41_ Funciona

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- Mamá. -Alba escuchó una vocecita entre sueños- Mamá. -sintió unas palmaditas suaves en su mejilla- ¡Má!

- piojito, ¿que pasa? -abrió los ojos lentamente.

- iaia no ta.

- está de viaje, ¿lo recuerdas? -había viajado a Barcelona el día anterior para retomar el proyecto que dejó en pausa cuando Luz enfermó.

- no vino.

- aún no, faltan algunos días para que regrese, así. -le mostró su mano con cuatro dedos levantados.

- ahoia. -se le formó un puchero.

- ahora no es posible porque tiene que trabajar, bebé, te lo explicó cuando se despidió de ti. Más tarde la llamamos y hablas con ella, ¿vale?

- ti. -se pasó las manos por los ojos.

- ¿quieres mucho a iaia?

- alto. -se paró de puntitas en la cama y estiró el brazo todo lo que pudo.

- ¿todo eso? -puso cara de asombro.

- ti, y a mamá -volvió a sentarse.

- yo también te quiero mucho. -besó su manito- ¿te acuerdas lo que hablamos contigo hace unos días, de que Natalia ahora es tu mami?

- mamá Aba.

- mamá Alba y mami Nat, o mami iaia.

- no ta iaia.

- ya lo sé. -cogío el móvil de su mesita de noche- Ven. -la sentó encima de sus piernas- ¿quiénes son ellas? -le enseñó una foto.

- mamá. -apuntó a la rubia- Mí. -se señaló a si misma- y iaia. -le sonrió a la pantalla.

- o mami, iaia ahora es mami. -pasó a la siguiente imagen- Mira, en esta salimos otra vez mami, Luz y mamá.

- helaio.

- así es, mami tiene un helado. -sabía que iba a costar que la llamara de una manera diferente a la que ya estaba acostumbrada, pero se lo repetiría las veces que hiciera falta hasta que lo aprenda, sin prisas.

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3 días después.

- Mercedes, ¿ha visto mi móvil?, lo escucho sonar pero no lo encuentro por ningún lado. -dijo abriendo la nevera para buscarlo dentro.

- creo haberlo visto sobre el microondas.

- ¡gracias! -corrió a buscarlo y llegó a descolgar antes de que cortaran- hola, cariño. -contestó con su voz más dulce, consiente de que ahora se venía el regaño.

- Alba, ¿cuántas veces tengo que pedirte que lleves el teléfono cuando sales?, ¿tan difícil es?

- no me digas Alba.

- mi amor, ¿sabes cuanto tiempo llevo intentando comunicarme contigo? -relajó el tono- Desde hoy al mediodía, y ya son las ocho de la noche.

- perdón. -agachó la mirada asumiendo la culpa- Es que esta madrugada he tenido una pesadilla y necesitaba salir, esperé a que la niña se despierte, le di el desayuno y nos fuimos. Estuve muy mal en no avisarte antes, lo siento.

- está bien. -suspiró- ¿cómo estás?

- bien, ya estoy en casa.

- ¿estuviste fuera todo el día?

- sí, en el refugio.

- ¿vienes a darme mi besito de bienvenida?

- ¿de qué hablas, Nat?, no puedo ir a Barcelona y menos a esta hora.

Lux Donde viven las historias. Descúbrelo ahora