M A N C H E S T E R

15

Noviembre pasó rápidamente, y diciembre llegó.
Eran ya mediados de diciembre y volvería a casa el mismo veinticuatro de diciembre, en nochebuena.
Estaba hasta arriba de trabajo en la redacción por el mercado de invierno, algo que sonaba agotador, pero eran muy buenas noticias.

Me encontraba en casa de unos amigos, y eran alrededor de las seis de la tarde. Hacía frío y cerca había una chimenea encendida, en torno a ella charlábamos animadamente, hasta que sonó mi móvil y me levanté rápidamente para no molestarles.
Ni siquiera miré quien me llamaba, me fui a una zona alejada para atender a la llamada mejor.

Nada más oír mi nombre al otro lado de la línea pude reconocer esa voz, Rodri.

¿Por qué esa sonrisa de repente?
...

- Rodri...- suspiro sorprendida.

- ¿Qué haces Ali?- responde en un tono animado.

- No mucho- rio - tú, que tal- aunque hablamos hace nada en realidad.

- ¿Te pongo en un compromiso si te digo si puedes venir a Palacio de Cristal?- sonrío automáticamente.

- No ¿por?- rio.

- Tú hazme caso- responde rápido. - ¿a qué hora llegas?

- Pues...¿siete?- le pregunto.

- Vale, ya verás- cuelga de inmediato.

Vuelvo con mis amigos rápidamente y me excuso diciendo que tengo una emergencia con un compañero de trabajo sobre una columna o algo así les dije, porqué salí pitando hacia mi coche.

Conseguí aparar afortunadamente, y salí del coche nerviosa dispuesta a ir al lugar acordado.

¿Por qué quería que fuese hasta allí?¿Había venido ya a Madrid? Si es así, ¿por qué no me lo dijo? Todas estas preguntas y más rondaban por mi cabeza.

Consigo llegar Justo a la hora pertinente, espero durante un par de minutos más o menos, y le escribo un mensaje diciéndole que ya estaba allí.

Podía distinguir su figura a lo lejos caminando, había llegado.

POR FIN le veía después de semanas. Que se me hicieron eternas, lo único que cambió fue que hacíamos facetimes bastante rutinarios, eso era bastante mejor.

Cuando ya estaba a escasos pasos adelanté los míos y fui corriendo a abrazarle.

- ¿¡Por qué no me habías dicho antes que venías?!- le digo abrazándole más fuerte y él deja un beso en mi mejilla.

- Una pequeña sorpresa- me levanta ligeramente del suelo.

- Una pequeña sorpresa dice, ¡un sorpresón!- le digo de broma. Aunque eso de mentira tenía poca, me había hecho la persona más feliz del mundo. -¿cuando has llegado?- le pregunto separándonos.

- Apenas esta mañana- y eso hace que mi sonrisa se amplíe, Justo venía hoy y ha venido a verme.

- Me ha encantado que vinieras- sonrío mordiéndome el labio inferior.

- A mi si que me ha encantado verte enana- me coge por los hombros amistosamente y deja un fugaz beso en mi pelo.

Entramos juntos dentro del palacio, menos mal que no hay apenas gente. Y nos quedamos caminando lentamente poniéndonos al día de nuestras vidas, incluso más de lo que ya estábamos.