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Sofía se movía de un lado a otro, inquieta como nunca. Y eso que ella era re inquieta.

La miré sentada en un banco con una sonrisa en mi cara. Me daba gracia su preocupación de mierda.

Ese día el jefe vendría a chequear todo y a pesar de que no había nada malo de que preocuparse, Sofía estaba re mil nerviosa y no paraba de moverse por todos lados.

⎯Qué pendeja insoportable ⎯dijo Rodrigo a mi lado, sacando un cigarrillo de detrás de su oreja para ponerlo en su boca.

Me reí y me giré para mirarlo. Le saqué el cigarrillo de los labios. Me miró con el ceño fruncido.

⎯Está nerviosa porque viene el jefe. Vos deberías estarlo también, ¿no te parece?

Sofía nos vió hablar y se acercó con cara de preocupada hasta nosotros.

⎯¡Dejen de hablar, que nos van a retar!

Solté una carcajada ante su inocencia y preocupación. Rodrigo giró los ojos y desapareció por la puerta de la cocina, ignorándola.

⎯¡Pará Rodrigo! ¿A dónde vas? ⎯gritó angustiada Sofía, yendo detrás de él⎯. Va a venir en cualquier momento.

Me reí viéndolos irse por la puerta y me giré hacia el diner vacío. No había venido nadie todavía. Era un sábado por la mañana. Probablemente la gente estuviera desayunando con sus familias, viendo dibujitos en la tele.

Familia... Algo que yo no tenía.

Suspiré, sin querer seguir pensando en ese tema y saqué mi celular del bolsillo del delantal.

Entre mis mensajes todavía tenía los mensajes de Dani sin abrir de la otra vez que me fui del Penthouse de su amigo. De eso había pasado casi un mes. No quería hablarle pero tampoco quería dejarlo así, en la nada, después de haberme ayudado tanto.

Antes de abrir sus mensajes, me fijé en los otros chats. Había un chat fijado. Era mi chat con mi mamá. Abajo de su chat estaba el chat de Tadeo, que el último mensaje era Cuando venís y había sido hacía un mes, antes de que entraran a casa a robarnos.

Decidí abrir el chat con mamá, aunque ya supiera cuáles eran nuestros mensajes de memoria.

mamá: Hija avísame cuando vuelvas de la facu.

mamá: Te espero con una torta y mate. Traeme azúcar y una coca del almacén si podés. Te amooooooooo

Sonreí melancólica. Eso fue cuando estudiaba en la facultad, mucho antes de que pasara todo. Apreté su foto de perfil, donde aparecía ella y mi papá sonrientes, y pasé mi dedo por su carita redondita, llena de vida y amor para dar. El único error  que cometieron en la vida fue querer darnos un buen futuro a mi y a mi hermano, y terminaron matándolos.

Suspiré aguantando las lágrimas y salí de su chat, más tarde leería los otros mensajes. Abrí el chat de Dani y leí los cuatro últimos mensajes, que me había mandando hacía dos semanas. Eran los más recientes.

Dani: porfa hablame cuando veas esto

Dani: no me dejes asi

Dani: quiero quedarme bien contigo

Dani: cuidate, un beso.

Volví a leer los mensajes media apenada. Era un buen pibe. Me sentía mal por haberlo ignorado y tratado mal, pero me daba rabia que confundiera las cosas y pensara que tenía autoridad sobre mí.

Pensé en algo para contestarle y lo escribí rápidamente, para ponerme a hacer algo antes de que llegara el jefe y me viera sentada con el celular.

yo: Si querés nos vemos hoy y hablamos?

Me levanté del banquito y salí para la cocina a buscar a mis compañeros de trabajo.

Me vibró el celular. Frené antes de llegar a la puerta de la cocina. Pensando que era Dani, lo agarré y lo desbloqueé de inmediato. Cuando abro la aplicación, veo que el mensaje no era de Dani.

Trueno: hola

Trueno: cuando puedas hablame

Bloqueé el celular, dejandolo en visto.
Después de aquella noche en su apartamento, decidí irme al día siguiente lo más temprano posible y dejé de hablarle. No me buscó mucho igual, lo cual fue bueno y me facilitó el tema de ignorarlo.

No quería engancharme, y mucho menos quería que me usaran. Sólo quería pagar la deuda de mierda e irme lo más lejos que pudiera de ahí. Y si seguía viéndome con él, probablemente terminara con muchos más problemas de los que ya tenía, y no tenía ganas de lidiar con eso.

Además, el tema del modelaje no parecía resultar mucho, ya que no me habían llamado de ningun trabajo todavía. Pero no importaba, ya encontraría otro trabajo estable.

⎯Casandraaaaaa ⎯gritó Sofi desde la cocina⎯. Rodrigo me está molestando y va a llegar el jefe en cualquier momento.

Rodeé mis ojos con una sonrisa y me fui hasta donde estaban ellos para intervenir.

(...)

Después de que nuestros turnos terminaran y mucho después de que el dueño viniera a supervisar, me quedé limpiando el piso de la cocina mientras Sofía fregaba.

Teníamos que cerrar hoy nosotras. Ba, en realidad era Sofia la que tenía que cerrar, pero le daba miedo y me pidió que me quedara con ella.

⎯¿Qué pasó con Trueno al final? ⎯preguntó después de un rato en silencio.

Suspiré. Pensé que podría tener un rato en paz, sin escuchar su voz molesta. Paré de fregar y la miré, estaba de espaldas.

⎯Sofía, no pasa nada con el tipo. Seguí fregando, haceme el favor.

Se rió y siguió con su tarea.

Nos sacamos nuestros uniformes, una vez todo limpio, y empezamos a juntar todo. Salimos del establecimiento y empecé a sacar las rejas yo, porque mi compañera era una inútil, mientras ella hablaba sin parar sobre Wos y todos los pibitos amigos de Trueno.

⎯... Igual, el más lindo para mí sería Wos ⎯continuó su discurso⎯. Pero Trueno también es lindo. Igual es chiquito.

Alcé una ceja, y me giré para mirarla divertida.

⎯Tenés como quince años, ¿qué hablás?

Se rió y me dió el candado de la reja. Me hizo con los dedos el número 17, insinuando que era esa su edad.

⎯Sos muy divertida. Me gustaría ser tu amiga.

Me apoyé en la reja suspirando, y saqué un pucho de mi bolso. La miré mientras lo encendía y me lo metía a la boca. Saqué el humo y observé su expresión contenta.

⎯Mirá, Sofi, todo bien ⎯comencé a decirle, dándole otra calada al pucho⎯, pero no tengo amigos yo.

Me sonrió y se acercó a mi un poco más. Me agarró de los hombros.

⎯Yo puedo ser tu amiga, entonces.

Rodeé los ojos.

⎯Dale, Casandraaaa. No seas mala.

Me reí y asentí. Me despedí de ella rápidamente para terminar el temita de una vez, y empecé a caminar hacia la parada, dejando a mi compañera atrás.

En el camino hacia la parada del colectivo, pude ver por el costado de mi ojo un auto negro, que me estaba siguiendo de cerca hacia un par de cuadras. Traté de caminar más rápido para evitarlo, pero me seguía siguiendo.

Saqué una navajita de mi papá del bolso y la agarré fuerte, mostrándola un poco para que vieran que iba armada. No dió resultado, porque al llegar a la parada, seguían ahí. Me giré hacia el auto y miré por las ventanillas polarizadas.

⎯¿Qué onda que tanto me seguís, flaco?

La ventanilla se bajó automáticamente y observé la carita sonriente de un turro muy lindo que andaba ignorando.

⎯Estoy buscando a una nena linda que me deja en visto.

𝙈𝙊𝘿𝙀𝙇𝙊; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora