54_ Nuevos comienzos

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- Nat, creo tus hermanos planean apropiarse de nuestra hija. -dijo Alba entrando a la oficina que tenía la morena en su casa. Acababa de hablar por teléfono con Elena, quien le había preguntado si podía quedarse con Luz hasta más tarde de lo acordado ya que según ella se estaban divirtiendo muchísimo.

- mis hermanos y la Mari. -apoyó el bolígrafo en el escritorio y le hizo un gesto con la mano para que se acerque.

- Sabela también podría entrar en la lista. -se sentó sobre de las piernas de la más alta.

- añade a Mercedes, a Julia, incluso Mamen. -le dio un beso en el moflete y se relajó contra el respaldo de la silla, ya llevaba varias horas trabajando sin parar.

- es que todo el que la conoce se enamora de ella, es increíble.

- ¿te extraña? Es la niña más encantadora del mundo.

- no me extraña. -negó con la cabeza- Para mí es un alivio saber que tiene a tantas personas que la quieren y la cuidan.

- empezando por nosotras. -entrelazó sus dedos con los de Alba. Se quedaron en silencio por varios minutos, incluso cerró los ojos y a punto estuvo de quedarse dormida.

- oye, Nat... ¿tú estás bien?

- sí, solo estoy un poco cansada.-en parte era cierto. Planeaba tomarse vacaciones dentro de poco y para eso necesitaba adelantar trabajo, ya que no le parecía justo que Damion se tuviera que hacer cargo de todo en su ausencia.

- estás extraña desde tu viaje a Valencia. -sintió como Natalia se tensaba y eso le confirmó sus sospechas.

- estoy igual que siempre. -se enderezó en su asiento.

- solo mira como te has puesto. -la señaló con un levantamiento de barbilla- Anda, confía en mí y dime que tienes, -la animó- y no me digas que nada porque te conozco.

- está bien, pero... -suspiró- por favor no te enfades. -pidió con la mirada asustada.

- ¿por qué iba a enfadarme? -frunció el ceño.

- porque te mentí. -se mordió el labio nerviosa luego de su confesión.

- ¿cuándo? -mantuvo la calma.

- no... no fui a Valencia por trabajo... el proyecto del hotel de la playa no existe, inventé esa excusa para poder irme sin darte demasiadas explicaciones. -bajó la vista a sus manos, avergonzada.

- Natalia, mírame. -se le empañaron los ojos y le tembló la voz- ¿me estás engañando con otra mujer? -le parecía un disparate ya que la morena jamás le había dado motivos para desconfiar, pero fue lo primero que se le vino a la mente.

- ¿¡qué!? ¡no! Claro que no, mi vida, sería incapaz de algo así. -negó rápidamente, la sola idea de engañarla le daba ganas de vomitar.

- ¿entonces? Creí que tú nunca me mentías.

- es la primera vez que lo hago y me siento fatal por eso. -le sujetó la cara y le dio un beso en los labios- Lo lamento.

- vale, no pasa nada, quita esa carita que no voy a ejecutarte. -le sonrió con ternura.

- ¿no estás enfadada? -se sorprendió.

- ¿tú te enfadas cuándo yo prefiero no hablar contigo de ciertas cosas?

- no.

- pues eso. Supongo que si me has ocultado la verdad es porque tienes tus motivos. -se encogió de hombros- Aunque la próxima vez no es necesario que me mientas, se te da muy mal y no es bueno para ninguna.

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