INTRODUCCIÓN.

7.1K 519 201
                                    

Estamos comenzando a ser más mentirosos a la hora de ser sinceros-Umbra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estamos comenzando a ser más mentirosos a la hora de ser sinceros-Umbra.

Otra vez estaban mudándose de país y está vez no era más que por el trabajo de su padre, bueno, la mayoría de las veces era por esa razón, pero eso no quitaba que él ya estuviera cansado de ir y venir, de despedirse y ni alcázar a hacer amigos sin tener que estar armando y desarmando sus maletas, vamos, joder, él solo era un adolescente aprendiendo a vivir y no se la estaban haciendo fácil, aunque era bien sabido que eso de vivir no era la cosa más simple del mundo, pero no podía ser tan complejo, ¿verdad? No, claro que no, pero cómo lo sabría si tenía que moverse de país en país cada tres meses y eso si exageraba.

-Darrell, baja las maletas y deja de fruncir el ceño qué te vas a volver viejo. -le gritó su padre al tiempo que entraba en la que sería su nueva casa.

-Cómo si no fuésemos a envejecer algún día.-susurró por lo bajo, frunciendo más su entrecejo.

Con toda la pereza de un adolescente de diescises años se dispuso a obedecer a su amado padre, suspiro cuando al abrir la cajuela del coche se encontró con dos enormes maletas de color marrón, odiaba ese color, definitivamente su padre debía de cambiarlas, ya que siempre se estaban moviendo de un lado a otro sería bueno, para varias, que al menos sus maletas tuvieran un mejor ver, ¿no? Pero conociendo a su progenitor este preferiría ahorrarse la salida a algún lugar donde poder comprar, sí, porque su padre adoraba el interior de una casa, sin dudas era un ermitaño con el cerebro magnífico, pues sus libros eran como leer gloria, y bien que lo sabía, ya que no había mayor fan que él de su padre, pero también estaba el hecho de que en ocasiones se sentía muy solo, así que a veces deseaba que su padre le diera más atención de la que le daba.

En variadas ocasiones pensaba que en su vida todo era perder y perder, quizás también entendía esto por su madre y su eterna ausencia, ya que la mujer al separarse de su padre se marchó con otro hombre que por supuesto podía costear la vida lujosa que ella tanto amaba, y se olvidó de él como si jamás lo hubiera tenido por nueve meses en su vientre.

Movió la cabeza con brusquedad cuando esos pensamientos le llenaron la mente, no deseaba pensar en ella, siempre dolía así que para que lastimarse sí a su madre jamás le importaría su sentir.

-¡Date prisa, hijo!-Levantó la vista cuando escuchó a su padres gritarle desde el segundo piso de la bonita casa-. Esas maletas no se van a cargar solas, vamos, vamos que tengo que ponerme a escribir. ¡Mi editor me va a volver loco!

Evitó entornar los ojos, sin embargo, se limito a elevar el pulgar, el hombre le sonrió para un segundo después volver al interior de la casa y está vez sí que puso los ojos en blanco.

Su padre era un servido.

-Ey, hola, vecino.

Una voz varonil lo hizo girar en dirección a un chico bastante alto que caminaba hacia él a pasos despreocupados.

-Hola. -contestó simplemente cuando tuvo al muchacho frente a él.

-Veo que seremos vecinos, eso es bueno, ya me siento aburrido de ver las mismas caras en este barrio. -dijo el rubio con una sonrisa que se le antojó sincera-. Por cierto, soy Rhigo.

-Un gusto, soy Darrell. -pronunció con amenidad al tiempo que estiraba su mano y la estrechaba con su nuevo vecino.

-El gusto es mío, Rell.

La confianza con la que le puso un sobrenombre le gustó bastante, era bueno saber que su vecino no era como muchos estirados a los que tenías que olerle el trasero para que puedan ser amables y agradables.

-¿Qué edad tienes?-inquirió Darrell con una leve sonrisa.

No era curioso en realidad, sino que siempre le gustó saber la edad de las personas. Le gustaba darles una edad y luego ver si realmente había acertado. Y este caso no fue la excepción, porque ya le había dado unos dieciocho años al muchacho apuesto.

-Pues, tengo dieciséis años, aunque en un mes cumpliré los diecisiete. -contestó encogiendo los hombros y dejando bastante sorprendido a Darrell-. Al ser integrante de Los Rebeldes me veo como de más años. Es por el entrenamiento.

-¿Los rebeldes?

-Oh, cierto, es un equipo de fútbol americano, no es mi pasión, pero algo tengo que hacer para contentar a mi familia. -contó, divertido-. No me agrada pasar mucho tiempo encerrado en casa, además mis padres siempre están viajando, algo tengo que hacer con mi tiempo.

-Oh, a mí tampoco me gusta eso de estar todo el día encerrado, pero soy nuevo así que no tendré de otra.

Al menos hasta que inicie en el instituto. Pensó intentando no suspirar.

-Entonces está decidido, tú y yo seremos amigos, ¿okay?

El menor soltó una carcajada encantadora que dejó medio bobo al mayor, y luego simplemente negó y suspiro algo desganado, todo rastro de diversión se borró en él.

-Me gustaría, pero eso de ser amigos no va a poder ser, a mi los amigos no me duran.

-¿Por?

-Pues mi padre hace las maletas de improvisto y me arrastra con él siempre, y pues... Jamás lo dejaría solo.

Y era verdad, él no dejaría a su padre por nada del mundo, después de todo él era el único que Darrell podía llamar familia, además de que lo amaba, vamos que era su padre y siempre había estado con y para él.

-Entonces seremos compañeros, los mejores compañeros que hayan existido. -habló el rubio mayor con total seguridad.

-Sí, bueno, suena bien para mí.

Y fue así que la amistad entre ellos nació, pero lo que no sabían era que un año después de eso ambos terminarían enredados entre sentimientos y emociones que no podrían definir hasta aceptar al amor, hasta aceptar el amor que ambos desarrollaron por el mismo chico y que comenzaron a sentir el uno por el otro.

Umbrablack.

Adictos a tu locura. © ✔️#1 [Bilogía Amor De Tres.]. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora