49_ Crear una burbuja

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- Albi. -murmuró para no despertarla de golpe- Amor, despierta. -besó su mejilla.

- déjame... -se colocó un brazo encima de la cara.

- por favor. -se pegó a ella y le mordió el hombro con suavidad.

- que pesada, Nat...

- es que llevas mucho tiempo dormida, te echo de menos.

- tienes que perder esa costumbre de despertarnos cada vez que estás aburrida. -era algo bastante habitual en ella.

- nunca me dejas despertar a Luz. -le hizo una pedorreta en el cuello, le encantaba molestarla.

- ¿qué hora es? -preguntó mientras se estiraba y abría los ojos.

- no importa. -cuando viera el reloj la iba a matar.

- ¡las seis de la mañana! Yo te mato, Natalia. -la miró con gesto serio.

- lo siento.

- está bien. -no pudo con su carita de cachorro arrepentido- ¿no puedes dormir?

- hoy tengo que estar en la empresa más temprano.

- porque tienes una reunión, lo sé. -se acurrucó en los brazos de la morena- Igualmente te da tiempo de dormir un poquito más.

- ya, pero no me quería ir sin hablar contigo.

- ¿hablar de qué?

- de ti, ¿cómo te sientes?, ¿estás bien?

- no ha sido un sueño, ¿verdad? -se incorporó para mirarla.

- ¿pensabas que lo había sido?

- yo... -se sentó en la cama y se frotó la frente.

- ¿qué pasa? -se sentó ella también.

- es que... -puso un puchero.

- ¿por qué lloras? -le acarició las mejillas con dulzura.

- pensé que lo había soñado como las otras veces.

- pasó de verdad. -la miró con ternura. Parte de esa confusión era la consecuencia de tantas pesadillas, en ocasiones le costaba un poco adaptarse a la realidad cuando recién despertaba y por ese motivo ella había querido estar ahí cuando lo hiciera.

- sí. -estudió sus brazos con detenimiento, luego se quitó las sábanas de encima para analizar también sus piernas y el abdomen.

- ¿qué buscas? -preguntó sin entender lo que hacía.

- gracias. -se lanzó a abrazarla.

- ¿por qué?

- no me has dejado marcas, ni una sola. -rompió a llorar en su cuello.

- bebé...

- no me duele nada, Nat. -la miró emocionada y sin terminar de creérselo.

- te prometí que no iba a dolerte, ¿no?

- me siento bien.

- y yo. -le sonrió.

- no quiero vomitar, ni llorar, bueno en realidad sí estoy llorando, pero es de felicidad. -hablaba rápido mientras se quitaba las lágrimas.

- avanzamos un paso más, choca esos cinco. -levantó la palma de su mano y Alba la chocó.

- este vale por muchos pasos juntos.

- es verdad. Tú sabes que yo no tenía ninguna prisa y que te hubiera esperado todo el tiempo del mundo, pero también veía que comenzabas a frustrarte y me desesperaba no saber que hacer. -le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja.

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