Parents | Luzuplay [Karmaland]

24

En cuestión de segundos y ante sus propios ojos, Rodolfo y Cieluzu fueron arrebatados de sus brazos por los policías de Karmaland, quienes ignoraron todas sus suplicas y gritos reclamando a esos pequeño que consideraba sus hijos a pesar de no serlo de sangre.

— ¡No, por favor! — sollozó Luzu queriendo ir a por sus niños, pero Fargan le retuvo de inmediato, tomando sus brazos y colocandolos en su espalda, aprisionándolo de esa manera al ver sus intenciones, pero eso no fue un impedimento para que el de flequillo se retorciera con el objetivo de liberarse — S-Son lo único que me quedan...

— Alguien como tú no merece ni vivir — una voz distorsionada salió de los labios del oficial que le apresaba, pero dicha voz no tenia ningún parecido a la voz divertida del mayor — Jamás debiste encariñarte con niños que no te pertenecen, mucho menos esconderlo, es por ello que Auron te dejo.

— N-No... Eso no e-es cierto — dijo a duras penas, retorciéndose aún pero deteniéndose al sentir como el agarre se volvía mucho más fuerte, sintiendo sus huesos crujir un poco por la presión ejercida.

— Claro que lo es, pero jamás aceptas tu errores y ese es tu problema — escupió sonriendo con malicia — Entrega a los niños, porque tarde o temprano lo descubrirán y como siempre, vas a hundirte con las humillaciones de tus amigos.

El castaño se rehusó, miró por última vez a sus hijos y sin pensarlo dos veces pateó a quien se supone es su amigo, provocando que lo liberara y así pudiera correr tras ellos para volver a tenerlos entre sus brazos. Pero el sonido de un disparo le hizo caer de rodillas al suelo, el grito de sus pequeños resonó en sus oídos mientras llevaba su manos a la herida de bala que le atravesó en cuestión de segundos.

De la herida no brotaba sangre, eran un líquido espeso y negro que le hizo reflexionar, pues la herida no dolía, pero aún así sus piernas no reaccionaban.

Cuando alzó su mirada, el escenario era completamente diferente; estaba en el Nether, y a unos pasos más adelante se encontraban los cadáveres de sus hijos y de Auron, con dicho líquido desconocido saliendo de sus ojos, boca y nariz. Quiso gritar, pero unas manos le tomaron del cuello con fuerza, con intenciones de ahorcarlo.

Pero a pesar de sentir las manos en su cuello, no las veía para nada.

— Volviste a ser el niño blando que se deja manipular por todos y volviste a caer en los engaños de Auron... ¿Cómo te sientes? — la voz se escuchaba exactamente igual a la suya, pero un poco más siniestra y distorsionada, haciéndole temblar mientras intentaba librarse de las manos en su cuello — Te lo advertí, pero el amor te tiene ciego y es hora de que abras los ojos.

El aire poco a poco abandona sus pulmones, sus fuerzas disminuyen y sus intentos por tomar aire son inútiles.

— Él no te ama, esos niños no son tuyos — la voz le susurró contra su oído cada "verdad" para luego reír ronco, escuchándolo quejarse por la falta de aire — Mátalos, mátalos a todos.

Las manos en su cuello dejaron de hacer presión, creyó poder respirar con normalidad ahora, pero antes de poder reaccionar, la figura de alguien exactamente igual que él disparo una flecha justo a su cabeza.

Fue entonces cuando despertó.

Con su respiración agitada y sin pensarlo dos veces, se levantó corriendo hacia los cuartos de los niños, siendo el de Cieluzu el más cercano, encontrándose con que no había nadie allí, por lo que su preocupación aumentó y su desesperación igual.

Cuando miró la habitación de Rodolfo y se encontró con que los dos dormían juntos y acurrucados, recordó como ayer contándoles un cuento terminaron dormidos juntos. Respiró aliviado, cerrando nuevamente la puerta de la habitación y volviendo a la suya, mirando lo solitaria que se encontraba esa mañana, tan solitaria desde el día en que Auron salió a hablar con Fargan y no volvió.