25_ Malentendido

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Tres meses después.

- No quiero... no quiero... -repetía Alba entre sueños mientras se removía inquieta y soltaba quejidos con una mueca de dolor.

- shh... ya está, ya pasó... -Natalia pegó sus frentes y le acarició el rostro con delicadeza- Estoy aquí contigo.

Esa estaba siendo una noche difícil, aunque cabía destacar que ya no todas lo eran. Afortunadamente el tratamiento con la psicóloga parecía estar funcionando, habían aumentado sus horas de sueño e incluso había días en los que lograba dormir de corrido y sin pesadillas. Pasaban juntas varias noches a la semana, ya sea en la casa de la rubia o la de Natalia, a quién le había tocado consolarla e incluso había llorado con ella en más de una ocasión.

Cuando notó que su respiración comenzaba a calmarse cerró los ojos nuevamente, aún tenían un par de horas más antes de que tuvieran que levantarse.

- Natalia, apaga eso... -murmuró cuando el molesto ruido de la alarma las despertó.

- si me soltaras a lo mejor podría. -la tenía atrapada en un enredo de piernas y brazos en el que era imposible diferenciar que extremidad le pertenecía a cada una.

- no puedo.

- sí que puedes.

- pero no quiero. -ronroneó en su cuello.

- Albi. -dijo en tono de advertencia.

- jo, Nat. -la soltó en contra de su voluntad.

- debemos ir a trabajar. -tomó su móvil y lo silenció.

- ¿no podemos faltar?, quiero quedarme todo el día aquí contigo. -volvió a pegarse a su cuerpo.

- me encantaría, pero no es posible.

- tú eres la jefa suprema, de algo te tiene que servir ese poder.

- la jefa suprema. -casi se ahoga de la risa.

- pareces una morsa cuando te ríes así. -la miró con ternura.

- no puedes llamar morsa a la jefa suprema. -dijo poniéndose seria.

- pero sí puedo quedarme todo el día con ella, ¿a qué sí? -puso su mejor cara de pena.

- no me pongas esa carita, que sabes que soy débil. -le dio un toquecito en la nariz- Además tú tendrías que trabajar igual, no tiene sentido que yo falte.

- puedo llamar a la empresa y decir que estoy enferma. -le comentó su magnífico plan.

- eso es mentir.

- pero ellos no lo saben.

- te olvidas de con quién estás hablando, ¿cierto? -levantó una ceja.

- en realidad sí que me está doliendo un poco la barriga. -fingió malestar.

- así, de repente.

- sí. Creo que también tengo fiebre.

- Albi, nunca te dediques a la actuación, eres malísima.

- tenía que intentarlo. -se encogió de hombros.

- mira, yo misma justificaría tu ausencia sin necesidad de que tengas que inventar ninguna excusa...

- entonces ya está, todo solucionado. -la interrumpió.

- pero... -continuó.

- sin peros. -le tapó la boca con su mano.

- debo acabar unas cosas antes de viajar. -terminó de hablar con la voz amortiguada.

- no me gusta cuando viajas. -la miró con un puchero.

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