42_ Familia

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Al día siguiente.

- Ojalá alguien me trajera el desayuno a la cama. -comentó Natalia como quien no quiere la cosa.

- te lo traería si no fuera porque me tienes aquí atrapada.

- si te suelto, ¿cuánto tiempo crees que tardes en prepararlo y regresar?

- depende, ¿qué quieres desayunar?

- ¿puedo pedir lo que yo quiera?

- Natalia, no empieces que nos conocemos.

- a ver, si tú eres una malpensada no es mi problema.

- a mi no me pongas esa carita de inocente porque no cuela.

- iba a pedir un zumito de naranja.

- ella, saludable. -apretó su mejilla con orgullo.

- es que tengo sed. También quiero cereales.

- vale. -la miró sorprendida.

- pero los de chocolate, no los otros de avena que saben a cartón.

- ya me parecía.

- y yogurt de vainilla, para el cereal.

- está bien.

- y tostadas con aceite y aguacate, que no se te olvide.

- ¿es necesario que mezcles todo?

- sí es. Y eso que descarté los huevos revueltos, hoy es sábado de permitidos.

- hoy es viernes.

- ¿hoy es viernes? -se sentó de golpe.

- sí. -soltó una carcajada al ver su cara de confusión.

- Alba, no es divertido.

- es sábado, tonta. -le salían lágrimas de la risa.

- estás graciosilla ¿eh? -comenzó a atacarla con cosquillas.

- ¡Nat, no! -se retorcía en medio de chillidos- ¡que me hago pis... que me hago pis! -gritó.

- vale vale. -la rubia salió disparada con la mano en la entrepierna.

- Dios, por un segundo. -cogío una camiseta de Natalia y se la puso cuando salió del baño, no se sentía muy cómoda yendo de nudista.

- no iba a quedar muy sexy que te mearas en la cama.

- existe gente que tiene ese cliché.

- querrás decir fetiche.

- tú me entiendes.

- de todos modos, ¿a qué persona le puede gustar que le hagan pis? -puso una mueca de asco- Te lo estás inventando.

- te prometo que no me lo estoy inventando, lo escuché de mis compañeras de trabajo cuando estaba en la empresa y me quedé con la misma cara que tienes tú ahora.

- dime quienes son para despedirlas.

- mejor dame mi beso de buenos días. -puso morritos.

- no me he lavado los dientes. -avisó.

- me da igual. -se lanzó a su boca- ¿de qué te ríes? -preguntó cuando se separó.

- tu mano.

- perdón. -la quitó avergonzada.

- si no me molesta, puedes sobarme el culo las veces que quieras. -la miró divertida.

- vale. -volvió a colocarla donde la tenía.

Lux Donde viven las historias. Descúbrelo ahora