrió mientras encendían unas luces —, pero aún no he encontrado registros de ella.

— Nadie te dirá nada, lobo — dijo un oscuro con tono despectivo desde una celda inferior.

— Observa la posición en la que estás, no puedes negarte — intervino uno de los consejeros.

— Su nombre, según ella, es Alyssa... — No fue necesario decir más. Todas las miradas se volvieron hacia él, y pequeñas sonrisas tétricas aparecieron en sus rostros —. Sin embargo, en los registros no aparece Alyssa como un nombre común en las últimas eras — dijo el rey.

El oscuro guardó silencio ante el último comentario.

— Nosotros sabemos quién es Alyssa, ella es... — El oscuro que hablaba se detuvo cuando otro golpeó su celda.

Los consejeros miraron al rey; él la conocía. Lo único que faltaba era saber por qué su estado era tan deplorable y cuál era la razón por la cual no podía infringir daño a su persona sin hacerse daño a sí mismo.

— Mejor conocida como Vania, según su padre — intervino un oscuro acercándose a una reja reforzada.

— ¿Vania? En los registros nunca he visto ese nombre, además, es un nombre fuerte para un demonio — dijo uno de los consejeros.

— ¡Dejen los juegos o los acabaré a todos! — amenazó el rey.

— Porque Vania no es su nombre, ¿no es así? Dijiste que es conocida como Vania, por su padre, pero ¿cuál es su verdadero nombre? — preguntó otro de los consejeros al demonio.

— ¿Por qué debería decírtelo, lobo de mierda? — respiró y miró hacia una pared gris oscuro —. ¿Qué ganaría con ello?

— Reduciremos tus torturas — respondió.

El oscuro sonrió para sí mismo. No le importaba que redujeran nada; si Vania estaba ahí, nada importaba.

Los consejeros se miraron entre sí y luego al rey. Él no era un hombre de mucha paciencia; se enfurecía con demasiada rapidez y no podía controlar sus emociones.

— Vania significa vano o inútil, así la veía su padre, así la veía el reino — sonrió —. Vania, o como dices tú, Alyssa, es en realidad la princesa Ophelia, la primogénita del rey oscuro — los susurros no tardaron en llegar.

El rey miró cada uno de los rostros que se encontraban allí. No era posible; esa mujer no se parecía en nada a su vieja compañera. Esa mujer no podía ser la princesa; ella no podía serlo.

No se detuvo ni un segundo antes de llegar a la sala del trono y mandar a buscarla.

Su secreto tenía que seguir oculto, y con ella ahí todo se arruinaría.

¿Cómo no lo vio antes? Es igual, sus ojos profundos, su cuerpo alto y su cabello largo y seco. Él debía reconocerla, pero ella nunca se había visto tan mal.

Es cierto que de poco servía como princesa, pero era poderosa, y nadie podía discutirlo.

Su padre la detestaba, y por eso la llamó Ophelia al nacer, un nombre que representaba lo inservible que llegaría a ser, y la apodó Vania al ver que Ophelia le quedaba corto.

Entendía por qué se hacía llamar Alyssa; le gustaba el significado de ese apodo, pero ese nombre no tenía nada que ver con la realidad, no tenía nada que ver con ella.

Entendía por qué se hacía llamar Alyssa; le gustaba el significado de ese apodo, pero ese nombre no tenía nada que ver con la realidad, no tenía nada que ver con ella

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¿Les gustan las frases que les dejo en el inicio de cada capítulo? Son mías, por cierto.

😉

Oscuros: El Árbol Del Centro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora