Tamara R.
Traté de no verme muy forzada al sonreírle a Alex, pero con cada segundo que pasaba era un martirio para mí.
¿Por qué lo hacía? ¿Qué ganaba con pedirme la cita? Cuando lo dijo creí que estaba tomándome el pelo y por eso acepté incluso creí que simplemente me llevaría a cenar a algún restaurante extranjero o alguna de esas mierdas que acostumbra hacer cuando quiere llevarse a la cama a alguna chica.
Cuando apagó el motor y salió del auto me quedé de piedra, me había traído a un lugar que por muy extraño que pareciera sabía que no había traído a nadie más. Se le miraba relajado apenas llegamos y cuando me miró cercas del auto con los brazos cruzados se avergonzó al punto que se sonrojó notablemente. Estaba avergonzado y yo estaba estupefacta.
Era como si quisiera mostrarme a un Alex completamente diferente, uno que no conocía pero que estaba dispuesto a mostrarse solo conmigo.
Eso no me ayudaba en nada, ¿por qué hacía algo tan cruel? No podía olvidarme de mis sentimientos cuando hacía cosas como esas.
Alex terminó de improvisar un picnic, quise reírme porque era realmente malo, pero era adorable ver como se esforzaba. Casi podía besarlo.
—Bueno, no ha estado tan mal ¿eh?— admiró su trabajo y su pecho se hinchó como si en verdad creyera que hizo un gran trabajo.
No me reí, asentí con la cabeza.
—Está bien.
Me mordí la lengua y él me miró fijamente. Desvíe la mirada al suelo, últimamente cuando nuestras miradas se encontraban sentía una conexión entre nosotros seguramente era cosa mía, pero de todas formas me intimidaba.
—Iré por la comida— avisó y caminó hacía el auto.
Me senté sobre la manta y miré el horizonte, no lo había dicho antes pero este lugar parecía relajante y me había encantado. Era muy tranquilo y me encantaba ver las luces de la ciudad.
Las citas con Fabián se habían basado en ir a restaurantes de lujo en donde los nombres de los platillos son difíciles de pronunciar y la comida era un asco. Tal vez mi paladar era muy corriente, pero yo no disfrutaba de esa comida, podía ser feliz con tacos, hamburguesas, perros calientes y todo tipo de comidas callejeras.
Alex Walker siempre sabía como marcarte, aunque su participación en tu vida fuera un instante sólo eso le bastaría para que no lo olvidarás jamás.
Jamás olvidaría la mejor cita de toda mi vida, era todo tan sencillo pero Alex siempre sabía como dar ese toque.
—¿Estás bien?— la voz de Alex me sacó de mis pensamientos, no me había dado cuenta que la comida estaba sobre la manta y él ya estaba sentado.
—Yo...— tartamudeé un poco, al final pude responder con claridad —Estoy bien, sólo que este lugar hace que piense demasiado.
Traté de explicar, no lo miré convencido con mi explicación, pero trató de conformarse con lo que le dije.
Tomó su hamburguesa y comenzó a comer, podía pasarme la vida observando cada uno de sus gestos y no me cansaría jamás. Lo imité y comencé a comer en silencio.
No supe cuánto tiempo nos tomó devorar la comida, pero me sentía llena, parecía que estaba apunto de explotar. Alex por el contrario parecía que no había sido suficiente para él.
—¿Alex por qué estoy aquí?— pregunté mirando al frente
Si lo miraba, si tan sólo me permitía mirarlo probablemente terminaría rendida ante él.
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~Todo por ti~ #HW2
Romansa||Segunda parte de la bilogía #HermanosWalker|| Un empresario exitoso, lleno de dinero y gente importante, y por supuesto mujeres de sobra a su lado. Tenía todo, menos lo más importante: AMOR. Trataba de evitar los sentimientos por miedo que le hici...