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Llegué a la villa y ví mi casa hecha pedazos desde afuera. Los ladrillos sin revocar estaban en el piso, molidos como ajo, y solo quedaban un par sujetando el techo.

Trueno estaba en su auto, mirándome desde ahí, y noté como se tensó, pero en ese momento poco me importó su presencia.

Corrí hacia dentro de la casa y me encontré con mi hermano Tadeo, tirado en el piso, encendiéndose un porro, con el desastre rodeándolo.

⎯¿Qué pasó? ⎯le pregunté con la voz temblorosa.

Mateo entró atrás de mí.

Mi hermano se me quedó mirando mientras fumaba, como si estuviera re tranquilo. Aunque podía ver en su mirada como estaba cagado hasta las patas, pero trataba de disimularlo.

Me agaché a él, y empecé a sentir las lágrimas formarse en mi ojos. Estaba muy angustiada y tenía miedo.

⎯Decime qué pasó, Tadeo ⎯le pedí, una vez agachada a su altura.

Se sacó el pucho de la boca y me tiró el humo en la cara. Parecía enojado conmigo.

⎯Pasó que los de la boca se metieron a romper todo y a robarte la plata que tenías en el cajón ⎯dijo, y le metió otra calada al faso⎯. Por suerte vos no tuviste que ver como rompían todo, porque andabas zorreando como siempre.

Me levanté de golpe y dejé que las lágrimas salieran de mi cara.

No podía creer que siguieran jodiéndonos incluso cuando me quedaba cada vez menos por pagar de la deuda. Y tampoco podía creer lo que mi hermano me decía. Se levantó del piso y pasó por el lado de Mateo, empujándolo con el hombro. Estaba por salir de la casa, cuando lo llamé y se dió la vuelta para verme.

⎯Estaba trabajando ⎯le dije, con la voz rota y un mar de lágrimas cayéndome por la cara⎯. Conseguí otro trabajo más. ¿Vos qué estabas haciendo, aparte de rascarte las bolas, flaco?

Tiró el porro al piso y lo apagó con la suela de sus botas. Se acercó a mi, altaneramente y despacito, tratando de intimidarme, lo cual estaba logrando.

⎯Todo esto es tu culpa, Casandra ⎯me susurró en la cara⎯. Yo no tengo por qué hacer nada.

Sus palabras provocaron que una rabia indescriptible se acumulara dentro de mi, y con todas mis fuerzas lo empujé, y lo di contra la pared, olvidándome por completo de la presencia de Trueno.

⎯Mataron a mamá y a papá, ¿y decís que ésto es culpa mía? ⎯le grité en la cara, aún llorando como desquiciada⎯. Ellos pidieron esa plata para pagarte el colegio, pendejo de mierda. Para darnos algo mejor. Y les salió todo mal. Y los mataron. Ahora te toca hacerte cargo vos también, porque no puedo más con todo. Tengo dos trabajos y ando trabajando en otros lugares los fines de semana para conseguir más plata todavía, y le pido prestado a gente y tengo que salir con pibes para que me den plata... ¿y vos qué hacés, Tadeo? ¿Qué mierda hacés para cambiar esta situación? Solo te gusta decirme que soy una puta, pero no ves el esfuerzo que hago para que tengas un puto plato de comida y pagar esa deuda de mierda. No puedo más.

Fui a mi cuarto y metí toda mi poca ropa en una mochila. Agarré mi bolso y salí de la casa enojada, limpiando con rabia mis lágrimas. No sabía qué iba a hacer exactamente, ni a dónde iría, pero ese problema lo resolvería sí o sí. No se iba a quedar esto así.

Un brazo me agarró justo cuando me estaba yendo de la villa y me giré. Mateo me miraba preocupado, como con pena y le saqué mi brazo de su agarre.

No me iba a tener pena. Estaba cansada de que me tuvieran pena.

⎯Soltáme, Mateo ⎯le dije cuando trató de agarrarme devuelta.

⎯Para, Casandra, ¿a dónde te vas? ⎯me preguntó preocupado y me volvió a agarrar.

Lo miré cansada. Tenía sueño. Quería acostarme en una cama y dormir y llorar hasta volver a dormirme.

Notó el cansancio en mis ojos y me agarró del otro brazo, para abrazarme por completo. Metida entre sus brazos no pude evitar largar toda la angustia y llorar en su pecho.

Me abrazó ahí, en el medio de la calle hasta que me calmé, y cuando lo hice, me sonrió y me agarró de la mano.

⎯Vamos a casa, ¿sí?

No dije nada y me dejé llevar por él. Me subí a su camioneta negra, que estaba estacionada frente a mi choza sin revocar hecha mierda, y suspiré mirando para al frente. No me animaba a mirar mi casa destruída devuelta o lloraría.

Trueno se subió al asiento del conductor y antes de arrancar me puso una mano en mi pierna desnuda.

Lo miré y le hice saber con una media sonrisa que estaba agradecida, pero que estaba cansada como para sonreírle por completo. Lo entendió y arrancó el auto, saliendo de la calle donde me crié. Cuando me giré para ponerme el cinto, a través de los espejos semi polarizados, ví a la figura de mi hermano, fumando mientras me miraba con esa superioridad y desprecio que lo caracterizaban.

Giré la cabeza para no llorar más.

(...)

⎯Está metida en cosas heavy, hermano. Sí, sí, medio que escuché que hablaba de eso con el hermano, pero no tenía ni idea.

Me incorporé en la cama y me bajé de ésta. Estábamos en el apartamento de Palermo de Trueno, y él estaba en otra habitación, hablando por teléfono, al parecer, porque no había nadie más en el lugar.

Caminé descalza hasta la puerta y la abrí despacito, tratando de localizar a Mateo por su voz.

⎯Sí, Dani. No te preocupes yo la cuido. Un beso, hermano.

En cuanto escuché el nombre de Dani frené mis pasos. ¿Estaba hablando con Dani sobre mí? ¿Eso significaba que Dani lo había mandado a cuidarme? Me empecé a enojar devuelta cuando sentí unos brazos rodearme la cintura.

⎯¿Te despertaste? ⎯me preguntó Mateo, poniéndose adelante mío, con una sonrisa.

Lo miré con lo ojos entrecerrados, tratando de hacerle entender que estaba enojada. Me miró extrañado.

⎯¿Qué pasa, linda?

Me acerqué a él y lo agarré del cuello de su remera, con una mirada amenazante.

⎯¿Dani te mandó a cuidarme?

𝙈𝙊𝘿𝙀𝙇𝙊; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora