31_ A salvo

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- Hola.

- hola. -sonrió Alba con los ojitos achinados.

- ¿me has echado de menos?

- Nat, nos hemos visto hace viente minutos.

- yo a ti sí. -se apoyó en el escritorio con las piernas separadas y la atrajo hacia ella.

- debo terminar de limpiar. -dijo mientras pasaba los brazos por encima de sus hombros.

- lo harás luego, o mañana, da igual.

- ese mismo has dicho ayer.

- limpiaré yo si es necesario.

- pero si no sabes ni para que sirve una escoba. -se burló. 

- puedo aprender. -se encogió de hombros.

- eso lo tengo que ver. -rió solo de imaginarla.

- esta noche quiero que intentemos algo. -cambió de tema.

- hoy dormiré en mi casa.

- ¿por qué? -la miró con una mueca triste.

- porque me he estado quedando en la tuya desde el viernes.

- ¿y qué tiene?

- que hoy ya es miércoles. -explicó con obviedad.

- sigo sin entender, ¿te has quedado sin ropa?, si quieres podemos ir a buscar lo que necesites y regresar.

- es que ya son muchos días.

- está bien. -agachó la mirada.

- no quiero que te acabes cansando de mi, además que Luz se acostumbra y luego no quiere estar en mi casa.

- nunca podría cansarme de ti. -besó su mejilla con dulzura- ¿sabes?, me gustaría que comencemos a hacer cosas diferentes.

- ¿qué cosas?

- salir a cenar, a tomar un helado, al parque, al cine... -nombró algunos ejemplos.

- no sé por qué nunca hemos hecho nada de eso.

- ni yo. Creo que en parte es porque estamos a gusto con esta especie de rutina que hemos creado, también a que nunca antes había tenido una relación así con nadie, todo esto es nuevo para mi.

- ¿nunca? -preguntó asombrada.

- no, ya te lo había dicho.

- ya, pero pensé que te referías a este último tiempo.

- me refería a siempre. Por eso te pido disculpas si a veces me paso de intensa, aún estoy aprendiendo.

- me gusta que seas una intensa.

- ¿de verdad? ¿no crees que no os dejo respirar? -preguntó insegura.

- ¿por qué dices eso? -la miró como si acabara de decir lo más absurdo del mundo.

- la Mari y Sabela dicen que soy muy pesada y sobreprotectora con vosotras, que os asfixio.

- eso no es verdad. Bueno, un poco. -sonrió de lado- Pero no me haces sentir asfixiada ni nada por el estilo, todo lo contrario, me das seguridad, nunca nadie nos ha protegido y cuidado tanto como tú. No dejes de hacerlo, porfa. -la abrazó.

- si a ti no te molesta, lo que digan los demás me da igual. -suspiró más tranquila.

- te queremos así de intensita. -dejó un beso en sus labios.

- pues menos mal, porque no puedo evitarlo.

- ¿duermes conmigo hoy?

- creí que querías dormir sola.

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