Pequeña gran revolución 2

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- Amelia, que la niña no va a tener un nombre francés, que no me da la gana. Encima piensa en mi abuelo, no lo va a aprender a pronunciar en la vida.

Y así llevaban dos horas, buscando un nombre que pudiese convencer a las dos. La familia de Luisita todavía no había conocido a la niña, aunque María había insistido en que iba a ser la primera en estar allí la mañana siguiente. Es por eso, que las nuevas mamás tenían una presión añadida debido a que no podían presentar a la niña sin un nombre.

- Mira Luisita y si cada una hace una lista, ponemos ocho nombres, en alguno coincidiremos o por lo menos nos acercaremos, ¿te parece? – Luisita la iba a interrumpir pero Amelia se adelantó - y mi lista sin nombres franceses te lo prometo – concluyó dándola un beso en la frente.

La enfermera interrumpió ese momento, era el momento de la toma de la niña.

- Hola, mamás ¿y esta niña tan guapa tiene nombre ya? – dijo alternando la mirada entre las dos.

- Bueno en ello estamos – contesto Luisita esbozando un intento de sonrisa.

Mientras la enfermera ayudaba a Luisita para que la niña se enganchara, Amelia intentaba ayudar pero sin saber muy bien cómo. Cuando por fin la niña terminó, la enfermera salió de la habitación y las dejó a las tres solas otra vez. La morena cogió a la niña para sacarla los gases y mientras la mecía y la acariciaba los rizos tan marcados que la niña tenía.

- Es igualita a ti Amelia, tenéis los mismos ricitos y seguro que el mismo color de ojos.

- Pero eso no puede saberse aún Luisita, además es mucho más guapa que yo – susurró Amelia sonriendo.

- Pero Amelia, si tú eres guapísima.

Amelia dejó a la niña en la cuna y se acercó a Luisita depositando un beso en sus labios.

- Gracias por el mejor regalo que me has dado nunca. Pero ahora vamos a darle a esta niña otro regalo, su nombre.

Cada una intentaba escribir un total de ocho nombres, descartando nombres de gente que les caía mal y de hermanas de Luisita, que no eran pocas. Aunque la idea de elegir nombre después de ver la carita quizás no había sido su mejor idea. Y es ahí cuando a Luisita se le ocurrió el mejor nombre que se le podría dar a la niña, mirando su tatuaje se dio cuenta que no podía ser otro.

- Luna, se tiene que llamar Luna Amelia – dijo Luisita de repente- o mejor aún Lúa, que es lo mismo pero en gallego. Yo creo que le pega muchísimo Amelia, mírala, encima nuestro tatuaje, es que todo tendría muchísimo sentido Amelia.

- Cariño, tranquila. Mira el primer nombre de mi lista – dijo cediéndole su papel a Luisita, donde se podía leer Luna – pero Lúa me gusta aún más, es corto, no se puede acortar aún más y encima me recuerda a nuestro primer viaje juntas. Entonces si estamos ya de acuerdo – dijo Amelia acercándose a la cuna – Bienvenida a nuestra familia pequeña Lúa.

Luisita miraba la escena desde la cama sonriendo, no se podía creer que por fin su hija tuviera nombre. Ahora todo parecía tomar más forma y realidad. Ahora eran una familia de tres.

- Amelia trae a Lúa y vente aquí, que quiero que pasemos lo que queda de noche juntas las tres.

- Luisita, la niña vale, pero yo no, que tienes los puntos recién puestos, que te duele todo, a ver si te voy a hacer daño – dijo Amelia preocupada, lo que menos quería ahora mismo era molestar a su novia.

La rubia le restó importancia a esto y tiró un poquito de ella, sabía que si ponía pucheros no se iba a resistir, que aunque parecía que le había pasado un camión por encima solo necesitaba estar junto a su novia. Mientras Luisita cayó dormida enseguida, Amelia se dedicó a mirar a su hija y a acariciar el pelo de las dos mujeres de su vida. Amelia pensaba en su infancia y como quería que Lúa tuviese una infancia mejor, rodeada de amor y cariño y eligiendo siempre como ser y como sentir. Entre pensamientos y demás las horas pasaron y el llanto de Lúa inundó la habitación.

Luimelia One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora