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El Sol estaba fuertísimo para estar cerca del invierno. Probablemente, el uniforme fuese diez veces más fresquito que la ropa que llevaba puesta, que era un short y una remera enorme de Tupac, pero no podía andar por la calle con mi uniforme.

Mi medio turno de aquel día había terminado, y me encontraba afuera del local, recogiendo mi pelo en un moño desarreglado mientras esperaba a que Dani apareciera en su auto.

No habíamos podido terminar de hablar porque Sofía y su inutilidad nos había interrumpido, así que se ofreció a llevarme a casa o a hacer algo así podíamos hablar.

Le dije que prefería ir a su casa o a cualquier otro lugar que no fuese la mía, porque no quería que nadie supiera que vivía en la pensión. Si se enteraban, empezarían a tenerme pena o a querer pagarme un lugar para vivir y no quería eso.

Escuché una bocina y miré hacia la calle. El Tesla negro de Dani estaba parado en el borde de la vereda. Fui hasta él con una sonrisa y me metí dentro del auto. El interior del vehículo olía justo a Dani, como siempre.

⎯¿A dónde vamos, señorita? ⎯me preguntó con una voz graciosa.

Me reí y me encogí de hombros, poniéndome el cinturón.

⎯A dónde usted quiera, señor ⎯le contesté de la misma manera.

Sacó las balizas y comenzó a conducir por la avenida. Buenos Aires de día era como una ciudad antigua, con muchas cosas nuevas decorándolo, pero viejita en el fondo. Los edificios y los parques, y todas esas cosas que llevaban hacía años, le daban un toque antiguo, que me encantaba.

Mi cabeza estaba entretenida mirando por fuera de la ventana cuando Dani me preguntó la misma pregunta que me hizo en el diner.

Al escucharlo me giré hacia él.

⎯No, Dani. No sé por qué te interesa eso, igual.

Me miró de reojo y suspiró, rascándose la nuca sin sacar la vista del camino.

⎯Me interesa porque me interesas vos, Casandra.

Rodé mis ojos y largué un suspiro fuerte, para que me escuchara. Me volví a girar hacia él.

⎯Dani, no quiero nada con nadie y eso te incluye ⎯le dije, bajándole a la radio⎯. Somos amigos vos y yo.

Mordió su labio y asintió con cara de culo, como si estuviese cansado de escuchar lo mismo de siempre. ¡Pero es que parecía no entenderlo!

Frenó frente a un edificio que se me hacía familiar pero al que probablemente nunca había ido, y me dijo que me bajara.

Me llevó hacia el edificio con una mano en mi espalda baja y nos hizo entrar. En la recepción del edificio un letrero enorme que decía Sony Studios me dijo todo lo que quería saber acerca del lugar. Me había traído al estudio donde hacía música.

⎯Te traje a este lugar porque tenía que pasar a buscar un par de cositas antes de ir a casa ⎯me explicó, caminando hacia una sala de grabación.

Asentí, haciendole saber que no me molestaba, y lo seguí por los largos pasillos. Se frenó enfrente de una puerta, de la cual salía música y voces, dándome a entender que una sesión estaba tomando lugar. Me dió verguenza interrumpir.

Dani abrió la puerta y el humo con olor a porro invadió el pasillo. Se mandó de una y empezó a saludar a todos, haciéndome una seña para que entrase yo también. Entré y empecé a saludar a las personas que él había saludado anteriormente, y que no tenía idea de quienes eran.

Me giré y seguí saludando a los que estaban sentado en un sillón hasta que una voz muy conocida me detuvo.

⎯¿Qué hacés acá, Casandra?

Levanté mi vista y me encontré con los ojos morochitos que no dejaban mi cabeza ni un segundo. Me enderecé y dejé de saludar a la gente, que estaba mirando atentamente la escenita.

Trueno estaba sentado en el sillón, con un porro en su mano, y una compu en su falda. Estaba muy lindo, y muy drogado también, pero lindo sobre todo.

Dani se acercó y sonriente, pasó un brazo por mi cuello.

⎯La fui a buscar a su trabajo e íbamos a ir a casa, pero Tomi me pidió que pasara por acá primero.

Levanté una ceja ante lo que decía mi amigo. Parecía que quisiera dar a entender otra cosa, y no me gustaba. Saqué su brazo de mis hombros y me quedé incómoda, mirando a todos lados menos a ellos dos.

⎯Ah, buenazo ⎯dijo Trueno, volviendo a enfocar su atención a la computadora.

Me rasqué mi brazo y le dije a Dani que lo esperaría afuera. Salí de la sala y cerré la puerta detrás de mí, para prepararme a esperar a Dani en el pasillo.

Ya veo de qué de trataba todo. Me parecía que Dani estaba queriendo darle celos a Trueno, como si eso lo hiciera superior a él. Menos mal que no salía con ninguno. Si me causaban todo este drama sin ser nada, no podía imaginarme lo que me causarían si realmente saliera con alguno de ellos.

A los minutos la puerta se abrió y me levanté de inmediato del suelo, pensando que me iría por fin de allí.
Miré hacia arriba y me topé con la carita que menos esperaba.

⎯¿Trueno?

Me miró serio y me ayudó a levantarme del todo. Se quedó mirándome fijamente, muy cerca mío.

⎯¿Qué onda, Casandra? ⎯me pregunta, acomodando su gorra sin dejar de mirarme.

Fruncí mi ceño. ¿De qué habla?

⎯¿Qué onda con que?

Agarró mi mano y me llevó hasta la recepción del edificio, donde le aviso a la recepcionista que iría a afuera a fumar. La chica sonrió demasiado contenta, diría yo y se mordió el labio en cuanto Trueno se dió la vuelta. La miré con mis ojos entrecerrados y me agarré del brazo del rapero, para que la loca esa viera que estaba conmigo.

Mateo me miró extrañado, mirando específicamente mi agarre en él. Al darme cuenta me separé avergonzada y lo seguí hasta la parte de afuera del edificio.

Se apoyó contra una de las paredes de piedra de la entrada y sacó un porro para encenderlo, todo esto sin apartar su mirada de mí. Alcé una ceja em respuesta a la intensidad de su mirada.

⎯¿Tenés algo con el boludo del Dani?

𝙈𝙊𝘿𝙀𝙇𝙊; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora