32_ Confianza

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- Nat, te pido que seas amable, por favor. -le advirtió antes de abrir la puerta de su casa.

- que sí. -rodó los ojos, era la tercera vez que se lo repetía.

- ¡hola, Julia! -abrazó a su vecina, que ya era más bien una amiga.

- ¡Albita! -la levantó del suelo.

- cuanta efusividad. -murmuró la que observaba la escena con una ceja levantada.

- tú debes ser Natalia. -mencionó la recién llegada.

- Lacunza. -dijo borde mientras le tendía la mano para evitar que la salude con un beso.

- Nat... -la rubia le lanzó una mirada amenazante.

- pero puedes llamarme solo Natalia.

- genial, sería un poco incómodo llamarte por tu apellido todo el rato.

- siéntate Juls, ¿quieres algo de beber?

- de momento no, gracias. -se sentía algo intimidada con la presencia de la morena que se había sentado frente a ella, con las piernas cruzadas y sin quitarle la mirada de encima.

- ¿de qué trabajas? -preguntó sin deshacer su postura.

- soy maestra.

- eso es bueno, es decir que estás acostumbrada a tratar con niños. ¿vives sola?

- Natalia, ya habíamos hablado de esto antes, prometiste que no le harías un interrogatorio.

- solo me estoy interesando por conocerla. -se defendió.

- la estas incomodando.

- está bien, no me molesta. -interrumpió la aludida.

- lo ves. -la miró con suficiencia- Yo voy. - se levantó y fue a la habitación cuando escuchó que la niña se había despertado.

- disculpala, es la primera vez que Luz se quedará con alguien que no es ella.

- no te preocupes. -le hizo un gesto con la mano dándole a entender que no le importaba- Solo quiere asegurarse de que estará en buenas manos. -en parte hasta le daba ternura su comportamiento.

- si te soy sincera, me parece super mona cuando se pone en modo protectora. -se encogió de hombros con una sonrisa tonta.

- sécate las babas, anda.

- las babas se te caerán a ti en un rato cuando pruebes mis croquetas.

- ¿has pensado en mi propuesta de casarte conmigo? -bromeó al saber que estaba preparando su comida favorita.

- no he tenido mucho tiempo la verdad. - le siguió el juego hasta que escucharon un carraspeo a su espalda.

- Lucecita, ¿cómo estás? -quiso cogerla pero ésta se negó apoyando la cabecita en el hombro de la más alta.

- olvídalo, no irá contigo estando en brazos de Natalia.

- ¿por qué?, si somos super amigas.

- ya, pero ignora a todo el mundo cuando está con ella.

- es verdad. -la morena asintió orgullosa.

- es el apego normal de su edad. Lo tienen con las personas que consideran más cercanas, en este caso tú. -explicó.

- y Alba, con ella también es igual.

Comieron un rato después, a pesar de la tensión de un primer momento el clima se fue haciendo más ligero a medida que el tiempo avanzaba. Natalia seguía mostrando una especie de muralla que impedía que la invitada se acerque demasiado, algo habitual en ella, pero al menos había desecho su actitud de oficial de policía después de recibir varias miradas de advertencia.

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