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En la vastedad silente de la mente, las letras que nunca han sido pronunciadas se yerguen como los caracoles de un mar profundo, secretos insondables que reposan en las profundidades del alma. Cada palabra no dicha es un tesoro escondido en la arena del tiempo, esperando ser descubierta.

Mna.n

Era 6

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Era 6

—No querrás que tu padre se enfurezca nuevamente — susurró una mucama a la niña, que se mantenía ligeramente encorvada.

Ella evitó responder para no exasperar a su progenitor. Parecía que todo lo que hacía estaba mal, sin importar si realmente lo estaba o no.

Sí tuviera el poder suficiente succionaría hasta la última gota de su alma.

Comió pausadamente, pero no previó el líquido que se encontraba a su izquierda. Los insultos de su padre no le dolían tanto como él creía; ya estaba acostumbrada, pero seguían siendo una molestia. A menudo la había golpeado, solo cuando su paciencia alcanzaba el límite. Las mucamas la sacaron de la habitación y la llevaron a su recámara; ellas le tenían aprecio y la cuidaban en la medida de lo posible.

— Princesa, deberías cuidar más tus acciones — le dijo una de ellas.

— No he hecho nada malo. Puedo ser un poco torpe, pero no entiendo por qué espera que actúe como un adulto. No soy un hombre, y ni siquiera he cumplido diez años. Él quiere que crezca aún más rápido.

— Te entendemos, querida, pero si sabes las consecuencias de tus actos, deberías preocuparte más por comportarte — se abstuvo de responder. Odiaba los mismos discursos.

Su madre era  inepta. Aceptaba todo lo que su padre decía, nunca ponía peros y jamás se había pronunciado en contra de sus acciones.

La odiaba. Su madre ni siquiera había podido tener un varón; la había tenido a ella y no la había hecho más fuerte. No era inteligente, no tenía grandes habilidades; solo tenía un poco de poder que le otorgaba la sangre real, pero cualquier hombre del reino podría vencerla.

¡Cómo deseaba atacarla con alguna sombra!

Pasó horas leyendo algunos libros de palabras simples que tenía en una pequeña mesa en su recámara. Salió solo para la cena; su madre estaría allí.

— ¿Qué has hecho todo el día?— preguntó su madre buscando reprocharle y ganarse el favor de su padre.

— Probablemente más que tú; más inepta no podrías ser — respondió.

— Insolente — bramó su madre, pero se detuvo al escuchar la leve risa de su padre. No dijo nada durante la cena; estuvo muy callado.

Días después la enviaron a un extraño instituto. Sabía que querían deshacerse de ella, pero no imaginaba que sería tan pronto.

La gente no la conocía, ya que evitó revelar sus raíces, pero se burlaban de ella cuando pronunciaba su nombre.

— Los habitantes del sol, sufrieron una pandemia de años que los llevó a su fin— hablaba la maestra — Tanto los celestes, las almas más puras de la existencia, como los Lumens, Flamers y vapors desaparecieron sin dejar rastro.

— ¿Y qué hacian esas razas maestra? ¿Servían a los celestes como nos solían servir los vampiros y los lobos a nosotros?

— De cierto modo, servían a los celestes a pesar de tener su propia monarquía, pero al ser seres de pureza — dijo con un poco de ironía — se trataban como iguales.

—¿Y tenían sombras?— pregunta otro niño de su clase.

— No, por supuesto que no— sonríe la maestra —los Lumens eran seres de luz pura que poseían la habilidad de manipular la energía solar, los Flamers por otro lado tenían la capacidad de crear y controlar llamas solares. Su papel era  ser  guerreros y protectores de los Lumens y los celestes, encargados de mantener a raya las amenazas externas.

— ¿y los vapors? — pregunta nuevamente.

— Nadie lo sabe— responde — nadie sabe si existieron en realidad.

•••

Odiaba a su padre, odiaba a su madre, los detestaba a todos.

Muchos de sus compañeros evitaban acercarse a ella. Normalmente, los padres elegían nombres que simbolizaban un buen futuro o gran poder, pero su padre le otorgó el peor nombre que pudiera existir, Ophelia, la inservible.

No hizo amigos en las primeras semanas; no intentó tenerlos y supuso que los siguientes años serían iguales.

Unos pocos se acercaron a ella, pero solo para extraer información y burlarse aún más de su existencia con nuevos temas.

No fue hasta un día en que un guardia fue a retirarla durante un acto donde estaba presente toda la escuela. Él la llamó por su título y, lamentablemente, por su nombre, lo que captó la atención de todos los presentes.

Todos aquellos que habían hecho insoportable su estancia allí pidieron disculpas e intentaron acercarse a ella. Incluso los profesores, quienes la ignoraban constantemente, empezaron a tratar de llamar su atención, buscando ganarse la aprobación del rey a través de ella.

De cierta forma, aquello le sirvió de algo; los maestros le otorgaban notas altas y buenas reseñas a pesar de no ser la realidad, lo que evitó que su padre la llenara de malos tratos y que su madre mantuviese la boca cerrada.

Terminó el instituto diez años después, cuando ya tenía diecinueve. Aunque el castillo no era un lugar muy acogedor, era grande y sombrío, le gustaba más que aquel colorido internado; le molestaba estar allí.

 Aunque el castillo no era un lugar muy acogedor, era grande y sombrío, le gustaba más que aquel colorido internado; le molestaba estar allí

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Oscuros: El Árbol Del Centro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora