En el lugar de los sentimientos ambiguos, donde la seriedad se pierde en el laberinto de emociones, busco yo mi refugio. Anhelo una relación, mas no la solemnidad que el mundo impone. Sueño con amar y ser amado, pero solo cuando el corazón lo dictamine.
Deseo que me quieran, pero también esos silencios compartidos, donde las palabras se eclipsan y el alma se abraza al misterio. Busco a alguien que esté cuando el alma reclame su presencia, pero que respete mi espacio cuando la soledad sea mi compañía. Esta relación, que muchos llaman inusual, es mi búsqueda de lo auténtico, lo que se sale de lo común.
Mna.n
Alyssa caminaba de un lado a otro en sus aposentos, su mente inundada de pensamientos de desesperación y frustración. Finalmente, se detuvo frente a su amiga y, con un profundo suspiro, dejó escapar sus preocupaciones.
—Debes unirte a él —propuso su amiga.
—Te recuerdo que de todos modos lo haré. Él no dejará de ser más fuerte si lo hago o no —replicó Alyssa, sintiendo la presión de su destino.
—¿En verdad no lo sabes? Se les dice a todas las parejas antes de casarse. —Alyssa miró extrañada a su amiga.
—¿A qué te refieres? —preguntó, dejando ver claramente que no sabía nada.
—Quien efectúa la unión tiene el poder de decidir cuánto poder toma o cede. —La princesa miró a su amiga y luego se contempló en el espejo, reflexionando sobre lo que esto implicaba.
Faltaban pocos meses para convertirse en una mujer casada, pero la bestia jamás estaría de acuerdo en que ella efectuara la unión, sabiendo lo que podría provocar.
Aquella tarde debía salir con su prometido, los dos solos, y en esta ocasión él elegiría el destino. No conocía los gustos de la bestia, pero no creía que la llevaría muy lejos.
—¿A qué lugar nos dirigimos? —preguntó, visiblemente preocupada.
Habían pasado horas desde que se subieron a ese carruaje.
—Ya casi estamos —se limitó a responder.
Regnum había insistido en llamarla Ophelia a pesar de su clara oposición. Ella detestaba ese nombre, un recordatorio constante de su falta de control sobre su propio destino. Sin embargo, él se complacía en repetirlo, saboreando cada sílaba como si fuera un veneno destinado a corroer su voluntad.
Al llegar, Regnum desplegó sus majestuosas alas ante ella. Él no sabía que ella solía tenerlas; sin embargo, se sentía como una burla a su persona. Una heredera sin alas.
Las alas de Regnum, casi tan grandes como las de su padre, eclipsaban las que alguna vez adornaron la espalda de Alyssa. Eran majestuosas, poderosas, y la visión de ellas avivaba el odio y la impotencia que ella trataba de enterrar en lo más profundo de su ser.
—¿Por qué te empeñas en humillarme, bestia? —murmuró ella, usando el apodo que le había dado en sus pensamientos, esperando que el desprecio en su voz lo lastimara de alguna forma.
—No estoy interesado en hacerte daño, Ophelia. Haber nacido mujer y sin alas es más que una tortura —dijo él con una cara seria, demostrando absolutamente nada.
Alyssa apretó los puños, sus uñas clavándose en las palmas de sus manos. Él no sabía lo que ella había sufrido al perder sus alas; nadie lo sabía.
—No pienses que serás siempre quien domine —dijo ella, tratando de infundir firmeza en su voz.
Regnum la miró de soslayo.
—No lo pienso, Ophelia, simplemente será así. Eres débil y siempre lo serás. Acepta tu lugar.
Las palabras de Regnum eran como cuchillos afilados, penetrando su orgullo y dejando cicatrices invisibles pero dolorosas.
Odiaba el tono que usaba con ella, con pena y burla, como si ella fuese menos que él. Lo detestaba.
—Hace años que vengo a volar aquí —dijo de repente.
—Hay muchos lugares para volar en el reino; no hay necesidad de llegar a las fronteras —recriminó la princesa. Estaban cerca de la frontera de los brujos y unos pocos humanos normales. Los brujos no eran más que humanos mezclados, alejados de todos por su falta de pureza.
—Aquí es solitario —culminó.
Alyssa lo vio volar un rato y, cuando volvió, le propuso llevarla con él. Ella no volaba mucho, le molestaba llevar sus alas al aire todo el tiempo; por eso siempre las mantenía ocultas. Ahora ya no podría volar.
—¿Por qué debería aceptar tu propuesta? ¿Qué me confirma que no me dejarás caer para quedarte con todo? —dijo desconfiada.
—Sin tu sangre no llegaré al trono, Ophelia —contestó con desdén.
¡Su padre la había engañado todo este tiempo! Siempre había pensado que cualquier persona podría quitarle su puesto, cualquiera que fuese superior a ella, pero no era así. Para ser rey, alguien tenía que unirse a ella, con su sangre y consentimiento. Él no sería nadie si ella se negaba a darle su sangre.
—Si vas a aceptar volar, deberás quitarte la capa; eso podría hacernos perder el equilibrio. — Se estaba burlando de ella, hablándole con falsa lástima que la enervaba.
—No lo haré —dijo firmemente. —Puede continuar usted solo —concluyó, dándose la vuelta.
Jamás se quitaría la capa en presencia de ese hombre. Vería sus ya inexistentes alas y ella jamás quedaría vulnerable.
Ufff, y yo que creía que Regnum era más agresivo.
Ya casi volvemos al presente, paciencia, paciencia.
Un abrazo🫂 (denle amor a mi historia)
Un capítulo cada lunes, si me inspiro hasta dos.😘😉
Pero para inspirarme necesito un incentivo, que tal tu voto y un comentario.🤔❤️❤️❤️
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Oscuros: El Árbol Del Centro
WerewolfNo es necesario leer las demás para comenzar esta. Reinos Fragmentados #2 En los desolados territorios cruzados, Alyssa, una oscura fugitiva, ha encontrado un breve respiro bajo la protección de una cruzada que une humanos y oscuros. Sin embargo, s...