17

1.7K 120 9
                                    

La tan familiar camioneta negra se estacionó enfrente a mi casa, y caminando lo más cuidadosamente que pude con los tacos que tenía puestos, me acerqué hasta la puerta del copiloto.

⎯ Hola ⎯ le dije.

Me miró de arriba abajo y me hizo una seña con la cabeza para que subiera.

⎯ Sos linda, ¿eh? ⎯ me dijo sonriendo de lado.

Me reí y me acomodé en el asiento tratando de que el vestido no se subiera.

⎯ ¿A dónde querés ir? ⎯ me preguntó, arrancando el auto y saliendo del barrio.

⎯ No sé ⎯ me encogí de hombros⎯ , fuiste tú el que me invitó a comer.

Asintió estando de acuerdo conmigo con una sonrisa, pero con la vista al frente.

⎯ Sí, tenés razón. Te invité porque sos oficialmente una modelo y hay que celebrarlo, ¿no?

Me reí avergonzada. No era nada parecida a una modelo. Solo me había sacado unas fotitos con un fotógrafo, pero supongo que con eso bastaba para obtener el título.

En silencio, condujo hacia el centro de la ciudad de Buenos Aires, donde todo brillaba y se veía lujoso. Había gente por todos lados, especialmente yendo a bares y restaurantes exóticos, y justo nosotros frenamos frente a uno de esos lugares.

A pesar de que no era ni mucho menos la primera vez que salía por CABA o iba a lugares de chetos, esta vez estaba acompañada de uno de los raperos más codiciados en la Argentina y me sentía una pulguita al lado de él.

Por lo sucia, chupasangre y chiquita, digo.

Estacionamos el auto, y caminamos hacia los patovicas de la entrada. Había una larga fila llena de gente esperando a entrar, sin embargo, ni bien Mateo dijo su nombre, los gorilas se apartaron para que pasaramos. Me hizo sentir un poquito mal por los demás.

Entramos y me dí cuenta de inmediato que era un restaurante lujoso ambientado con cultura asiática. Es decir, las camareras paseaban vestidas con kimonos y en cada mesa había un cocinero, demostrando sus habilidades de cocina. Era todo muy muy lujoso.

—¿Te gusta? —me preguntó Mateo.

Lo miré y asentí tímidamente, porque me gustaba pero era todo muy intimidante.

Puso su mano en mi espalda baja y me empujó hacia una mesa, donde rapidamente nos atendieron y tomaron nuestro pedido.

Dejé que Mateo pidiera mi comida porque definitivamente no tenía idea de qué elegir, especialmente porque el menú estaba lleno de nombres extraños e inentendibles.

Mientras esperábamos la comida, Trueno agarró mi mano.

—¿Estás bien? Te noto callada.

Me encogí de hombros.

—Estoy bien sí, sólo me siento fuera de lugar, viste.

Automáticamente, Trueno rodó sus ojos.

—No empieces Casandra, porque estás en el lugar donde pertenecés. —me dijo exasperado.

Suspiré y miré hacia un costado, encontrándome con Dani y Sofía sentados en una mesa a unos metros de la nuestra, charlando animadísimos. Me incorporé enseguida en mi silla.

—¿Es por tu hermano que estás así? —me preguntó Mateo, volviendo a agarrar mi mano.

Me giré con el ceño fruncido.

—No, nada que ver —le dije confundida.

Me volví a girar a mirar a Dani y Sofía, porque no podía creer que ambos estuvieran juntos en el mismo lugar que yo.

—¿Qué estás mirando, Casandra?

Mateo siguió con la mirada a donde estaba mirando y sonrió de inmediato. Se levantó de su silla y me agarró del brazo para arrastrarme con él hacia la parejita.

—¡¿Mateo, que estás haciendo?! No quiero ir —protesté, tratando de zafarme de su agarre, sin embargo, hizo oídos sordos y pronto estábamos en la mesa de nuestros conocidos.

—Hola, ¿todo bien? —dijo Mateo sonriente.

Dani levantó la mirada extrañado y nos saludó, dejando su mirada en mí más de lo normal. Sofía saludó entusiasmadísima como siempre. Aguanté las ganas de rodar los ojos.

De repente, Mateo me agarró por la cintura y me apretó a él, mientras le contaba a Dani que habíamos venido a cenar para festejar mi triunfo en el modelaje. Y enseguida me dí cuenta de que estaba tratando de competir con Daniel, y tenerme ahí era sacarle ventaja al otro. Me enfurecí, pero no dije nada para no causar un escándalo.

—¿En serio? —dijo Dani sin mucho ánimo.— Me alegro mucho, Casandra.

Le sonreí de labios cerrados, y giré mi cara hacia otro lado, queriendo irme.

Mateo notó mi incomodidad y nos excusó, arrastrándome devuelta a nuestra mesa.

—¿Qué te pasa? —me preguntó molesto.

Lo miré incrédula y me senté bruscamente en mi silla.

—Me pasa que yo no soy ningun trofeo al que andas paseando para molestar a Dani, Mateo. No te confundas conmigo.

Decir eso, me entró, además de rabia, muchas otras emociones, como decepción y tristeza, y tuve que hacer fuerza para que ninguna lágrima se escapara de mis ojos.

Me sentía usada. Como un objeto. Aunque eso era precisamente como se sentía Dani, supongo, así que me lo quería tomar como mi karma. Aún así, me dolía que Mateo me hubiera usado mientras yo pensaba en si yo a él le gustaba o si habrían más chicas además de mí.

Me di cuenta que siempre que me alejaba de la verdadera razón por la cual me relacionaba con esta gente; la deuda, peor me iba en la vida. Siempre terminaba enredada en más problemas de los que ya tenía.

Mateo trató de seguir discutiendo, pero me crucé de brazos y no le dí corte. Entendió mi desinterés y se calló.

Enseguida, llegó la comida. Si bien antes estaba un poco emocionada en probarla, ahora sólo podía pensar en irme a casa. O a la pensión. Cualquier otro lugar lejos de estos raperitos de cuarta que solo arruinaban más mi vida.





















perdon x la tardanza, tenía un bloqueo con esta novela. espero que les guste este cap y me perdonen. ahora actualizaré mas seguido lo prometo.

𝙈𝙊𝘿𝙀𝙇𝙊; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora