18. Bienvenido al club

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Entré a la casa y me recosté sobre el sillón.

Era más de media noche, no quería regresar aquí. Hubiera preferido no hacerlo.

Había huido después de ver que Tamara se subió al auto de un hombre que no conocía, pero parecía demasiado cercano así que me sentí tranquilo al dejar que la llevara a casa.

Después de eso no quería volver a casa, ¿para qué? Al entrar a casa me recordaría lo miserable que era mi vida, me recordaría lo jodido que estoy y sólo me sentiría sólo y muy triste.

¿Por qué tenía que joderlo? ¿Por que tenía que abrir mi boca? ¿Por qué le dije aquello? Yo solía tomar buenas decisiones, pero no con Tamara. Nunca con ella.

¡Maldita sea, Alex Walker!

Nos había jodido, no podía decirle que la amaba porque no lo hacía. La quería, pero no estaba seguro de si algún día pudiera llegar a amarla y no podía pedirle que me esperara y me diera tiempo para ver que pasaba con nosotros. Yo la miré, miré todo el daño que le había hecho enamorarse de mí, lo había visto en varias mujeres. Tamara no era la primera mujer a la que le rompía el corazón, pero si era la primera a la que me importaba de verdad y a la que me jodía verla así por mí.

Era la primer mujer a la que deseaba con toda mi alma amarla y prometerle que la amaría hasta el final de mis días, incluso más allá de la muerte.

No podía permitir que siguiera sufriendo, era mejor dejarla ir. Sentía un vacío enorme en el pecho, eso me recordaba a cuando Lizbeth me abandonó con mi padre, sólo que esta vez yo había elegido apartar a Tamara antes de que le hiciera más daño.

Sentía una impotencia cuando la miré irse, si hubiera sido egoísta le hubiera mentido y tal vez ella seguiría conmigo. Tal vez hubiera aprendido a amarla y seríamos felices. O tal vez no.

La luz de la sala se encendió y me levanté tan rápido como pude.

Zec estaba parado al pie de la escalera con una bata de noche, llevaba pantuflas y su pelo estaba revuelto. Había estado durmiendo.

Bajé la mirada, no me atrevía a mirarlo. Él realmente apreciaba a Tamara, si le contaba el daño que había causado seguramente me mataría.

—¿Estás bien?— preguntó para mi sorpresa, seguí evitando su mirada y simplemente me enfoqué en la lámpara a mi lado.

—Sí, lo estoy— traté de mirarlo y me esforcé en sonreír —Iré a la cama.

—Espera— me detuvo y caminó hacia mí.

Se sentó a mi lado e hizo que recostara mi cabeza sobre su pecho. Se sentía cálido, no sabía cuánto necesitaba un abrazo hasta que lo hizo.

Me permití cerrar los ojos y poner mi mente en blanco, no quería pensar en nada más. 

Me sentía pequeño en sus brazos, se sentía como un lugar seguro para mí. Justo con Zec rodeándome los hombros y peinando mi cabello supe que era de esa forma en la que debería sentirse un abrazo de mamá. Uno que nunca tuve.

—Lamento haberte obligado a que lo hicieras— se disculpó en voz baja

—No, está bien— susurré —Yo no pude... no pude decirle lo que ella quería y se merecía escuchar.

Suspiré y me tragué con dificultad el nudo que se formó en mi garganta al recordar su cara llena de lágrimas.

—Está bien, Alex. Lo entiendo, sabes que siempre voy a apoyarte— dijo en voz baja mientras peinaba mi pelo como nunca lo hizo mi madre o al menos no que yo recordara.

~Todo por ti~  #HW2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora