Me dediqué a observar por la ventana mientras daba pequeños golpecitos con mis dedos en mi rodilla.
—¿Qué te ocurre hermano?— escuché la voz de Matheo en la lejanía
¿Qué que me ocurría? Era una pregunta que llevaba haciéndome desde que salí de la empresa, quería tener la mente despejada para estar enfocado en la próxima reunión con nada menos que con Taylor O'Brien.
—Nada— respondí sin verlo pero antes de que lo supiera las palabras habían escapado de mi boca —¿Eres muy amigo de Tamara?
Él lo pensó un momento y se encogió de hombros —Pues no tanto, sólo la he invitado a comer cuando la veo y hablamos de trabajo.
—Sabes si tiene... alguna ¿relación sentimental?— carraspeé mi garganta, esas palabras no existían en mi vocabulario
Mi amigo alzó una ceja burlona.
—No Matheo, no es lo que piensas y ¿sabes qué? Olvídalo tengo cosas más importantes ahora mismo.
Matheo no se atrevió a contradecirme puesto que se quedó en silencio y con el ceño ligeramente fruncido.
La reunión se alargó de más, después de cuatro horas de debatir el tema de la exportación finalmente fue aprobada. Estaba exhausto, y lo que menos quería era ir a la empresa pero tenía más trabajo por hacer.
Las mujeres solían decirme que trabaja demasiado para ser el dueño de mis empresas, y ¿Cómo no iba a tener tanto trabajo? Ser dueño de dos empresas y tener a mi mando a más de 15 mil empleados significaba una gran carga, tenía obligaciones y responsabilidades como todo hombre y odiaba que no lo comprendieran.
Cuando llegué a mi oficina miré a Tamara teclear en su computadora, me saludó pero simplemente la miré. Entré en mi oficina y di un portazo dejando en claro que no quería a nadie a dentro.
Trabajé al menos unas dos horas, la hora de salida de Tamara era a las 7 de la noche pero solía irse a la hora que yo me iba.
Tamara tocó mi puerta y me preguntó si podía pasar, le di una respuesta afirmativa y entró tímidamente.
Aflojé mi corbata y me desabroché los primeros dos botones de mi camisa blanca.
—Quería que me confirmara estas invitaciones— puso en mi escritorio un montón de invitaciones.
Les eché un vistazo rápido y descarté algunas.
—Confírmalas y agrégalas a la agenda. Puedes irte a casa— le hice un gesto con la mano para que se marchara pero ella siguió allí
—¿Dime?
—Quiero pagarle la cuenta del club— anunció y yo elevé las cejas
—No me digas.
—Pues si le digo, no se me hace prudente que mi jefe me permita beber de gratis en su club— dijo chasqueando la lengua —Y no volverá a pasar, no pondré un pie en ese club. Entraré en cualquier otro, menos en el— dijo muy firme.
—Bien— y seguí en lo mío.
Sentía su mirada clavada en cada movimiento que hacía con mis manos, con mis dedos.
¿Qué más quería? Si quería pagármelo pues bien, si decía que no volvería a ir a mi club pues no me interesaba siendo sincero. ¿Qué esperaba de mí?
¿Qué deseas de mi Tamara?
—¿Algo más?— levanté la vista hacía ella
Ella me miró y parpadeó como si apenas saliera de algún pensamiento. Negó con la cabeza y casi pude ver un destello de tristeza en ellos.
Se dio la vuelta lista para marcharse pero mi voz la detuvo.
—¿Tamara?
Se giró completamente y me miró esperanzada.
Ella desea lo que no puedes darle Alex.
—Descansa— y de nuevo hice lo que mejor sabía hacer: ignorar a las personas.
Ella salió y ni siquiera escuché que cerrara la puerta de lo silenciosa que había sido.
Tamara era una buena chica y si alguna vez en el pasado pensé en ella de forma diferente comencé a arrepentirme al instante. ¿Qué demonios estaba pensando? Seguramente Tamara era la chica más inocente que había conocido en mi vida, ella merecía solo cosas buenas y no un desastre como yo.
Ella te quiere Alex
La voz de mi hermana resonó en mi cabeza, meneé la cabeza y comencé a seguir con mi trabajo y continuar con mi vida como lo había hecho desde hacía mucho tiempo.
(***)
Una semana había pasado sin ningún incidente. ¿Alguna vez has vivido días en los que sientes que las horas pasan pero todo lo vez como si de una película se tratase? Era exactamente lo que había ocurrido. Había pasado una semana pero de alguna forma mi alma no estaba conectada con mi cuerpo, Tamara, Matheo y de más tuvieron que repetirme dos veces cada cosa por que no lograba concentrarme del todo.
—Aquí esta el café sin azúcar— dijo Tamara mientras podía el plato con la taza en mi escritorio
Asentí y tomé un sorbo.
—¿Señor... esta usted bien?— preguntó Tamara en voz baja
Meneé la cabeza.
—Todo está bien, puedes marcharte— dije lo más amable que pude.
Ella salió pero justo antes de cerrar la puerta me echó un último vistazo.
No Tamara, nada está bien conmigo.
Esa noche me fui a la cama directo, me acosté boca arriba mirando el techo de mi habitación y en algún punto todo se volvió oscuridad.
Era el día.
Tamara estaba a mi lado ajustándome la corbata mientras que yo me ajustaba mis gemelos de mi camisa blanca.
Iba a casarme y no podía estar más nervioso y confundido en partes iguales.
Tamara sería mi madrina... ¿Por qué no iba a ser ella la novia?
En el altar esperé a la que pronto sería mi mujer, era una rubia alta con un vestido de encaje precioso y una cola muy larga. Sus ojos eran verdes, mejores que los míos.
Miré de reojo a Tamara que me miraba aterrorizada. No entendía nada, ella hace un momento me estaba viendo cual madre orgullosa, ¿Qué había cambiado?
Observé a la rubia llegar y tomar mi brazo con demasiada fuerza, Tamara gritó que me detuviera pero no le hice caso, la ignore y seguimos con la ceremonia mientras mi rubia de curvas impresionantes le sonreía a Tamara con superioridad, después de todo ella era mi esposa oficialmente.
Cuando todo terminó Tamara se acercó a mi llorando y desconsolada, me preguntó con voz rota ¿Por qué? ¿Por qué lo había hecho con alguien más? ¿Por qué no la había escogido a ella?
Tomé su cara entre mis manos y susurré mirándola fijamente a los ojos.
"No puedo ser lo que quieres que sea"
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~Todo por ti~ #HW2
Romansa||Segunda parte de la bilogía #HermanosWalker|| Un empresario exitoso, lleno de dinero y gente importante, y por supuesto mujeres de sobra a su lado. Tenía todo, menos lo más importante: AMOR. Trataba de evitar los sentimientos por miedo que le hici...