Pequeña gran revolución

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Amelia corría por los pasillos de aquel hospital, había dejado el ensayo a medio acabar pero después de recibir la llamada de su cuñada María no podía hacer nada más que dejarlo todo a medias.

Flashback

-          Amelia, de verdad que me encuentro bien, que no pasa nada, que te puedes ir a ensayar el espectáculo – decía una Luisita ya cansada de que todo girase entorno a ella y su barriga – pero si te quedas más tranquila puede venir María y quedarse conmigo hasta que vuelvas.

Desde la otra habitación, su novia suspiraba y decidía aceptar. Luisita no había tenido un embarazo fácil, siendo el mayor protagonista de este las continuas náuseas, vómitos y un sinfín de síntomas que durante los ocho meses que habían sucedido no habían parado de aparecer y provocar que la rubia no pudiese tener la independencia que tanto le gustaba. Amelia sabía que Luisita necesitaba un poco de espacio y que mejor que dejarla pasar la mañana y parte de la tarde con su hermana.

-          Vale Luisita, pero por favor no hagas esfuerzos porque

-          Me ha dicho el médico unas doscientas veces – completó la más pequeña resoplando- Amelia que voy a estar bien te lo prometo, que a cualquier cosita, por muy pequeñita que sea te vamos a llamar.

-          Anda, ven aquí – selló los labios de la rubia con un beso –

Mientras Amelia terminaba de preparar el bolso con todo lo que tenía que llevar escuchaba a Luisita como estaba hablando con su hermana y como quedaba en que ella estaría aquí en menos de una hora. Cuando por fin había terminado de preparar sus cosas se sentó en el sofá mientras acariciaba la barriga de su novia y le susurraba tonterías al bebé. Todavía no sabían que era, si niño o niña, total para ellas eso no tenía importancia, su hijo o hija iba a tener un armario con toda la variedad de colores y no iba a estar nunca limitado en ningún aspecto de su vida simplemente por ser de un género u otro. Es así como tampoco tenían nombre, las dos eran partidarias de que cuando le vieran la carita sería muchísimo más sencilla la elección. Otra de las cosas que había influido en Luisita durante este embarazo era la sensibilidad, la emoción, cualquier mínima cosa que sucedía tenía ganas de llorar, y esto sucedía sobre todo cuando veía a Amelia interactuar y hablar a su tripa. Aunque al principio todo fuesen miedos por cagarla o por hacer cualquier cosa mal que hiciese daño al pequeño ser que llevaba dentro, ahora no podía estar más contenta sabía que esta estaba siendo la mejor decisión que podían haber tomado. Estos momentos de paz fueron interrumpidos por el timbre y Amelia se levantó con muchísima más rapidez que ella.

-          Bueno cariño, te dejo en las mejores manos. Cuídala mucho María por favor, que no se mueva mucho, que esté tranquila. Cualquier cosa me podéis llamar al móvil que lo voy a tener todo el rato encima. – decía una Amelia cada vez menos convencida de salir por la puerta –

-          No te preocupes, que vamos a pasar una tarde de relax, de hermanas, las dos en el sofá viendo Netflix – pronunció María mientras se desplazaba hasta el sofá y le daba un beso a su hermana y a la tripa –

Mientras Amelia se despedía de las dos y no paraba de repetir que cualquier cosa iba a estar en nada en el hospital, Luisita movía la mano energéticamente deseándola suerte con su ensayo. Los nervios que tenía Amelia constantemente llegaban a traspasarse a ella y hacían que solo se pusiese aún más histérica pensando en el momento del parto.

Pasada una hora, la rubia comenzó a sentir un gran número de dolores, pero con tal de no molestar a María con sus paranoias fue al baño y es cuando se dio cuenta que no eran dolores normales, si no que eran de parto.

-          María, necesito que vengas un segundo al baño por favor – decía Luisita mientras intentaba limpiarse las lágrimas que no paraban de brotar de sus ojos –

Fin del flashback

Finalmente, Amelia irrumpía en la habitación, desde que María la había llamado hacía escasamente media hora no había parado de estar nerviosa, pero había intentado tranquilizarse pensando que sería lo mejor para Luisita. Lo primero que escuchó al entrar a la habitación fue a Luisita pidiéndole a María que llamase a la morena otra vez, que no aguantaba más, que la necesitaba. La rubia bien sabía que su novia no iba a calmar el dolor ni nada, pero si que era conscientes de que con ella al lado se sentía más fuerte y tranquila. Lo segundo en lo que se fijó Amelia fue en como su novia la necesitaba, en que ahora iban a pasar a ser una familia de tres, que una persona iba a depender de ellas durante muchísimos años y le doy vértigo. Cuando se dio cuenta de que le gustaban las mujeres de manera casi automática se había deshecho de la idea de ser madre en un futuro, pero cuando Luisita llegó a su vida todo cambió, y ahora que había llegado el momento estaba muerta de miedo.

-          Cariño, estoy aquí, ¿qué tal? ¿te duele mucho? ¿te ha dicho algo el médico? – parece que Amelia tenía retenidas un gran número de preguntas para cuando llegase este momento, pero todas estas fueron interrumpidas por un grito de Luisita y un apretón de manos –

-          No puedo más, me voy a morir Amelia, que no aguanto – y a la morena se le escapó una sonrisa, porque sabía lo valiente que estaba siendo su novia-

Mientras intentaba respirar con Luisita y agradecer a María el haber estado con ella justo en el momento. Las horas iban pasando rápidamente para Amelia, mientras que para Luisita cada hora se hacía más eterna que la anterior. María viendo que iba para largo, después de la insistencia de las futuras mamás se fue a casa, aunque las hizo prometer en que sería la primera en enterarse que su sobrino o sobrina había nacido. Es finalmente que a las ocho de la tarde, el médico confirmaba que iban a pasar a Luisita a quirófano. Por fin era el momento que tanto llevaban esperando.

-          Amelia, Amelia, ¿vas a entrar conmigo? Te necesito a mi lado – decía haciendo pequeños pucheros y comenzando a sollozar –

-          Pero claro cariño, ¿cómo no voy a estar a tu lado? – le dijo la morena mientras la sujetaba la mano y le daba un pequeño beso en la frente –

Mientras le explicaban a Luisita lo que tenía que hacer para que todo saliera bien, Amelia se ponía la bata y se sentaba al lado de su novia dándola la mano. Cada vez que Luisita empujaba Amelia sujetaba más fuerte su mano, sabía que lo estaba pasando mal.

Después del último grito ahogado de la rubia, todo el quirófano se quedó en silencio y un llanto lo rompió.

-          Es una niña, igual de guapa que sus mamás.

Las lágrimas de Amelia se mezclaban con las de Luisita. Mientras que la enfermera colocaba al bebé encima del pecho de Luisita, Amelia no paraba de susurrarla que era una campeona que lo había hecho genial. Después de conocer a su hija, se la habían llevado a hacerle unas pruebas rutinarias y a Luisita la habían llevado de vuelta a la habitación. Este era el inicio de un nuevo capítulo en sus vidas y no lo comenzaban solas.

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Si se os ocurre cualquier idea o cualquier cosa que queréis que escriba me podéis escribir por DM o dejármelo en comentarios. Muchas gracias por leer.

Luimelia One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora