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Llegué a mi barrio y caminé rápido por las oscuras calles, hasta llegar a mi cuadra donde la casita donde me crié estaba situada. Instantáneamente entré, con un poco de temor.

Si Tadeo estaba enojado conmigo, no me escribiría ni aunque el mundo se estuviera cayendo a pedazos. Entonces, si me caía un mensaje suyo después de no habernos hablado por casi un mes y encima decía que era urgente, es porque realmente era urgente y algo malo estaba pasando.

Rezaba porque ésta vez fuera distinto.

Abrí la puerta de chapa y observé el desastre en el que se había convertido la casa desde que me fuí. El pequeño living estaba lleno de mugre y ropa tirada, la televisión prendida a todo volumen, platos llenando hasta rebalsar la pileta, y no quería ni imaginar como se veían los dos cuartos.

⎯ ¿Tadeo? ⎯ llamé a mi hermano, dejando mi mochila en una silla y empezando a organizar todo un poco.

La puerta del baño se abrió y salió un Tadeo con el pelo mojado, y una toalla en su hombro. Me miró confundido como si no esperara mi presencia.

⎯ Viniste... ⎯ dijo, más cuestionandolo que afirmandolo.

Asentí, y me crucé de brazos, esperando a que me dijera que estaba pasando.

⎯ Traté de negociar con los perros del Hugo, y al final... terminaron por subirme más la deuda.

Lo miré incrédula y suspiré angustiada. Las ganas de llorar habían invadido mi cuerpo entero en cuestión de segundos, como un balde de agua frío.

Estaba a punto de terminar con esa deuda de mierda, estaba solo a unos cuantos miles de pesos y el pelotudo este tenía que empeorar todo.

Caí en una silla devastada y me cubrí la cabeza con las dos manos, intentando aguantar el llanto.

⎯ ¿Qué fue lo que hiciste, Tadeo, por Dios? ⎯ le pregunté, reclamándole, sacando mis manos de la cabeza.

Me miró nervioso, al verme alterada y se encendió un faso tratando de tranquilizarse y parecer calmado. Empezó a dar vueltas mientras buscaba las palabras para decirme.

⎯ Fui hasta su casa y les dije que cortaran lo de la deuda ⎯ murmuró como un niño chico relatando una cagada que se mandó, y lo era. Era todo un nenito mandandose cagadas⎯ , pero se pusieron a patotearme y no me aguanté, Casandra, no pude. Caí con un fierro y los amenacé.

La mención del fierro hizo que volviera a agarrarme la cabeza entre las dos manos, esta vez el llanto ganándome y llenándome la cara de lágrimas.

⎯ ¡¿Cómo que caíste con un fierro?! ⎯ le grité llorando⎯ . ¡¿Vos sos pelotudo, Tadeo?!

La angustia que tenía hizo que unos sollozos dolorosos salieran de mi garganta, quemándome. No podía creerlo. Nos iban a matar a nosotros también. Era fijo.

Tadeo se enojó y tiró el faso en el piso para apagarlo, se acercó a mí con pasos gigantes.

⎯ ¿Y vos qué mierda me venís a decir a mí, enferma? ⎯me gritó en la cara, las venas saltando en su frente⎯ . Te fuiste de acá para hacerte cojer por esa manga de chetos y te olvidás de tu hermano y la deuda.

Me levanté y clavé mi dedo índice en su pecho, con la furia llenándome por completo. Lágrimas calientes aún cayéndome por la cara.

⎯ ¡Me fuí porque no tengo por qué mierda mantenerte, vago de mierda! Y no me hice cojer, me la pasé laburando y pagué la deuda con el poco sueldo que gano. ⎯ El enojo me ganó y empecé a llorar en su pecho, pegándole una y otra vez con mis puños cerrados⎯ . Te odio, te odio, te odio, te odio, te odio, te odio.

Agarró mis manos y me abrazó, haciendome llorar aún mas fuerte, sacando todo el dolor y angustia de adentro. Nos quedamos allí de pie por lo que pareció una eternidad, hasta que me calmé y me senté como pude en una silla, tratando de respirar como normalidad.

Escuché como Tadeo volvía a encender un faso y se lo pedí, dándole caladas profundas antes de hablar.

⎯ ¿A cuánto quedó la deuda?

Eché el humo por mi boca, mirando el cuadro todo partido de la única foto que tenemos de nuestros padres.
Tadeo se sentó en otra silla al lado mío y miró hacia donde estaba mirando yo. Me sacó el faso de los dedos.

⎯ Quedó en 160.000 pesos.

Asentí. Tenía unos 50.000 guardados, que tenía planeado usar para pagar lo poco que me quedaba de la deuda e irme para Chile un tiempo. Pero no podría ser. Y tenía que conseguir 100.000 pesos más.

Saqué mi celular y llamé a la dueña de la pensión para avisarle que iba a ir a buscar mis cosas y que me iba a ir de la pensión por un tiempo.

Fui a buscar mis cosas con ayuda de Tadeo y me quedé esa noche allí. Llorando toda la noche, haciendo cuentas para saber todo lo que tenía que pagar.

A la mañana siguiente, tenía que ir a trabajar al diner, donde iba a pedirle horas extras al gerente, el cual estaba solamente a primeras horas de la mañana.

Me levanté lo más temprano que pude y salí de la casa para tomarme el colectivo hacia mi trabajo en el centro de Buenos Aires.

Pedí las horas extras nada más llegar y me aseguré de atender a cada cliente que entraba para así poder recibir un poco de propina. A este punto intentaría hasta lo imposible con tal de tener un poquito de plata extra.

Al rededor de las cuatro, el diner se vacío y los pocos clientes que habían ya estaban atendidos. Me senté detrás del mostrador y saqué mi celular para ver si tenía algun mensaje. Cero. Suspiré yendo al chat de mamá cómo siempre hacía cuando estaba al pedo, y ver sus mensajes y su foto de perfil me angustió.

La necesitaba tanto.

En eso, me cayó un mensaje. Era Trueno. Inmediatamente entré a su chat para ver de qué se trataba su mensaje.

Trueno: Hola linda
Trueno: Ya te depositamos la plata de la campaña de mi merch
Trueno: Mas te vale que te compres algo lindo mamichula🥴

Me reí al leer su mensaje. Me había alegrado el mes entero con sus mensajes, coincidiendo con todos los problemas económicos que estaba teniendo.

Era justo lo que necesitaba y lo que le había pedido a Diosito.

Truenito resultaba ser mi bendición.

𝙈𝙊𝘿𝙀𝙇𝙊; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora