Podremos estar hechos del mismo material, pero nunca vamos a ser uno solo.
Mna.n
—No permitiré que me subyugan de esta manera, no es justo para mí — la princesa estaba indignada. No lo toleraría.
—¿Y qué se supone que harás? No puedes desafiar toda norma.
•••
Alyssa despertó en una jaula, el frío metal presionando contra su piel. La sangre de vampiro que le habían administrado la mantenía inmóvil, su cuerpo debilitado y su mente en un estado de confusión. Desde su posición, podía escuchar las voces que discutían fuera de su prisión improvisada.
—No podemos permitir que escape —se escuchó una voz distante, cargada de autoridad.
—No nos atacó, a pesar de tener la capacidad de hacerlo —defendió una voz que reconoció como la del príncipe Adam, el segundo hijo del rey.
—No lo hizo porque estaba demasiado ocupada tratando de escapar, no porque no quisiera —replicó otra voz, dura y firme. — Ese es el tipo de ser que deberíamos temer.
—No le digas a padre que la encontramos —ordenó el príncipe Adam, bajando la mirada con nerviosismo.
—Claro, porque ocultar la presencia de un demonio es tan sencillo —respondió la voz con irritación—. Si no lo decimos nosotros, algún guardia lo hará, si es que no lo ha hecho ya.
Alyssa se preguntó si realmente nadie se daba cuenta de que estaba despierta o si simplemente no les importaba. La sangre de vampiro la debilitaba, pero ¿cómo podían estar tan seguros de su estado? Y lo más importante ¿Cómo sabían del efecto de la sangre vampírica en ellos?
Irónicamente, el compañero de toda su vida había sido un vampiro. La amargura de ese pensamiento le dio un toque adicional a su irritación por la situación.
El príncipe Adam finalmente la miró, sus ojos encontrándose con los de ella. A su lado, una figura alta y de presencia imponente la observaba con una mezcla de curiosidad y desdén. El príncipe mayor se inclinó hacia adelante, inspeccionando a Alyssa con una mirada evaluativa.
—Hermano —llamó el príncipe Adam—, mira su rostro, ella... está extraña.
El príncipe mayor estudió a Alyssa detenidamente, recorriendo su cuerpo con la mirada antes de centrarse nuevamente en sus ojos.
Alyssa se miró a sí misma y se dio cuenta de cómo había cambiado. Estaba en los huesos, su piel tenía un tono grisáceo y sus ojos negros la hacían parecer aún más demacrada, como si hubiera salido directamente del inframundo.
—Adam, llévala a los calabozos del castillo. Yo hablaré con padre —ordenó el príncipe mayor, delegando la tarea a su hermano mientras se retiraba con un grupo de guardias.
—¿Cómo te llamas? —preguntó Adam, intentando ser amable, aunque su tono no lograba disimular la incomodidad de la situación. — Está bien, no pasa nada. Yo no te haré daño. — Continuó al notar la falta de respuesta—. Mi nombre es Adam, el segundo hijo del rey Kev II. — Le sonrió, pero su gesto era débil y sin convicción. — Está bien, si no quieres decirme tu nombre, lo entiendo —finalizó con un suspiro.
El carruaje en el que la transportaban estaba en un estado deplorable, un recordatorio de tiempos pasados que no había visto en años. Su aspecto rústico la hacía sentir aún más desolada. Se reflejaba en los animales de cuatro patas que la acompañaban, con pelaje gris y huesos prominentes, sus ojos grandes y colmillos afilados parecidos a los de los lobos que la habían capturado.
Mientras se aproximaban al castillo, Alyssa divisó sus imponentes murallas de piedra. No recordaba haberlo visitado antes, pero algo en su interior le decía que no quería entrar. Miró a los hombres que la rodeaban, sin poder hacer nada mientras la sangre de vampiro seguía afectando su cuerpo. Sabía que no podría escapar antes de llegar al castillo.
—Príncipe, ya casi estamos. Su padre está al tanto de la situación —anunció uno de los guardias a su izquierda.
—¿Qué? ¿Cómo se enteró? ¿Acaso Aziel le dijo? —La inquietud era evidente en la voz del príncipe.
Ella también sentía una creciente inquietud. Aunque no conocía al rey, no confiaba en los lobos; nadie confiaba en ellos, ni siquiera entre ellos mismos.
Miró al lobo buscando desentrañar sus últimos secretos, pero en él solo pudo ver miedo, indignación y debilidad.
—Probablemente, señor. No lo sé con certeza —respondió el guardia con una mezcla de nervios y resignación.
Adam la miró con detenimiento, antes de desviar su mirada hacia el vacío exterior. Alyssa, a su vez, analizaba cada detalle a su alrededor, los árboles, los pequeños ruidos, buscando cualquier indicio de una posible escapatoria. Pero pronto se dio cuenta de que el terreno estaba protegido por una barrera similar a la que conocía de su hogar, impidiéndole cualquier intento de fuga lo que hizo que su nerviosismo creciera.
El guardia a su lado tocó su cabello de manera inquietante, y Alyssa se tensó. No permitiría que se lo cortaran; era uno de los pocos recuerdos de su vida pasada que aún le quedaban. Si hubiera sabido que su intento de regresar terminaría así, se habría quedado donde, al menos, tenía algo de paz.
Al llegar a las altas puertas del castillo, el bullicio de la vida cotidiana la envolvió. Gente corriendo de un lado a otro, gritos y movimientos frenéticos. La llevaron a una entrada custodiada por cuatro guardias, incluyendo a aquel lobo de gran cicatriz. Adam pasó por esa puerta, mientras que Alyssa fue guiada a otra dirección, donde, según había escuchado, la esperaban el rey Kev y su hijo mayor, Aziel.
Un sentimiento de desesperación y furia la invadió. A través de las rendijas de la jaula, gritó con todas sus fuerzas:
— ¡Déjenme salir! ¡No me importan sus malditos juegos! Si no me sueltan ahora mismo, les aseguro que se arrepentirán.
— No eres nadie, sucio demonio, nadie tiene miedo de tus amenazas— le dijo el guardia acercando su rostro a la jaula.
—¡¿No me temen?! ¡Entonces deberían!— gritó sacudiendo la jaula. Dentro de esa barrera no podría hacer nada más que revelar intenciones.
Las voces fuera de su jaula se detuvieron por un momento, y el príncipe Adam y su compañero intercambiaron miradas nerviosas. Alyssa podía ver la sorpresa en sus rostros.
— ¡No soy solo una oscura ! —Alyssa continuó, su voz llena de ira. — Si piensan que pueden tratarme así sin consecuencias, están muy equivocados. ¡Libérenme!— exclamó nuevamente.
El príncipe Adam la miró, sus ojos llenos de asombro y miedo. La dureza de su voz se hizo evidente cuando respondió:
— Si sigues así, solo te complicarás más. Deberías considerar que todavía tienes una oportunidad de salir con vida.
Alyssa rió con amargura, su mirada fija en los guardias que la rodeaban. Sabía que su situación era precaria, pero su determinación no flaqueaba. No iba a dejar que la encerraran sin luchar.
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Oscuros: El Árbol Del Centro
Hombres LoboNo es necesario leer las demás para comenzar esta. Reinos Fragmentados #2 En los desolados territorios cruzados, Alyssa, una oscura fugitiva, ha encontrado un breve respiro bajo la protección de una cruzada que une humanos y oscuros. Sin embargo, s...