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Rodolfo — poco a poco los orbes color lima del pelinegro se fijaron en su amigo, quien le despertaba entre susurros para no despertar al único adulto de la casa.

Con lentitud, el menor se sentó en su cama mientras rascaba su ojo con el dorso de su mano, soltando un bostezo mientras intentaba despertarse del todo. Los primeros rayos de luz de la mañana se colaban por su ventana, estaba amaneciendo, pero era demasiado temprano, pues su reloj marcaba las 5 am.

¿Qué pasa? Aún es muy temprano... — murmuró somnoliento, había hecho una pijamada con su mejor amigo y se habían dormido un poco tarde luego de la pelea de almohadas que tuvieron, por lo que deseaba dormir un poco más.

¡Vamos afuera! — gritó en susurros, mostrándose emocionado mientras tomaba su mano para levantarlo de la cama, pero el pelinegro se resistió, librándose de su agarre suavemente mientras bostezaba una vez más — Te quiero enseñar algo increíble que he visto, debemos darnos prisa.

Rodolfo dudó un poco, mirándole adormilado, pero al fin y a cabo terminó aceptando, asintiendo mientras se colocaba de pie, notando como el mayor comenzaba a irse.

Antes de salir de su habitación, miró su arco, aquel que le regalaron el día de su cumpleaños y el que ha estado aprendiendo a usar desde entonces con ayuda de Luzu. Una vez en sus manos, decidió seguir al mayor, corriendo para alcanzarlo, bajando las escaleras en silencio para llegar a la sala y de ahí, salir al exterior.

Sus corazón palpitaba rápido, temía que algún mob apareciera de pronto y los atacara, ya tenia malas experiencias con esas criaturas y no pensaba volver a repetir el mismo error de adentrarse en el bosque sin sus padres. Por ello, cuando vio a Manguito ir con el fin de acercarse a las profundidades del bosque, no dudo en tomarle de la muñeca, reteniendo su caminar.

Manguito... No creo que eso sea interesante, puedes dejarlo pasar y volvamos a casa — murmuró el pelinegro esperando convencer al de escaso cabello, pero a este le gusta arriesgarse, la adrenalina, y la curiosidad de descubrir que era lo que había visto por la ventana era mayor.

Venga, te prometo que estaré alaísimo tuya y nada te va a pasar — dijo con seguridad en sus palabras, tomando entre sus manos las mejillas del menor, aplastandolas con cariño mientras dejaba un beso en su frente para calmarlo, solía ver a su madre hacer mucho eso con su padre antes de desaparecer y sabe que funciona, pues al avanzar, el pelinegro le sigue de cerca.

Continúan con cuidado y precavidos, los ojos limas de Rodolfo se fijan en un esqueleto, el cual se encontraba envuelto en llamas; hasta ahora la única criatura que habían visto y al cabo de unos segundos, termino cayendo su cuerpo inerte al suelo al haber sido consumido por el fuego. A esa hora los mobs no eran peligros, pero aún así lo mejor era estar alerta, pues en cualquier lugar oscuro ellos se generan y no dudaran en lastimarlos.

Manguito, no veo nada extraño, mejor volvamos — dijo rápidamente el menor, mirando a su alrededor al igual que su amigo, quien por unos momentos se sintió de acuerdo, pero el sonido de las hojas y ramas en el suelo crujir llamo la atención de ambos, quienes se giraron asustados para ver de que se trataba.

Una vez más, la silueta que el de escaso cabello vio por la ventana de la habitación había hecho acto de presencia; como reflejo, el mayor apretó la muñeca del menor y lo colocó detrás suya, mirando aquella figura humana que se escondía detrás de unos arboles.

Los menores estuvieron a nada de hablar, hacer la típica pregunta "¿Quién eres?" Sin embargo, algo disparó una flecha, otro esqueleto, oculto del sol y con intenciones de herir cualquier humano.

Parents | Luzuplay [Karmaland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora