Regalo

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2019

- María, tía, es que esto no puede ser. Justo estaba super concentrada escribiendo un artículo y ha llegado el de correos con un paquete de tu parte. Es que así no puedo trabajar, joder – Luisita iba de un lado a otro buscando papeles que necesitaba, mientras que al teléfono regañaba a María – No sé, si tan urgente era ¿por qué no me lo diste el domingo en la comida familiar?

- Luisi, no creo que papá y mamá quisiesen verlo. ¿Has abierto ya el paquete?

- No, no lo he abierto. No tengo tiempo María. Tengo mucho trabajo, muchos problemas y pocas ganas de hacer el tonto.

- ¿Pero con Amelia estás bien?

- Perfectamente María. Tengo que colgarte porque tengo que entregar este artículo en nada y no me concentro.

Antes que María pudiese replicar algo, Luisita colgó y tiró el teléfono al otro lado del sofá. Tenía que entregar el artículo en una hora si o si, era su última entrega y no podía hacerla tarde. Por fin iba a dejar este trabajo e iba a comenzar con Mateo su propio medio digital, después de hablar mucho con Amelia y escuchar muchísimas opiniones decidió que era lo mejor a largo plazo.

- A ver Luisita, concéntrate. Terminas esto y ya está – se repitió en voz alta.

La concentración duró dos minutos más, hasta que visualizó otra vez el paquete que su hermana la había enviado. Resopló y sacudió la cabeza para centrarse, dos párrafos y terminaría. No era tan difícil.

Solo quedaban cinco minutos para la entrega y Luisita justo estaba firmando su último correo, su último artículo con ellos. Le dio a enviar y se tomó un par de segundos para procesar todo. Ya está fin, sentía que faltaba un cartel en mitad de la pantalla indicando que ya había cerrado una etapa, pero ahora mismo la daba bastante igual. Su curiosidad por saber que había en el paquete solo había ido en aumento.

Con cuidado lo llevó hasta el sofá y pensó antes en las infinitas posibilidades del contenido que tendría. Cuando abrió el envoltorio no se lo podía creer. Las mejillas de la rubia enseguida se tiñeron de rojo y puso los ojos en blanco. ¿Pero cómo se le había ocurrido a María regarla un satisfyer?

- Es que esta chica no tiene vergüenza ni nada de verdad. Encima imagínate que me recoge el paquete la vecina de arriba que es una cotilla, es que me hubiese dado algo – Luisita no paraba de quejarse de un lado a otro de la casa.

El paquete cambió de sitio por lo menos cinco veces en no más de dos minutos. Luisita realmente no sabía porque se sentía con tanta vergüenza sobre el regalo de su hermana, tenían confianza y entre ellas no era tabú el tema. Con Amelia tampoco, no sería la primera vez que usaban algún juguete. Pero esta vez estaba nerviosa.

María le había repetido una media de ochenta veces semanales lo genial que era el aparatito y que se lo debían comprar tanto Amelia como ella. Realmente, Luisita llegó a la conclusión que su mente estaba demasiado sobre estimulada con el trabajo y el estrés y por eso había creado tal conflicto, que en verdad era una tontería. Para descansar un poco decidió que lo mejor era ver un rato la televisión. A Amelia le quedaría una hora para llegar, así que no tenía nada en lo que ocupar su tiempo.

Pasó por todos los canales de televisión, incluso entró a Netflix para encontrar algo que ver pero nada. Todo la generaba desinterés. Lo único en lo que realmente estaba centrada su mente era en el aparatito y en su hermana María repitiendo como era la mejor inversión de su vida.

Luisita decidió apagar la televisión y dirigirse a la habitación con el satisfyer. No parecía difícil de usar, dos botones uno para encender y otro para regularlo. Con delicadeza se quitó la bata que llevaba y la dejó encima de la silla, mientras que decidió que de momento su ropa interior negra se quedaba puesta.

Luimelia One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora