8. Estoy jugando contigo

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Traté de concentrarme en mi computadora pero no lo lograba.

Esta mañana estaba tan nervioso como nunca, desde ayer en la mañana que le pregunté a Zec sobre Tamara me había dicho que estaba en su casa y que yo debía de disculparme por mi comportamiento en la fiesta.

El problema era que no recordaba nada después de que había ido al baño y me tiré a... ¿Paola? No recordaba su nombre pero sabía que su nombre comenzaba con P, después de eso comencé a beber y no recordaba más. También recordé que ella ya estaba molesta desde antes por la broma con Taylor.

Después de eso no había nada en mi cabeza, y esta mañana cuando Tamara no llegaba comencé a cuestionarme si en verdad había hecho algo tan malo como para que Tamara me dejara plantado con todo el trabajo, pero cuando llegó tratando de equilibrarse y con grandes lentes oscuros por fin respiré.

Tamara había pasado mala noche puesto que sus ojos estaban rojos e hinchados y su rímel estaba regado pero a pesar de eso sentía que había algo más.

Mi celular vibró sobre mi escritorio de vidrio y contesté.

—Alex.

—Señor Walker, buen día— Vicente el encargado de mi club "Moonlight" habló por el otro lado de la línea

—Si Vicente, ¿ocurre algo?

—No, bueno es que... anoche una mujer y un hombre estuvieron aquí.

—¿Y?

—La mujer dijo ser su prometida y el hombre su mejor amigo, la verdad es que yo no estaba y bueno, sé que no tiene ninguna prometida.

—¿Supo quienes eran?— pregunté

—No señor— susurró

—Esta bien Vicente, sé quienes son. Si vuelven a aparecer por ahí denle la zona VIP y todo lo que ordenen. Sus nombres son Tamara Rodríguez y Zec Oliver.

—Muy bien señor, y una disculpa.

—Otra cosa Vicente, necesito que me pases la cuenta de cada cosa que ordenaron.

—Ahora mismo se lo envió al correo.

—Gracias Vicente— y colgué.

Así que lejos de que Tamara estuviera molesta o no, ya se lo había compensado de alguna manera.

Después de unos minutos el correo de Vicente apareció en mi bandeja de entrada, mi boca se abrió.

La cuenta era larguísima, y al final solo había una cantidad escandalosa 328 dólares en una sola noche.

Me levanté de mi silla y abrí la puerta dispuesto a llamar a Tamara para que entrara a mi oficina cuando la escuché hablar en voz baja.

—¿Fiel? ¿Voy a hacerle fiel a algo que no existe?

Esperó que la otra persona contestara y después dijo.

—Fue un error Zec, casi no llego a la empresa. Olvídalo, no volverá a pasar.

Hizo una pausa y agregó.

—No, ni se te ocurra.

Colgó el teléfono y comenzó a teclear en la computadora.

Me aclaré la garganta y ella se sobresaltó sobre la silla.

—Señor...— se levantó de la silla y desvió la mirada avergonzada

—Pasa a mi oficina— pedí tratando de ocultar mi sonrisa.

Ella asintió y le pedí que pasara primero, después cerré la puerta detrás de mí.

~Todo por ti~  #HW2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora