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No puedes dejar que las emociones nublen tu corazón-Umbra

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No puedes dejar que las emociones nublen tu corazón-Umbra.

GRAHAM.

-Aún recuerdo cuando le lanzaste un sapo al profesor de matemáticas. -dice Paul mientras lo ayudo a colocarse la chaqueta-. Lo mandaste al hospital.

Sonrío negando, ese día fue entre el susto y las risas de mis compañeros, en mi defensa diré que no tenía idea de que nuestro profesor fuera sapo-fobico.

-Era de goma, pero creo que el miedo le nubló la visión.

-Darse con la puerta del curso le nubló la visión.

Una carcajada se me escapa al recordar que cuando le lance el sapo de goma el profesor salió corriendo y chocó de lleno con la puerta del aula. Jamás olvidaré ese momento, me dieron una suspensión de tres días. Claro que ahora soy más consciente de que lo que hice pudo dañar psicológicamente al profesor. Los miedos que se intensifican se tornan traumas y es difícil deshacerse de ellos.

Papá me dio un sermón bastante extenso sobre mi comportamiento en el instituto, sin embargo, como era un mocoso no le deba mucha relevancia a sus palabras, creo que papá me inspiró a ser más inteligente con mis travesuras, luego de ese día no volvieron a descubrir quien estaba detrás algunas bromas a los profesores y alumnos. Lo mejor de todo es que mi mejor amigo siempre fue mi conciencia aunque en ocasiones también se prendía a mis locuras.

-¿Estás seguro de esto?-Mi mejor amigo asiente con una sonrisa.

-Mamá lloró toda la noche. -susurra y se mueve con lentitud hasta donde se encuentra su mochila-. No soporto estar en casa, además quiero ir por última vez al instituto, mis amores necesitan verme en pie... Al menos antes de que caiga.

-No digas estupideces, tú no vas a caer.

No me responde, solo se limita a salir de su habitación. Lo sigo segundo después, ambos nos despedimos de sus padres y sus dos hermanos menores, quienes no saben nada de su enfermedad, aunque estoy seguro que sienten el ambiente pesado y doloroso. Sé que son pequeños, pero merecen saber lo que sucede con su hermano mayor. No soy nadie para decirles a los padres de Paul que lo mejor sería decirles.

El dolor compartido se siente menos pesado.

-Adiós señora Sivane.

-Me lo cuidas, Graham. Tengan un buen día. -dice la mujer mientras deja un beso en la frente de Paul-. Ya tenemos un turno para tu doctor, y no olvides que siempre hay esperanzas.

-Llegaremos tarde, nos vemos luego, mamá.

Veo como el chico pálido y de ojeras pronunciadas deja una caricia en la mejilla de su madre para luego besarla en la frente con lentitud. También noto como mira a sus hermanitos listos para ir a la escuela, tampoco pierde de vista a su padre, quien le sonríe con calidez desde el sofá, el señor Hugo no es de los hombres sentimentales, pero siempre demuestra su cariño de alguna manera sutil.

No somos familias millonarias ni ricas, somos de las personas normales que deben sobrevivir el día a día con su esfuerzo y trabajo duro. Tampoco estoy diciendo que los que tiene dinero no deben sobrevivir y trabajar, no, simplemente digo que la tienen más fácil.

PAUL.

En este momento me siento muy débil, pero con demasiada determinación, quiero ver el maldito instituto una última vez. Puede que todos los demás a mi alrededor tengan esperanzas, pero yo ya las he perdido completamente, tenía planeado dejarme morir en silencio, pero los efectos de mi enfermedad no son sutiles, son una maldita pesadilla que se ve a través de mi cuerpo.

Náuseas, dolores de cabeza y musculares, debilidad que me deja sin fuerza en las las extremidades y esos malditos mareos de porquería. Lo que más odio de todo esto es el dolor en mi pecho, en ocasiones es mucha opresión para mí, pero aunque sea estúpido, ese dolor me deja saber que aún sigo luchando, que sigo viviendo.

Graham camina a mi lado en completo silencio, tomando mi mano con fuerza mientras nos movemos al instituto, hoy quería caminar, caminar con mi mejor amigo, el chico que siempre he tenido a mi lado en las buenas, malas y peores.

-Va ha ser un golpe duro, Ham. -digo sin querer decirlo, sin embargo ya es imposible callarme-. Cuando me vaya quiero que sigas adelante con todas tus fuerza y vivas feliz ¿bien?

-Que digas cosas así me hace sentir que te estas rindiendo. -Su voz se escucha rota-. Solo no digas nada y caminemos, nos queda mucho por recorrer.

Me detengo, él también lo hace, le dedico una sonrisa y me aproximo para abrazarlo, me recuesto sobre su pecho y lo escucho, late fuerte y sano, su corazón grande e increíble late como desearía que lo hiciera él mío.

-Te amo, mejor amigo, jamás lo olvides.-Y lo siento, apretarme contra él y llorar.

Detesto hacer pasar por todo esto a Graham, pero los chicos fuertes también lloran y pedirle que no sufra sería demasiado cruel cuando sé que es algo imposible de evitar.

Nos quedamos abrazados por un largo rato. Cuando mi amigo se calma y yo logro controlar el dolor en mi corazón nos encaminamos en silencio al instituto.

***

He recibido las miradas que más detesto en la vida. Sé mejor que nadie que la lástima no ayuda en lo absoluto, solo nos vuelve más conscientes de que estamos opacos, sin brillo ni color, que estamos muriendo o cayendo demasiado rápido.

-¿Seguro? -Muevo la cabeza afirmando, él suspiro y con la indecisión navegando en sus ojos oscuros se aleja a su última clase.

He asistido a algunas clases, pero ya estoy cansando, así que solo esperaré a que mi mejor amigo termine su última clase y podamos volver a casa e ir a ese hospital para que me repitan por tercera vez que no tengo salvación.

Luego de recorrer los pasillos y salir al patio trasero, me encuentro con una banca marrón que me recibe inerte. Observo todo a mi alrededor, ni siquiera estamos en medio año, sonrío con tristeza, me hubiera gustado disfrutar más de mi último año escolar.

-Ese es mi lugar. -Giro mi rostro encontrando a Elijah, mirándome con desagrado-. ¿Te vas a mover o tengo que hacerlo por ti?

-No tienes respeto ni por los muertos. -digo y me rio por mis propias palabras-. No me moveré y por favor tú no me muevas, estoy realmente cansado.

No dice nada por un segundo. Toma asiento a mi lado y puedo sentir un aroma extraño, reviso su rostro con la vista y noto que en una de sus comisuras hay restos de su comida.

No puedo evitarlo, llevo uno de mis dedos y lo paso por su barbilla, quitando el líquido carmín, luego limpio mi dedo en mi chaqueta, él me da una mirada que no se como tomar.

-Debes tener más cuidado, los inmortales también mueren. -susurro, no sé porque lo digo, pero admito que me salió una buena frase-. Sé lo que eres, y sí te preguntas porqué no te tengo miedo yo...

-No me pregunto nada, los humanos no son de mi interés, tampoco sus emociones ni problemas. Tú amigo es divertido y un tanto anormal, solo por eso lo soporto.

-Oh.

Es lo único que digo, que más podría decirle a alguien que no parece tener empatia. Llevo una de mis manos a mi corazón y respiro un poco agitado, de repente siento que el aire me falta y que todo da vueltas.

-Ya no tienes mucho tiempo, pequeño humano. ¿Debería salvarte?

No sé qué es lo que susurra, pero no me importa cuando siento un fuerte dolor en mi pecho impidiendome utilizar mis sentidos.

¿Este es mi final?

Umbrablack.

Adictos a tu locura. © ✔️#1 [Bilogía Amor De Tres.]. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora