23_ Despertar

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Alba se removía a punto de despertar en una cama que no era la suya, sintió una caricia en su rostro y al instante recordó donde se encontraba.

- Nat. -se abrazó a ella aún con los ojos cerrados, temía abrirlos y que todo desapareciera.

- ¿cómo has dormido? -dejó un besito en su nariz.

- muy bien.

- me alegro. -le apartó el flequillo y besó su frente.

- ¡espera! -se sentó de golpe.

- ¿qué pasa? -preguntó asustada.

- me he despertado.

- lo sé, te estoy viendo.

- me he despertado sola.

- sí. 

- me he despertado sola, sin una pesadilla. -la miró ilusionada.

- eso es bueno, ¿cierto?

- Nat, me he despertado sin una pesadilla. -la sacudió por los hombros.

- y has dormido más de tres horas.

- no puede ser. -se tiró por encima de la morena para comprobar la hora en el reloj de la mesa de noche- ¿a qué hora nos hemos acostado?

- a las once, creo.

- ya son las cinco. -la miró con los ojos muy abiertos.

- es domingo y son las cinco de la madrugada, ¿qué te parece si dormimos un poco más? -cerró los ojos luego de un bostezo.

- no, Nat. -la volvió a sacudir- Que esto es importante.

- vale.

- ¿sabes hace cuánto no dormía tantas horas?

- fueron seis horas.

- es el doble de lo que acostumbro y sin pesadillas. -seguía en bucle.

- y pueden ser más si intentas dormir nuevamente.

- ¿me has drogado? -preguntó con seriedad.

- ¿qué dices?

- ¿me has dado algo para que duerma?, que no estoy enfadada ni nada, pero me puedes decir que es así lo tomo también en mi casa.

- no te he drogado. Has tenido pesadillas aquí también, solo que he logrado calmarte a tiempo para que no llegaras a despertar.

- ¿cómo?

- es un secreto.

- porfa, Nat. Dime como lo has hecho. -tenia la mirada llena de esperanza.

- no he hecho nada raro en realidad. Cuando notaba que estabas inquieta te hablaba para tranquilizarte. En un momento me he asustado porque sudabas y decías cosas que no he llegado a entender, creo que tenías fiebre.

- ¿solo me hablabas y ya?

- sí, bueno, puede que también te haya cantado. -reveló algo avergonzada.

- ¿de verdad?

- si puedes evitar contarle esa parte a Sabela te lo agradeceré.

- ¿cómo eres tan bonita? -le lleno la cara de besos- Gracias.

- ¿podemos descansar un rato más?

- vale, pero primero voy a ver a Luz.

- fui hace un momento, dormía como un angelito.

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