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En los instantes impregnados de melancolía, emergen los destellos más profundos de la comprensión, como si la bruma se disipara ante la mirada interna. Revelan los hilos del tiempo, los suspiros no dichos, los ecos de las palabras no pronunciadas. En esa paleta de sentimientos, la nostalgia se erige como una melodía que evoca tiempos lejanos y, en medio de su eco, se despiertan matices ocultos que antes pasaban inadvertidos. Es como si el alma afinara sus sentidos para escuchar las sutilezas que el ruido cotidiano ahogaba.

Mna.n

—Padre, ruego que atiendas mis palabras —se notaba desesperada—, por favor —casi rogó, bajando la mirada

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—Padre, ruego que atiendas mis palabras —se notaba desesperada—, por favor —casi rogó, bajando la mirada.

—No tienes nada que alegar. No deseo escucharte.

•••

Habían transcurrido más de cinco días desde que Alyssa se encontraba retenida en esa torre.

Había intentado huir de todas las formas posibles. Intentó torturar al ama de los guardias de la puerta, hacer explotar su fuerza vital, pero nada funcionaba. Parecía que ella no tenía poder alguno en ese lugar.

Incapaz de extender la mano por la ventana, pues los barrotes robustos se lo impedían y el extraño fluido que rodeaba la torre la mantenía prisionera, se sentía cada vez más desesperada.

Adam la había visitado dos veces al principio, pero luego, inexplicablemente, dejó de hacerlo. Su ausencia añadía un peso más a la soledad que sentía.

No era un cambio significativo. Vivía de la misma manera que lo hacía antes, confinada. Sin embargo, el simple acto de dormir en aquel sillón, sintiéndose observada con cada paso que daba, la mantenía en un estado de trance.

Aziel era todo menos amigable. No hablaba más de lo necesario —algo que ella agradecía— y respetaba su espacio personal. Sin embargo, carecía de compasión hacia su ser.

—¿Cuáles eran los nombres de tus progenitores? —preguntó Aziel, tomando una copa de vino y sorprendiéndola en el acto.

Ella no respondió de inmediato, pero decidió hacerlo cuando sus ojos se fijaron en ella, exigiendo una respuesta.

—No tengo, y no es algo que te importe —respondió simplemente.

Aziel frunció el ceño, mostrando su impaciencia.

—¿Te pregunté eso? —inquirió con un tono áspero.

—Creo que es suficiente con lo que ya he respondido —dijo ella, tratando de mantener la calma.

—Mm... ¿Naciste antes o después de la masacre? —preguntó sin el menor atisbo de empatía. No le importaba que toda una raza hubiera sido exterminada. No, obviamente no le importaba, estaba complacido con ello, pensó para sí misma.

Oscuros: El Árbol Del Centro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora