Me estaba quedando en una pensión de mujeres cerca de mi casa, ya que había decidido no volver a la mía.
Las cosas con Tadeo seguían igual de mal que siempre, y no tenía intenciones de volver y vivir rodeada de su mierda. Tadeo tenía que aprender a vivir por su cuenta.
Me daba verguenza decirle a Trueno que vivía en una pensión, así que tuve que fumarme que me llevara a mi casa.
En el trayecto, no habíamos hablado de absolutamente nada, ni siquiera la radio podía disolver ese ambiente tenso entre nosotros. Desde aquella noche que dormimos juntos, no volví a hablarle y me desaparecí por completo; quizás él tenía preguntas o dudas al respecto, pero no había mencionado ni preguntado nada.
Cuando doblamos en la cuadra de mi casa, Mateo frenó a medio camino y apagó el auto, dejándome confundida.
Me giré para mirarlo mejor y lo ví mirar al frente.⎯¿Por qué frenaste acá y apagaste el auto? ⎯le pregunté preocupada por su repentino y extraño comportamiento.
Giró su cabeza hacia mi y se me quedó viendo por unos segundos largos.
⎯¿Por qué te fuiste sin avisar ese día?⎯me preguntó, rodeando el volante con una mano, mirándome intensamente.
Lo miré haciendome la confundida, con mi ceño fruncido. No quería hablar de este tema y mucho menos ser confrontada. Sólo quería que se fuera y no me hablara más, no quería lidiar con nadie ni nada porque ya tenía suficientes problemas.
⎯No te hagas la boluda ⎯me dijo, haciéndome fruncir mi ceño aún más⎯. Contestame dale.
Resoplé, dándome por vencida, y miré para un costado, tratando de ocultar mi cara.
⎯No estoy para esas cosas ⎯le dije⎯. Tengo que pagar esa deuda de mierda e irme lejos de acá.
Nos quedamos en silencio hasta que Trueno me tocó el hombro, para que lo mirase. Cuando giré mi rostro hacia él, me agarró de la barbilla y me hizo mirarle a los ojos. Tenía una expresión suave en su carita, y un par de rulos caían por su frente.
⎯Sólo la pasamos bien esa noche, no tiene nada de malo ⎯me susurró.
Fruncí mi ceño.
⎯Precisamente por eso, no puedo estar "pasandola bien", tengo responsabilidades ⎯le contesté.
Ésta vez él frunció su ceño ante lo que le dije y me soltó de la barbilla.
⎯Si tanto te preocupa esa deuda, yo te la pago de una.
Me senté derecha en mi asiento, mirando al frente.
Todos querían hacer beneficencia y odiaba eso. Yo podía hacer las cosas por mi cuenta, no necesitaba de la plata de nadie. Sin embargo, todos se empeñaban en pagarme cosas y terminaban empeorando todo.
⎯No necesito tu plata, Trueno ⎯le dije media enojada⎯. Necesito que me dejes en paz.
Agarré mi bolso, y abrí la puerta del copiloto, saliendo del auto sin despedirme. Decidí irme caminando hasta la pensión, ya que no podía tomarme un bondi porque tendría que esperar mucho tiempo y era peligroso. Caminé hacia adelante, hasta que me topé con mi casa.
Miré la fachada sin revocar por un rato. Esa casita destrozada que mi papá estaba construyendo cuando lo mataron, había sido nuestro hogar por años desde que Tadeo y yo éramos chiquitos. Qué lastima que ya no fuese seguro vivir allí.
Por la ventana, ví la espalda descubierta de Tadeo, que parecía estar haciendo algo en el living. No le di mucha importancia, y tomé eso como una señal para irme de ahí.
Llegué a la pensión y me tiré a la cama sin pensarlo dos veces, el cansancio me había consumido por completo.
El día siguiente, tenía que ir a trabajar. De todos modos, me habían dado la mitad del día libre, y no sabía qué hacer con ese tiempo.
Me tomé el colectivo hasta mi trabajo y fui derecho a cambiarme cuando llegué al diner.
Sofía me miraba sonriente.
⎯Hola amiga ⎯me dijo.
Me reí y me puse a ordenar las mesas, para abrir el local para los clientes. Al instante una pareja de ancianos entró y nos saludó sonrientes. Eran clientes regulares, vivían en el edificio de enfrente y solían desayunar seguido en nuestro diner.
⎯Buenos días ⎯les dije en cuanto se acercaron a la caja⎯. ¿Qué van a pedir hoy? ¿Lo de siempre?
La señora me sonrió y asintió, su marido eligió una mesa y se sentó, saludandola cuando nos vió mirándolo.
Le dije a Rodrigo el pedido de los señores y le hice señas a Sofía para que les sirviera la mesa. Mientras, me quedé limpiando el mostrador, hasta que el sonido de la campanita me hizo levantar la cabeza.
⎯Buenos dí- ¿Dani?
El rubio teñido apareció en mi campo de visión, acercándose al mostrador a medio limpiar. Una sonrisa estaba en su cara, y tenía los brazos cruzados, como con verguenza.
⎯Hola, linda.
Le sonreí. Me había olvidado lo contenta que me ponía estar cerca de él, siempre tenía una linda energía.
Se sentó en uno de los bancos que estaban pegados a la caja y me miró expectante.
⎯¿Qué vas a pedir? ⎯le pregunté riéndome por casi olvidarme de preguntarle eso.
Me dijo su pedido y me dí la vuelta para decirle a Rodrigo. Pude notar la cara de sorpresa de Sofía al ver a Dani, del otro lado del diner, mientras atendía a unos clientes. Me reí y volví a mi lugar.
⎯Bueno... ¿qué te trae por mi trabajo?
Era consciente de que ninguna persona como él o como Trueno o cualquier tipito de esa onda se acercarían a un lugar como el diner, que era un restaurantecito ambientado en los 60, con una pinta de tener actividad paranormal en las noches que ni te imaginas. Pero aún así se empeñaban a venir, y seguramente era por mí.
No por agrandarme, ¿pero qué más harían ellos ahí, si no fuese solo para molestarme?
Dani arrugó una servilleta que agarró de al lado de la caja y me miró divertido.
⎯Recibí tus mensajes hace unos días y recién estaba cerca así que... decidí pasar por acá.
Asentí no muy segura de si eso era cierto o no, la verdad que me importaba muy poco.
⎯Ah, entonces, ¿viniste a hablar? ⎯le pregunté.
Asintió sonriente. Y de repente su semblante se puso serio, dándome miedo.
⎯¿Estás saliendo con Trueno?

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𝙈𝙊𝘿𝙀𝙇𝙊; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰
Фанфик❝ ─Deberías ser modelo ─me dijo Trueno sonriéndome de lado. Se acercó y me acarició el cachete con la yema de sus dedos─. Tenés la carita perfecta, un lomazo... No sé, pensálo. ─Terrible chamuyero resultaste ser. ❞ Casandra está en una situación des...