- Necesito estar en la empresa a las 8 -dijo mientras veía la hora en su costoso reloj.
- Lo sé señorita, el tráfico está imposible hoy.
- Sabe que detesto llegar tarde.
- Al perecer el colapso se debe a un accidente.
- No le he pedido excusas. Ahora silencio y conduzca.
- Si señorita, disculpe -no le apetecía hacer enfadar a su jefa, así que desvió toda su atención al camino. Tenía 7 minutos y estaban a pocas calles, podía lograrlo.
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Por la tarde, en otro punto de la ciudad.
- Yo soy como el chile verde llorona, picante, pero sabroso -cantaba una joven con su pequeña en brazos, algunas personas se paraban a observarla o le dejaban unas cuantas monedas y otras simplemente la ignoraban.
- Niña -la llamo el encargado del lugar, al que había conocido hace algunos días-. Perdona, pero no puedes seguir cantando aquí, son órdenes del dueño. De verdad lo lamento -la miró con compasión.
- No te preocupes, no es tu culpa -le sonrió para hacerle saber que se encontraba bien, aunque no fuera así.
- Ya me había acostumbrado a teneros por aquí y oír tu voz, cantas muy bonito. Ojalá tengas suerte en el próximo sitio.
- Ojalá... -suspiró cansada-. Adiós Gabriel, gracias por todo.
Caminó hasta el parque más cercano y se sentó en un banco a contar el dinero que le habían dado aquel día.
- Bien, bebé, al menos con esto nos alcanza para algo -miró a la niña de casi 9 meses que balbuceaba mientras prestaba atención a su madre- ¿te apetece yogurt y unas galletas? Ya mañana buscaremos un nuevo lugar. Estaremos bien, te lo prometo -dejó un beso en su frente y siguieron andando.
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Lux
Fanfiction¿quién te rompió, cariño? *No se autoriza la copia y/o adaptación de esta historia.