23

286 12 16
                                    



Nada más oigo el ruido de las llaves abriendo el cerrojo de la puerta me levanto corriendo del sofá en dirección a la entrada.

- ¿Cómo ha ido el partido?- me apresuro a preguntarle. Hace un gesto raro en con las manos- Lo he estado viendo- respondo rápido un tanto cohibida, a saber como estaría él de humor tras el partido- sé que habéis ganado, pero quiero que me cuentes tú como siempre- me acerco más a él y le sonrío de lado.

Ni siquiera se para a hablar conmigo de frente como personas adultas y arrastra la maleta por el pasillo en dirección a su habitación.

- Vengo reventado, ¿después, vale? que me quiero dormir un rato- contesta mientras se tira en la cama apoyando su nuca entre sus brazos.

Apoyada en el marco de la puerta me resigno despacio a entrar y abrir el armario y coger algo de ropa de deporte.

- Me voy a correr- saco unos leggins negros del cajón y una sudadera- así no te molesto más y dejo al futbolista profesional descansar- me paro en seco con los brazos cruzados.

Tras haber oído mi comentario sarcástico bufa y cierra los ojos, sabía perfectamente que estaba algo molesta con él.

Me voy al cuarto de baño y me cambio allí. Ni siquiera voy al dormitorio a dejar mi ropa o a despedirme. Salgo directamente del apartamento y me voy.

Es en el ascensor donde me coloco los auriculares y los conecto al móvil para así correr con música.

Correr por las calles de la nublada Manchester me relajaba muchísimo, pero hoy no era ese día.
No paro de darle vueltas a la cabeza con el mismo asunto, y tan concentrada que estaba no me había dado cuenta de lo mucho que había corrido.

Manchester era una ciudad realmente bonita, con unas avenidas y edificios preciosos. Pero lo que más me gustaba eran sus enormes parques, con tantísimo verde.
Rodri y yo paseábamos mucho por los caminos de estos parques, allí podíamos pasar desapercibidos los dos y hacer lo que quisiésemos.

Al tener un novio jugando en la Premier, teníamos poco tiempo para estar los dos. Y más si le sumábamos que yo seguía viviendo en España.

Al jugar tantos partidos Rodri acababa teniendo pocos días libres, que los aprovechaba mayoritariamente para despejarse y descansar.

Decido bajar el ritmo y seguir pero caminando.

Ahora que estaba sola podía aclarar mejor el torbellino de asuntos que tenía en la cabeza metidos.

Desde la vuelta del paron él no está siendo titular como de costumbre, me contó que el entrenador hablo con él y le dijo que no se jugaban mucho y no aspiraban a quedar primeros en la liga ya así que les daría la oportunidad a otros que no habían jugado tanto a lo largo de la temporada.

Esto estaba afectando a nuestra relación, venía de los partidos con mal humor y se machacaba en el gimnasio, como si él tuviese la culpa de algo.

Y también me estaba sobrepasando a mi,  no estábamos dejando nuestros problemas a un lado.

Me sentía muy culpable, mucho. Pero a veces me sentía muy insegura, ¿y si ya no me quería como antes?
Últimamente yo tampoco estaba bien. Quería pasar el máximo de tiempo junto a él, y apoyándole como una buena novia, pero siento que no puedo más.

Muchas veces estaba hasta arriba de exámenes y de universidad. Otras veces tenía que hacer las maletas corriendo para coger el próximo avión que es el que salía más barato...

Hasta yo misma dudaba, ¿y si la relación se había vuelto algo rutinario? ¿Monótona?

Tenía tantísimas dudas ahora mismo.
Era todo incertidumbre.

M A N C H E S T E RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora